CAPÍTULO IV

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Adrian miró fijamente a Morrigan, quién prácticamente apareció de la nada

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Adrian miró fijamente a Morrigan, quién prácticamente apareció de la nada. ¿Qué era lo que esa chica estaba haciendo ahí? Se suponía que era una charla privada entre él y Liam.

Adrian la observó con detenimiento, la joven mujer era muy hermosa, de facciones finas, ojos verdes brillantes y labios gruesos, rojos y tentadores. Cabello dorado como las dunas de arena, aunque un poco enmarañado. La chica parecía ser frágil, quizá debido a su baja estatura y cuerpo delgado de formas armoniosas y exquisitas. Pero Adrian sabía que la fragilidad de Morrigan sólo era una pantalla, estaba seguro que detrás de ese hermoso rostro de ángel se escondía un fierecilla.

Definitivamente, esa chica era aún más hermosa en persona. Desgraciadamente, tenía una muy mala reputación. Quizá no era mala, sólo era una joven deseosa de atención.

Morrigan también lo miraba con atención; su rostro estaba completamente rojo, dotándola de un aire de inocencia. La chica carraspeó y desvió un poco la mirada. ¿Por qué ese hombre la hacía sentir así? Jamás le pasaba con nadie, pero él ejercía una enorme fascinación en ella, además de un poco de desconfianza.

-¿Quién es él? - Preguntó la muchacha mirando a su tío - ¿Qué hace aquí? - Dijo con una nota de desconfianza en s voz.

-Mi nombre es Adrian Haggard - Exclamó el hombre y estiró su brazo - Es un gusto conocerla, señorita Stone.

Morrigan lo miró detenidamente, sin atreverse a tocarlo. ¿Acaso lo escuchó bien? ¿Dijo que se llamaba Adrian Haggard? ¡No podía ser verdad! Adrian Haggard era un personaje ficticio, un tipo que sólo existió en la imaginación de algunas personas, entre ellas, su abuelo. Quién siempre le contaba historias fascinantes respecto a ese hombre y su escuadrón, los Esmilodontes. Todos ellos héroes en la Gran Guerra. Hombre y mujeres extraordinarios, dotados de gran fuerza, inteligencia y destreza en la lucha. Pero lo más grandioso de todo era su inmortalidad y la manera en que sus heridas se regeneraban a la velocidad de la luz.

La chica siempre creyó que todas esas palabras que salían de la boca de Eric, su abuelo, no eran más que cuentos de hadas; historias creadas por la mente de un viejo loco. Sin embargo, a ella le encantaba escuchar a cerca de la historia de la Gran Guerra; de cómo lo humanos habían logrado liberarse del dominio pleyadiano y salvar a la galaxia del yugo de esos seres que de un momento a otro se volvieron malvados.

-¿Qué pasa Morrigan? - Exclamó Liam - ¿No te da gusto conocer a un gran héroe? - Murmuró con una enorme sonrisa.

-¡Por favor! - gruñó ella - No estoy para juegos - Exclamó molesta - Todos sabemos que Adrian Haggard no existe, él sólo...

Adrian la interrumpió lanzando un gran carcajada, cosa que no le causó gracia a la joven, quién bufó y se cruzó de brazos, mientras lo miraba reír sin parar. ¡Se estaba burlando de ella! Y eso la llenaba de molestia aunque, tenía que reconocer que se veía muy sexy cuando reía.

SYNTHETIC PARADISE (A NEW MISSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora