Capítulo 6

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Fiorenzo accedió a que elaborara mis brebajes una vez le hable de ellos, utilizarlos nos beneficiarían y me permitía poder pedir algo de alcohol para mi. Las reservas del despacho se estaban agotando y él se había dado cuenta de que tenía una relación muy intima con el whisky. Dejó caer, alguna que otra vez, que no me coger lo que necesitara pero me era muy vergonzoso acudir a la cocina solo para vaciar las reservas del alcohol.

Junto con el atardecer, me disponía a llenar la segunda copa mientras revisaba el pedido para preparar el licor, cuando escuché voces al otro lado de la puerta. Resignada, escondí el vaso y volví a la silla.

-Querida, estás aquí. -Dijo una alegre Fiore. Le sentaba bien cerrar negocios.- Tan aplicada como siempre.

-Nunca es bueno dejar las cosas para el último momento. -Contesté sonriendo.

Nereo entró detrás de él. Me quedé observando como cerraba la puerta, después de la charla con Valentina, sentía la necesidad de quitarme los prejuicios de la cabeza. 

-No te molestaré mucho. -Continuó diciendo el jefe.- Mi madre ha decidido que, lo mejor para todos y para mantener la armonía de esta gran familia, es conveniente que vayas buscando un pretendiente ya que, como muy tarde para la próxima festividad del vino, deberás de vestirte de blanco.

Había tenido mi tiempo para poder masticar este asunto y que no me afectara pero mi cuerpo palideció con la noticia.

-Sé que es ingrato oírlo así pero eres joven y hermosa, Gabriela. -Añadió Fiore.- Seguro que no tiene problemas en encontrar aquí lo que busca como mujer. Apuesto a que su lista de pretendiente es larga.

-No se preocupe por mi, si es lo que habéis decidido, lo aceptaré. -Logré contestar mirando a Nereo.

Espero que te estés revolviendo en la culpa, maldito demonio de hielo.

 Ponía difícil que sintiera compasión.

-Si eso es todo, quiero ver los documentos con la señorita, padre. -Dijo un Nereo callado hasta el momento.- No quiero alargarlo más de lo necesario, tengo planes con los chicos después.

-¡Oh! Os dejo tranquilos, pues. Buenas noches familia. -Se despidió mientras se alejaba de la estancia.

¿Planes? ¿Se referirá a ir a un club? 

Un silencio reinó en el despacho mientras colocaba, por orden, todos los papeles que había preparado, la incomodidad se podía palpar.

-Mi hermana me ha comentado que sale a caminar. -Dijo después de carraspear.- ¿Le gusta la naturaleza?

Levanté sorprendida la mirada, ese comentario era tan impropio de él que estaba descolocada. Sin embargo, al encontrarme con esos pecaminosos ojos, la ira empezó a crecer dentro de mi.

Lástima, veía lástima hacia mi. ¡Se suponía que debía de sentirla yo por él! Es tan exasperante.

Su expresión variaba entre neutro y enfadado, sabía que era difícil sacarlo de ahí, hasta aceptaría de desprecio pero lástima nunca.

-Si. -Contesté tajante poniendo la mirada a los documentos.

-Cuando entra en el bosque y llega al rio, subiendo a la derecha, hay una glorieta. Allí las vistas son dignas de admirar.

Suspiré.

-Veo que también te gusta la naturaleza.

-Se podría decir que si. Allí las cosas son como las ves y están como tienen que estar.

-Cierto, el bosque no me obliga a casarme.

Bajó el papel que revisaba ligeramente para volver a clavar la mirada en mi, no se esperaba ese sarcasmo.

Di FioreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora