Capítulo 1

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El matrimonio.

Esa unión entre dos personas ante una autoridad externa que regulará el procedimiento en el que le prometes a tu marido serle fiel para siempre, cuidarlo en las buenas y en las malas y perecer junto a él hasta el final. Ese acontecimiento que todas las jovencitas anhelan. Muchas por escape, otras como mejora de estatus, algunas sin ninguna otra opción y unas pocas por amor.

Me considero incluida en ese grupo con poca opción, no por que no quisiera casarme o formar una familia, si no por que mis únicos pretendientes han sido los mismos chicos de mi infancia sin que hubiera variedad, jóvenes que dejaban mucho que desear.

Pero de lo que quiero hablar no es del matrimonio en si, si no de las bodas, de esa fiesta que celebra con música, gozo y alegría la unión de la nueva pareja. Hoy mi prima se casaba y toda la familia habíamos esperado ansiosos este día.

Los tiempos que pasábamos no eran fáciles: pasábamos una gran crisis económica, los colegios habían cerrado, todos los ahorros de vida generados con años de trabajo perdidos por los colapsos de los bancos, la mayoría de la población desempleada e incluso los trabajos en el campo se remuneraban pobremente. Miles de mujeres, con ganas de poder mejorar su futuro de vida, se veían obligadas a quedarse en casa ejerciendo las labores y cuidando de su familia permitiéndoles, únicamente, a las adoctrinadas en educación y enfermería, trabajar en las instituciones y hospitales que aun seguían en pie. Situación en la que me veía implicada.

Mi padre, dueño de una tienda de comestibles, es uno de los tantos afectados por la crisis de la gran depresión además de la ley seca, estando en vigor desde hace nueve años, por lo que subsistir se volvió en la prioridad para todos y la noticia de la boda fue como un rayo de luz en una larga temporada de penumbra.

Nuestra familia no iría la mas elegante pero nuestra emoción y felicidad compensaba cualquier cosa.

Susan intentaba ponerse el vestido de novia con la ayuda de mis tías mientras que nuestras madres daban ordenes a todo el mundo, tenia que salir todo redondo. A parte de ayudar a mi prima con el día mas importante de su vida, también debíamos de causarle buena impresión a la familia del novio pues era una importante y adinerada familia italiana que nos podría ser de gran ayuda para suavizar estos tiempos de escasez.
De entre todos ellos, únicamente habíamos tenido el gusto de conocer a Luca, mi futuro primo político y a su padre, Roco, que vinieron a la casa familiar por la pedida de mano junto con las negociaciones de la unión de ambos apellidos.

En américa no pasaba nada cuando dos personas se casaban, firmaban un papel dejando por escrito la reciente unión y cada familia seguía su rumbo. Italia es diferente y depende con quien estés tratando. Nosotros tampoco éramos del todo convencionales, vivíamos todos juntos en la finca familiar: mis padres, mis dos hermanos, mis dos tías, mis primos y mis abuelos.

No había otra, la situación económica no ayudaba, el trabajo era escaso y las muertes de mis dos tíos hicieron que nos reuniéramos todos en la misma casa y así poder ayudarse con lo poco que cada uno podía aportar.

-Gabriela, ¿Cómo lo prefieres? Con esa larga melena se puede hacer muchas cosas.-Una de las hermanas de mi madre me miraba expectante.

Acababa de sentarme para que me acicalara el pelo después de colocar todos los arreglos florales en el coche de la novia, como otras tantas cosas que mi madre me había mandado.

-¡Oh, estás aquí! Necesito que ayudes a tu padre.

-Mamá, ha este paso nunca voy a estar lista.-Me resignaba ha hacer nada mas, sólo quería sentarme a observar el alegre pero caótico panorama.

-Escúchame, James está acabando unos temas de contabilidad y necesita que le entregues unos papeles a Roco que son necesarios para presentárselos al párroco antes de la ceremonia.

Di FioreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora