El pequeño Do KyungSoo estaba en su practica de canto, lo hacía increíble y su madre lo admiraba orgullosa, no podía esperar mas de su pequeño, la crianza que le había dado estaba dando sus frutos, mientras su esposo corría por el palacio buscando papel y pluma para redactar una carta al reino de los Park para invitarlos al dieciochavo cumpleaños de su hijo. La señora Do estaba más que triste de que su pequeño funcionara de unión con los Park, pues a pesar de que había crecido junto con el hijo de estos, no le veía emocionado ni gustoso por la boda que se celebraría en dos años mas; su madre estaba dispuesta a cancelar todo si su hijo deseara, no importaba nada, pero no quería que su pequeño fuera infeliz. Sin embargo, por parte del menor, estaba más que dispuesto a casarse con el hijo de los Park si de ese modo se lograba la tan anhelada paz que los reinos deseaban. Al fin de cuentas, no pensaba que el amor fuera a llegarle de todos modos.
El hijo de los Oh, le había atraído, pero jamas quizo abandonar los planes de boda a pesar de que su madre le había dicho que podía casarlo con el menor de los Oh si este le hacia feliz. Todo quedo en nada cuando LuHan, su mejor amigo, le había contado sobre los planes que sus padres habían hecho para casarlo con Oh, pues esto a demás de ser otra union importante, apoyaba el gusto que su amigo sentía por el joven Oh. La boda se celebraba dos semanas después de su cumpleaños ese mismo año, a pesar de los años de diferencia entre los novios, el amor parecía querer durar años, así que su gusto por él mismo se acabo a los quince años luego de enterarse.
Lo mismo paso con un príncipe de los reinos de países vecinos y así pasaría siempre hasta que se casara con el joven Park, quien sí se había enamorado de él. Su madre le dijo que incluso si se diera cuenta de que amaba a otra persona dos segundos antes lo apoyaría, y aquello llevo a KyungSoo a preguntarse porque su madre quería tanto que no se casara con aquel joven. En varias ocaciones le había dado la menos importancia posible, pero estaba seguro de que algún día le tendría que confesar todo.
—Principe KungSoo, es hora de su clase de baile.—llamo su criada. KyungSoo asintió, despidiéndose de su madre y saliendo del cuarto.
—¿Aun sigues con la idea de que el joven Park no sea el adecuado para él?—cuestiono el rey entrando a la sala. La mujer sonrió derrotada.—Ya te dije que no debes intervenir. El joven Park ama a nuestro pequeño y se esfuerza cada día más por él, incluso aprendió canto solo para impresionarlo el día de su cumpleaños.—La señora Do se sintió avergonzada, pero no cambio su forma de pensar. Recordaba que inicialmente se había planeado casar a KyungSoo con el hijo de los Kim para sellar para siempre la paz entre ambos reinos, pero todo cambio cuando se les informo que este era un omega al igual que su pequeño. Esto llevo a que el reino de los Park tomara partida en los asuntos y casara a su hijo menor con el hijo de los Kim mientras que al mayor lo casaría con el hijo de los Do. Así, los Park actuaban como intermediarios.
—Nuestro hijo siempre ha sido tu as de paz, ya me tienes harta. ¿Acaso no piensas que quizá el ame a otro ser humano pero se reprima por tu culpa?—cuestiono la mujer. El rey suspiro.
—Probablemente, pero un príncipe como él sabe que antes de él siempre va a estar su pueblo.—pero el sí que pensaba en su hijo.
—¿Y estos matrimonios en que nos benefician?—pregunto la reina mientras se levantaba con furia sin dejarlo ver o escuchar por el rey, quien la veía tan tranquila como siempre con esos modos de hablar tan educados.—Somos el reino Do, el reino más poderoso del país, el benefició que trae esto es solo paz en el, no nos afecta ni nos ayuda en nada, solo arruinaremos a nuestro hijo. Pero déjame decirte una cosa, si nuestro pequeño decide no casarse incluso dos segundos antes de la boda, yo lo apoyare.—sentenció. El rey, que admiraba en silencio la belleza dé su esposa y sus palabras, hablo.
—Bien, pero que no se te olvide que antes de ser los poderosos Do, éramos los odiados por todos y que gracias a los Park, pudimos ser lo que somos ahora.
Y aquello afecto a su mujer de tal forma, que después de ese día volvió a contradecir en nada a su esposo en voz alta. Sin embargo, abajo en el salón de baile, los problemas empezaban, y aquellas palabras que la reina Do había repetido tantas veces empezarían a causar daños en su hijo.
—Bienvenido principe Do, soy su nuevo maestro del arte del baile, Bae JongIn.
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« YOURSELF » Omegaverse
FantasyKyungSoo Do nació bajo la estrella de la bondad y la luz, siendo la proeza más grande del reino, más tarde, la desgracia de los mismos. El amor puede ser un elixir de placer y alegrías, pero dependerá de quien te lo de, el efecto que surtirá en ti...