"Adrian Haggard, antiguo militar y mercenario, además de gran amigo de la familia Stone, es contratado para cuidar a Morrigan Stone, quién además de sensual, es algo alocada y a veces un poco irresponsable. Adrian no es la excepción y sucumbe ante l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-¡Espera! - Gritó Morrigan cuando estaban a punto de dejar la casa.
Adrian se detuvo, indeciso en continuar o hacer caso de la joven. La miró a los ojos con aire interrogante, esperando a que ella dijera algo más. Pero Morrigan lo contempló y quedó perdida un instante en la mirada de Adrian.
-¿Qué sucede Morrigan? - Preguntó el hombre al notar que ella no decía nada más.
-¿Dejaremos aquí a Liam? - Preguntó con voz queda y triste - Creo que lo mejor sería volver por su cuerpo y...
-No va a estar solo - Respondió Adrian - He llamado a mi escuadrón y ellos vendrán en unos minutos para custodiar la casa y limpiar el desastre causado por Tristan...
-¡Pero Liam debe estar conmigo! - Gimió Morrigan con lágrimas en los ojos - Tengo que...
-Ellos se encargarán de tu tío - Dijo Adrian con voz firme - Nosotros no podemos permanecer en este lugar.
-Hablas como si no te importara - Bufó Morrigan y se puso seria.
-¡Claro que me importa! - Gruñó Adrian - De lo contrario no hubiese mandado llamar a mi escuadrón para...
-Pero... - Lo interrumpió la muchacha - ¿Qué va a pasar con su cuerpo? Yo debo hacer una ceremonia para despedirme de él y...
-Lo haremos después - Murmuró el hombre - ¡Ahora debemos irnos!
-¡No podemos irnos hasta llevarnos a Liam! - Gritó Morrigan - No quiero dejarlo con unos extraños que...
-Ellos no son extraños - Comentó el hombre - Liam conoce a los miembros de mi escuadrón, ¡más de lo que te imaginas! - Exclamó Adrian - Así que déjate de caprichos y ¡vámonos ya!
Adrian caminó varios pasos más, pero Morrigan se plantó en el piso sin moverse ni un centímetro más. Haggard volvió el rostro, un tanto molesto por la actitud de la joven que comenzaba a convertirse en un capricho. La joven lo miraba con tristeza, haciendo un puchero, ojos llorosos y entornados. Él suspiró, ¡se veía tan adorable! Pero conocía su fama de manipuladora, así que no se iba a dejar engañar por ese rostro angelical y hermoso.
-Ahora ¿qué pasa? - Preguntó el hombre, refunfuñando - Lo que tú quieres es que nos maten, ¿verdad? - Continuó y frunció el ceño, poniendo cara de pocos amigos.
-¡No quiero eso! - Chilló Morrigan - Pero... - Se detuvo a media frase y volvió a mirarlo con profunda inocencia - ¿Qué va a pasar con mis cosas? - Gimió - Necesito volver a mi alcoba por mi ropa, mi móvil y ¡metálico! - Exclamó soltándose de Adrian para dar la vuelta y caminar de regreso.
-¡Por favor! - Gritó el hombre - No digas estupideces Morrigan - Dijo Adrian perdiendo la paciencia - ¿Crees que eso importa en estas circunstancias? - Murmuró, molesto - ¿Qué sucedería sí, por estar perdiendo el tiempo arreglando tu maleta llega Beckett con un escuadrón de cyborgs y vuelven a atacarnos? - Bufó - Las cosas materiales no importan ahora, si necesitas algo, sólo dímelo y yo te lo daré...