Día 32 (Bonus)

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Día 32: En la playa, Kohaku pierde su short en el mar mientras nada

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Kagome ponía bloqueador en el cuerpo de Rin, su hijita, mientras Sesshomaru, su esposo, se lo aplicaba a ella. Sus hijos más grandes, Sayumi y Kin, estaban jugando con las mellizas de Sango y Miroku, su hijo menor Kohaku estaba sentado bajo unas palmeras leyendo un libro. Rin lo veía de reojo esperando impaciente a que su mamá terminara de aplicarle la crema. Sesshomaru se levantó minutos después, había terminado de ponerle el bloqueador solar a su mujer, por lo que fue a limpiarse las manos y buscar una cerveza bien fría.

– ¡Mami! –exclamo la pequeña, queriendo que esta se apurara para poder ir junto al castaño que seguía leyendo bajo las sombras de las palmeras.

Kagome rio y froto las mejillas regordetas y rojizas de su hija aplicando un poco más de la crema protectora, lo que ocasiono un pequeño puchero en la pequeña pelinegra. Luego de unos segundos más, Kagome dio finalizado su trabajo y dando un pequeño empujón al cuerpecito de la infanta le hizo saber que ya podía ir a jugar. Rin chillo feliz y antes de correr hacia su crush, le dio un beso en la mejilla a su querida madre. Emocionada se plantó frente a Kohaku, quien levanto un poco la vista de su libro, se sonrojo y volvió a leer como si Rin no estuviera frente a él.

La niña no se desanimó por eso, pues sabía lo tímido que era el muchacho. Leyó el título del libro que sostenía el joven, «Un puente hacia terabithia» ella solo había visto la película, no era mucho ni le daba ventajas pero tendría algo de qué hablar con el castaño si se presentaba la ocasión. Tomo asiento junto a él y trato de leer el capítulo, pero Kohaku leía muy rápido y por ello pasaba las páginas antes de que ella pudiera llegar por lo menos a la mitad.

Haciendo un puchero desistió en el intento de leer junto al castaño, por lo que se recargo en su hombro, aburrida veía a sus hermanos jugar con las hermanas de Kohaku. Tuvo una idea maravillosa, realmente quería pasar tiempo junto al chico pero en serio se estaba aburriendo allí sentada. Determinada, se levantó, le arrebato el libro al muchacho que por la sorpresa también se levantó.

– ¿Rin? ¿Está todo bien? –la niña asintió, tomo el marca libros y lo coloco en el capítulo donde Kohaku se había quedado. Busco su mochila y al visualizarla se dirigió a ella para guardar el libro, notando incrédula otros dos más. Regreso su mirada al castaño que seguía sin comprender lo que pasaba, luego de cerrar adecuadamente la mochila volvió a donde aguardaba Kohaku y tomando su mano lo arrastro hacia la orilla del agua.

– ¡Vamos a nadar! –exclamo mientras seguía caminando al agua, llegado a la parte que le llegaba casi hasta al cuello pero que a Kohaku le llegaba hasta el pecho. En ese momento detesto ser tan pequeña. – ¿Por qué no juegas con tus hermanas? Parecen divertirse.

El joven solo volteo la mirada. –No es que no quiera, simplemente no me apeteció. –fue todo lo que dijo, lo cual no satisfizo la curiosidad de la pequeña, pero dejo el tema. Sin embargo, sonrió traviesamente mientras se sumergía bajo el agua.

Nado alejándose un poco de Kohaku, solo para despistarlo, luego lo rodeo hasta llegar a su espalda, con toda la sutileza del mundo, desato el cordón de su traje de baño; gracias a Dios, Kohaku era un chico tan tímido que solía usar ropa interior bajo el traje de baño.

El castaño al sentir la falta de presión del cinto de su pantalón se alarmo, busco a tientas pero pronto noto que ya no traía puesto el traje de baño. De pronto la pequeña cabeza de Rin emergió del agua, mostrando una inmensa sonrisa de oreja a oreja que lo sonrojo.

La niña rio con travesura. –Ahora tendrás que encontrar una forma de volver a la orilla sin que se vean tus calzones. –dijo y antes de irse, volvió para acercarse a la roja cara del muchacho y le dio un suave beso en su pecosa mejilla.

Aquella pequeña acción paralizo al joven, segundos después oyó su risa a lo lejos y al mirar la dirección de donde provenía la cantarían risa; se dio cuenta de que Rin ya estaba en la orilla saludándolo con la mano y dirigiéndose hacia sus padres que preparaban su merienda.

Suspiro antes de sumergirse a buscar su traje de baño, esa niña seria su perdición un día de esos. Y aparentemente era un mal día para haberse puesto calzoncillos de dragones.

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