Día 27

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Día 27: Basado en alguna película Disney

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Sesshomaru veía cómo su hija se iba convirtiendo en una pobre alma en desgracia, como la bruja del mar, Tsubaky, les llamaba a esas cosas que anteriormente fueron sirenas y tritones, trató de evitarlo usando su tridente, pero el contrato que Rin había firmado era válido e irrompible. La única solución para salvar a su pequeña sería la de cambiar de lugar.

– ¿Qué dices? ¿Aceptas o no? – con resignación evitó mirar el malvado rostro cuando cambió la firma de su hija por la suya. – ¡Trato hecho! –Y mientras reía con maldad, Rin volvía a la normalidad mientras Sesshomaru se convertía en aquella cosa rara y lamentable.

– ¡No! –gritó Rin, viendo el lugar donde estuvo la imponente figura de su padre, ahora sólo estaba su corona y él en una forma pequeña y triste. –Papá...

Jaken vio con dolor a su amo. Tsubaky tomó la corona y el tridente, exclamando su triunfo rió.

Rin dirigió su mirada a la bruja y con enojo se abalanzó a ella. – ¡Eres un monstruo!

–Suéltame atrevida. –la bruja la tiró a un lado y le apuntoó con el tridente. –Con contratos... ¡Ah! –exclamó luego de que una flecha le rasguñara el brazo. Al ver quién se la arrojó, gruñó. –Humano tonto.

Gritó Rin asustada. – ¡Kohaku, cuidado!

Tsubaky mandó a sus anguilas a atrapar al príncipe que trataba de nadar a la superficie, y casi lo lograba pero lo habían atrapado. Con ayuda de Jaken y Shippo liberaron a Kohaku, pero la bruja le apuntó con el tridente.

–Despídete de tu adorado. –Sin embargo, Rin jaló su cabello desviando el ataque y haciendo que destruyera a los viles secuaces de la bruja, quien chilló al ver cómo desaparecían sus bebés. –Mis pequeños miserables...

Rin salió a la superficie para verificar el estado de su amado, sin ver cómo Tsubaky usaba su poder para hacerse gigante.

–Kohaku, tienes que irte.

–No, no te dejaré. –El mar tembló y ellos fueron elevados por la gigantesca cabeza de la bruja, saltaron al agua para evitar ser atrapados, abrazándose observaron con incredulidad al monstruo ante ellos. – ¡Cuidado! –gritó Kohaku, viendo cómo un tentáculo se dirigía a ellos.

Tsubaky conjuraba la tormenta, una fuerte ola lanzó a Kohaku lejos de Rin. Los barcos hundidos emergieron gracias al remolino que formó la bruja, quien arrojó a la sirenita al centro del remolino y empezó a disiparle rayos.

Kohaku, que había caído en uno de los barcos, logró hacerse con el timón pese al brusco movimiento, y en un impulso atravesó la punta en el centro de la bruja; matándola en el proceso. Él saltó antes de hundirse, como Tsubaky y el barco al cual se aferraba. Con su muerte todos fueron liberados.

Rin veía con anhelo, desde la distancia, la figura desmayada del príncipe.

–Realmente lo ama. –murmuró Sesshomaru, sabía que la perdería pero la felicidad de su hija lo valía todo.

Con su poder, cambió la cola por piernas, recibiendo una brillante sonrisa de su pequeña, quien nadó hasta llegar a su amado quien justamente acababa de despertar. Al verla sonrió maravillado ante la visión de su sirena. Levantándose, la tomó de la cintura y le dio vueltas, para luego proceder a besarla.

De la misma manera la besó cuando el padre los declaró marido y mujer. Rin se despidió de su familia y junto a su príncipe partieron en el gran barco que los llevaría a su siguiente aventura.

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