Capítulo 2

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Una bocina de barco sonó repentinamente haciéndome consciente de mi desconocido entorno. Atada a una litera, observé la amplia habitación que se cernía amenazante sobre mi; en la cama principal, que se alzaba imponente hasta el techo, las cortinas, a sus lados, ondeaban al compás del navío y sumiéndose todo a una inquietante calma.

El fuerte olor a pescado me incomodaba, no sentía las manos pues no era consciente de cuantas horas llevaba atada y mi prioridad era conseguir salir de este infierno; como pude me saqué la corbata de la boca. Era consciente de lo que pasaba, presencié un asesinato cometido por una mafia que no tenia jurisdicción en América para matar y ahora era victima de un secuestro, sin embargo, no entendía que interés podía tener para ellos si mantenerme callada no les hubiera costado mucho.

Intenté moverme, pero una punzada de dolor entre las piernas atravesó mi cuerpo. Alarmada por la desconocida sensación, baje la mirada y sin poder evitarlo lloré desconsoladamente.

Mi vestido estaba desgarrado desde las rodillas hasta la cadera, podía ver como mis senos rozaban la tela sin protección alguna pues, todos los botones de la parte frontal habían sido desabrochados hasta el ombligo. No conservaba las medias, mis zapatos, junto con mi sujetador, se ubicaban al lado de la cama y una pequeña cantidad de sangre seca manchaban el interior de mis muslos.

Pasaron horas, un sol marchitado abandonaba el cielo poco a poco, la oscuridad ganaba terreno en la asfixiante suite; únicamente el vaivén del barco consolaba mi profunda pena. Acunaba este cuerpo cansado al que habían arrebatado algo que no les pertenecía.

-¿Veo que estás despierta?-Vi la figura de Ivano entrar a la habitación. La repentina luz hizo que parpadeara varias veces hasta acostumbrarme a un entorno más iluminado.-¿Tienes hambre? Casi estamos en el puerto y el camino a casa es largo.

-¿Ahora te preocupas por mi? Me has secuestrado, me has violado, llevo atada aquí horas y todo en contra de mi voluntad.-Gruñí en respuesta intentando sonar dura.-No quiero nada tuyo maldito cabrón.

-Debía de cobrarme el favor que te hice por ser tan benévolo contigo.-Contestó con una sonrisa orgullosa. Una vez enfrente, se acuclilló quedando a mi altura.- Soy más de silenciar a la gente enterrando su cadáver pero me siento solo por las noches y no sabes la compañía que hace una jovencita como tú; por no mencionar el placer que me dio ver que estabas por desflorar.

-Pues contrata a una prostituta o ¿es que causarle repulsión a todo el mundo es algo que tienes por defecto?

El sonido de un bofetón retumbó por toda la habitación haciéndome jadear.

-Mira niñata, te guste o no, ahora estas en mi poder así que cuida lo que dices por que yo no toleraré rebeldía alguna.-Se levantó y empezó a desabrocharse los botones de la camisa-Serás una de los nuestros, entrenarás con mis hombres y ayudarás a las labores de casa junto a las mujeres. Una vez lista, me acompañarás a cada evento y lucirás siempre una de tus mejores sonrisas; me obedecerás en todo lo que te ordene y, por supuesto, estarás todas las noches esperándome en mi cama.

-O ¿qué?-solté despreciándolo en cada sílaba.

-O cada vez que me hagas enfadar iré a por uno de tus familiares.-Se quitó la camisa y empezó a despasar los botones del pantalón.-Sé que crees que no tenemos potestad para hacer nuestros negocios en América pero, déjame decirte nena, que la mafia italiana tiene negocios por todo el mundo y que sólo me costará una llamada para que alguno de mis hombres vaya y haga el trabajo sucio.

Con calma dejó los zapatos junto a los míos y se quitó el pantalón dejando ver unas piernas marcadas por sus fuertes músculos. Rezaba para que no pasara nada, prefería mil veces estar inconsciente a ver como esas manos me tocaban.

Di FioreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora