Capítulo 4

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Desperté en una habitación que no conocía, ni siquiera recordaba la forma en la que llegué a ella.

Los acontecimientos de la noche anterior habían estado presentes en mis sueños y gotas de sudor rodaban por todo mi cuerpo.

Toqué el lado de mi cama; no había rastro de Ivano.

Complaciente suspiré por un momento, ya pensaría en las consecuencias que supone mi traición. Está claro que mi familia es el primer objetivo, más cuando intentarán evitar que hable a toda costa pero merezco darme el placer de sentir que mi rutina detestable no me acechaba hoy.

Reticente por salir de la comodidad de la cama volví a tapar mi cuerpo y me obligué abrazar a Morfeo.

Acostumbraba a mirarme al espejo y así animarme a soportar un día más pero, una vez en el baño observando mi reflejo, no pude dedicarme ni una sola palabra.

Mi vida, para bien o para mal, había cambiado demasiado en una sola noche, en meses, en años y no sabia en quien me había convertido.

Necesitaba alcohol, urgentemente.

Cogí la botellita que llevaba a todos lados y, de un gran trago, la vacié.

La combinación de ese liquido bajando por mi garganta con un buen baño, pude recomponerme y así decidir salir a afrontar una nueva realidad. 

En la habitación, tenía un conjunto de ropa al lado del que llevaba anoche; imaginaba que alguien me había desvestido, curado las heridas y puesto un camisón; por lo que, sin importarme, dispuse a vestirme.

-Buenos días señorita Gabriela. -Dijo una voz detrás de mi al salir de la estancia. Ante mi sobresalto, aclaró.- Necesitaba descansar después de lo ocurrido anoche y, como no quería molestar, la he esperado aquí.

Ahora lo recordaba, él era uno de los hombres con los que estaba Nereo.

-¿A qué a venido? pues.

-El jefe quiere verla. -Dijo señalándome una dirección. Tragué saliva, Tenía la pequeña esperanza de que se olvidaran de mi por un tiempo.- Luego la acompañaré al comedor para que pueda desayunar.

-De acuerdo.

Para mi sorpresa, al abrir la puerta de lo que parecía una despacho, vi de pie muchas caras conocidas, algunas de ellas hacia años que no veía. Por sus expresiones, daban a entender que la conversación que mantenían antes de entrar no era del todo cordial, cierta tensión se palpaba en el ambiente.

-Pasa, Gabriela. Es un alivio verte recuperada tan pronto. -Dijo Fiore.- Carlo, haz el favor de cerrar la puerta al salir.

Mi acompañante salió del despacho después de asentir dejándome con Luca, Roco, Fiore y Nereo, observando mis movimientos a expensas de que haría. El ambiente casaba con todos ellos; oscuro, lúgubre y tétrico y, aún viendo sonreír a algunos, lo único alegre y vivo en aquel despacho eran las flores que adornaban las estanterías llenas de libros, pero solo uno todavía no había alzado la mirada de sus zapatos. ¿Ha que se debía ese color blanquecino en su rostro? Roco siempre lucia un alegre tono rojizo en las mejillas.

Ofreciéndome un asiento, me acerqué hasta ellos y permanecí en silencio. Cerré instintivamente los ojos al aspirar ese aroma que me embriagaba entera sin tener el valor de mirarle a los ojos sin derrumbarme. Siempre intentaba estar perfecta e impecable ante el resto de personas, mostrar miedo y vulnerabilidad hacía que fueras devorada en cuestión de minutos por toda esa manada de hombres hambrientos pero él había visto una pequeña parte del tormento que albergaba dentro.

-Querida, fue una terrible noticia el saber de tu supuesto fallecimiento años atrás, pues no solo perdimos a uno de los nuestros, si no a una muchacha inocente que es familia de nuestra familia y, para nosotros, eso es una declaración de guerra. -Rompió el silencio Fiore.- No sé si sabrás nuestra historia con los Messina pero, a resumidas cuentas, a sido un clan que ha ido siempre detrás de nuestra extinción. -Inclinó su cuerpo hacia delante apoyando los codos en la mesa.- Han ido muy por detrás, intentando llegar a nuestras competencias involucrándose en negocios turbios como la venta de niños y muchachas o el tráfico de drogas, pero medio año después de tu desaparición, dejaron de intervenir en nuestros terrenos creyendo que habíamos llegado a una pequeña tregua. Sin embargo, se corrió la voz de que estaban pactando y afianzando negocios interesantes y muy poco propio a su estilo con gente muy importante a la que, únicamente, trataban con ellos a raíz de su famoso club nocturno, echo que subió su poder considerablemente en menos de un año y medio.

Di FioreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora