Bri era mi mote en el club.
Francesca decidía los nombres de sus estrellas y a mi me bautizó Bri de Gabriela.
-Te has puesto muy nerviosa al verme, bombón. -Sus labios recorrían cada centímetro de mi piel- ¿No saben quien eres?
-Apártate de mi Marco. -Dije entrecortadamente.
-Sabes, me quedé con ganas de enterrártela hasta el fondo. -Apretó más su mano.- No se que cojones utilizaste pero esa mierda me tumbó.
-Es lo que tiene beber sin saber el límite.
Puse mis manos alrededor de su muñeca en un intento de aflojar su amarre pero fue en vano y el oxígeno se estaba acabando.
-Maldita zorra, sabes lo fácil que sería tomarte aquí y ahora. -Introdujo la mano libre bajo la falda.- Estando solos y con una bonita música ahogando tus quejidos.
Empecé a patalear cuando noté que se acercaba demasiado a la ropa interior hasta que conseguí que una de mis rodilla dieran en su ingle.
Maldiciendo y con una mueca de dolor se encogió dándome la oportunidad de apartarlo de un empujón pero no di ni dos pasos cuando cogió mi pie y, de bruces, caí al suelo. Ágilmente subió a mi espalda mientras agarraba con rudeza el pelo hasta levantarme.
-Eres demasiado valiosa para que te mate traidora. -La nuca se me erizó al notar su aliento en ella.- La familia de mi madre no sabe lo puta que has sido y no creo que les guste mucho conocer tu reputación pero estoy dispuesto a guardar el secreto a cambio de tu información.
-Estás loco si crees que voy a cooperar.
Grité de dolor al notar el tirón de pelo. Volví a coger su mano.
-Dime, ¿Cómo has conseguido entrar aquí? -Dijo furioso.- Dímelo.
Exigió cabreado.
No me interesaba que supiese que tenía acceso a las cuentas de la familia y, por lo que veía, tampoco le habían hablado mucho de mi. Eso era un punto a favor.
-Estoy prometida con uno de ellos. -Mentí.
Vimos una silueta pasar y, aprovechando el despiste, de un codazo me aparté en dirección a la sombra con la esperanza de que fuera alguien conocido.
Al doblar la esquina, topé bruscamente con un duro torso y, con rapidez, sus brazos rodearon mi cuerpo evitando que cayera.
-Veo que no sabes darle la bienvenida a los nuevos miembros de la familia, primo. -Un aroma a tabaco y roble inundó mis fosas nasales.- Ni como tratar a una dama.
Mi rostro seguía escondido entre las solapas de su chaqueta pero, aún sin mirar, sabía que la expresión de Marco era todo un poema.
-No me digas que estás prometida con el "honorable" Nereo. -Espetó sarcástico.- Menuda combinación.
Apreté mis manos arrugando la tela de su traje.
-Conmigo no pero como vuelva a ver que le pones la mano encima, te ataré la polla a uno de tus barquitos y a ver si, con suerte, se te arranca antes de morir ahogado.
Su voz, grave de por si, sonó tenebrosa entrando en mi como caricias sexuales. Siempre tan correcto e impecable que era difícil pensar que, dichas palabras, estaban incluidas en su vocabulario.
La ira brilló en el rostro de Marco.
-Bri, decide con inteligencia. -Contestó marchándose.
Nos quedamos en la oscuridad, inmóviles y en silencio, sus brazos rodeando suavemente mi baja espalda.

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Di Fiore
RomanceEra insegura y era buena, con ética y moral, con unos principios como los del resto de la gente. Era una joven que intentaba cumplir los arduos estereotipos que marcaban la sociedad, llena de castillos en la cabeza y odiando un futuro al que creía t...