"Adrian Haggard, antiguo militar y mercenario, además de gran amigo de la familia Stone, es contratado para cuidar a Morrigan Stone, quién además de sensual, es algo alocada y a veces un poco irresponsable. Adrian no es la excepción y sucumbe ante l...
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Tristan abrió las puertas de aquel salón y entró veloz como un rayo. Estaba muy furioso; había intentado comunicarse con Goodman para salir rápidamente hacia Ganímedes, pero no obtuvo respuesta del hombre. Beckett no comprendía el motivo por el cual, la señora Mayer había insistido en que ese bueno para nada, lo acompañara en su misión.
El mercenario prefería trabajar solo y si necesitaba de un escuadrón o un pequeño grupo de personas para llevar a cabo su misión, él mismo seleccionaba a quienes lo acompañarían en su cruzada, buscando elementos capaces de ayudarlo en su propósito.
El cyborg miró a todas pates de aquel recinto, donde un grupo de hombres y mujeres se encontraban en pleno coito. ¡Debió haberlo imaginado! El tal Goodman disfrutaba mucho de ese tipo de fiestas, provocando con esto que su rendimiento fuera bajo. Por ese motivo el cyborg no deseaba que ese sujeto lo acompañara, presintiendo que quizá el tal Goodman pudiera echar abajo la misión y Tristan no deseaba fallar.
Beckett lanzó un gruñido al localizar a Goodman, quién acariciaba el trasero de un par de morenas que le practicaban la felación. Tristan caminó a grandes zancadas, evadiendo a dos hombres, hasta llegar a Goodman y tiró con fuerza de él, arrebatándole un quejido.
-¡Es hora de partir! - Gritó Tistan tirando de sus cabellos - No debemos perder más tiempo...
-¡Pero... pero! - Grito frustrado - ¿Qué no ves que estoy ocupado?
-¡No me interesa! - Dijo Becket y lo amenazó con el cañón de un arma.
Al ver el arma, las mujeres gritaron y se echaron a correr, seguidas del grupo que se encontraba en el recinto, quienes esperaban lo peor y se dispersaron por el club, tratando de salvar sus vidas. Goodman tragó grueso, mirando el cañón del arma con el rabillo del ojo. Lo prudente era no protestar y hacer lo que Beckett le ordenaba, de lo contrario, podría desatar su ira.
Goodman se puso de pie y respiró profundo tratando de tranquilizarse, buscó su ropa y se alistó a la velocidad de un rayo para salir casi corriendo detrás del gigante del brazo de metal. Tristan no quería perder el tiempo, tenían que darse prisa pues había localizado a Morrigan y deseaba tomar a Haggard por sorpresa y emboscarlos para atrapar a la chica, entregársela a Lucian y después ajustar cuentas con Adrian. Sabía que no se habían movido de Ganímedes. El radar marcaba el mismo punto desde hacía más de un día.
-¿A dónde vamos? - Balbuceó Goodman entrando en la nave.
-Lo sabrás cuando lleguemos ahí - Murmuró Tristan con un gruñido - Ahora, ¡no hagas preguntas!
Goodman miró a su alrededor. Lucian se encontraba en el asiento del copiloto, ajustando el curso. Por las coordenadas, dedujo que se trataba de Ganímedes. A Morrigan le encantaba ir a ese sitio ya que los tratamientos con cristales eran muy populares, además de que disfrutaba de los minerales de sus aguas termales. También la chica disfrutaba de ir a esquiar y juguetear con la nieve; seguramente Morrigan se estaba divirtiendo de lo lindo en ese lugar en compañía de Adrian Haggard.