19

1.3K 182 63
                                    


Louis cerró la puerta de su casa cuando llegó. Había dejado la fiesta de Zayn solo unos minutos después de que Harry se fuera. No pensaba que podría disfrutar el resto de la fiesta de forma normal después de lo que había pasado. Podía sonar algo ridículo, pero sentía una enorme necesidad de volver a tener al rizado entre sus brazos, sentado sobre sí. Se sentía terrible por haberlo dejado marchar así como si nada, sin antes hablar de forma rápida de lo sucedido. Pero en ese momento se bloqueó y lo detuvo el miedo de pensar que pudo haber hecho algo que Harry no quería en realidad. 

Pero ahora no podía quitar de su mente el sabor a fresa del lipstick que el chico usaba. No podía quitar de su mente lo bien que se sintió agarrar de esa forma a Harry, de atraerlo suavemente y verlo completamente sumiso ante su tacto. No lo negaría, le encantó y lo volvió completamente loco. Al parecer, Harry tenía ese efecto en él desde el primer día en que se conocieron. Ya no podía simplemente negarlo porque era claro que algo estaba naciendo allí. 

La única pregunta que tenía era si aquello era correspondido o el menor solo buscaba algo de diversión. Lo cual no era nada malo, pero quería aclararlo. 

Arrastró sus pies hasta la habitación de su hermana, y sin siquiera tomarse la molestia de tocar, entró por la puerta y caminó hasta la cama de la chica, quien miraba Brooklyn 99 por milésima vez en su vida. 

— ¿Qué haces, tonto? —se quejó cuando Louis se dejó caer en la cama, a su lado, enterrando la cara en una almohada muy cómoda. Podría quedarse dormido en cualquier momento pues estaba super cansado pero aquella llama de inseguridad por lo que había pasado con Harry, le quitó la posibilidad de dormir.

—Besé a Harry. —soltó de repente, no le importaba si su hermana armaba un griterío, solo necesitaba decírselo y que esta le asegure que lo que estaba empezando a sentir era correspondido. Sabía que ella no podía hablar por el rizado, pero le daba seguridad que su hermana le dijera cosas positivas. 

—Oh Dios mío, ¡¿y me lo dices así nomás?! —saltó emocionada, golpeando la espalda del chico con una almohada, varias veces.

—Oh perdón, ¿te tendría que haber preparado un té, llevarte a la cocina, sentarnos en la encimera y conversar como dos personas civilizadas? —habló con sarcasmo, dándose la vuelta y dejando ver una pequeña sonrisa asomándose en su rostro.

—Oh mi santo cielo, estás sonriendo después de regresar tarde de una fiesta. Nunca sonríes cuando regresas tarde de una fiesta porque tienes un humor de mierda. ¡Este rizadito te ha succionado todo el mal humor con su boca!

—Yo no tengo mal humor. —frunció el ceño, arrojando de nuevo la almohada al abdomen de la chica.

—Ay ajá. Mejor cuéntame. ¿Cómo fue? —se acomodó en la cama para poder escuchar todo atentamente. 

—Fue el mejor beso que he tenido en toda mi puta vida. —habló de frente, sin irse por las ramas. Total, estaba con un pie en el mundo del sueño.

—Wow.

Celine siguió hablando, haciendo miles de preguntas seguidas y Louis solo se desconectó de todo y volvió a revivir en su mente aquel bello momento. La luz de luna daba justo en el costado de Harry, dándose cuenta de lo hermoso que era en cualquier circunstancia. 

Había dicho muchas cosas en ese balcón. Cosas que esperaba que Harry recordara, o tal vez no. No estaba seguro. Le había dicho que aquel viernes que miraron las películas, no estuvo concentrado por estar viéndolo a él. Pero ¿Cómo siquiera podría evitarlo si la forma en la que Harry reía o se emocionaba por cualquier escena era tan maravillosa? Con sus rizos moviéndose, su nariz haciendo un pequeño movimiento cuando sonreía, los hoyuelos que se le formaban y la forma en que pasaba su mano por su cabello para peinarlo de vez en cuando.

The Cheerleader of my Dreams (ls.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora