Día 14

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Día 14: Crema de chocolate

...

La caliente y rasposa lengua masculina dejaba un camino de intenso fuego a su paso, desde sus pechos hasta su vientre.

Manos grandes y gruesas acariciaban sus hinchados y sensibles pechos, apretó las sabanas de seda entre sus puños sintiendo un exquisito espasmo recorrerla nuevamente. Se sobresaltó un poco al sentir cómo su prometido dejaba escurrir en su cuerpo aquella crema de chocolate que con tanto ahínco había escondido entre sus cosas para comerlo a gusto.

Cuando su guapo prometido Sesshomaru lo encontró, decidió que, en vez de un regaño por su falta de compromiso en la dieta que quería hacer, la torturaría con sus dos debilidades, el chocolate y su erótico e irresistible toque.

–B-basta, ¡ah! –Gimió al sentir sus dedos en su zona privada. – ¡Ahhh, ya! P-prometo no romp... ¡Kyaa!

Los dedos de Sesshomaru tomaron más velocidad y profundidad en su tarea.

–Dime Kagome, ¿volverás a romper tus propias reglas?

Maldito el momento en que le dio la autorización de encargarse de su dieta para la boda, debió seguir su consejo de que estaba bien como estaba y no dejarse llevar por lo que decía aquella tonta revista de moda que compró hace tres semanas.

Estás perfecta, no necesitas ninguna dieta estúpida para verte mejor.

Aww, te amo, pero igual quiero intentarlo, por ello te encargo mis alimentos, no puedes dejar que coma ningún dulce, ni aunque te ruegue y si lo hago, tienes que darme un castigo.

¿Un castigo?

Sip, si es lo suficientemente severo se me quitarán las ganas de comer chatarra, pero sobretodo, no dejes que coma chocolate, ¿de acuerdo?El asentimiento de su prometido fue suficiente para que chillara mientras lo abrazaba.

Volvió a maldecir mentalmente, recordando cómo fue a parar en aquella situación, porque, aparte de estarle regando el glorioso chocolate, manjar de los dioses, le estaba negando el maldito orgasmo que llevaba varios minutos postergándole. Las lágrimas de placer caían por sus sonrojadas mejillas, el sudor perlaba su frente y su espalda se arqueaba ante el nuevo espasmo que la azotó.

–N-no, lo juro, ¡lo juro! ¡oh, Dios! –exclamo casi en agonía cuando lo sintió ralentizar el movimiento de su mano. –Por favor...

–Éste es tu castigo, Ka-go-me, tendrás que atenerte a las consecuencias. –su voz, ronca por la pasión hizo doler sus erectos pezones, los cuales también estaban cubiertos del dulce, el cual fue limpiado por la lengua del peliplata.

Volvió a gritar, suplicándole que detuviera su tortura.

–Entonces, Koi, ¿cuál es la lección? –el deje de burla en su voz le hizo inflar los mofletes.

–Q-que no volveré a hacer dietas ridículas...–La respuesta pareció complacer en sobremanera a Sesshomaru, un fuerte gruñido emergió de su pecho, calentando aún más su sangre.

–Buena chica. –Sacando sus dedos de su vagina, tomo posición encima del cuerpo femenino, tomando sus pequeñas manos entre las suyas más grandes, la miró a los ojos, dorado chocando con celeste. –Prepárate para tu recompensa, Koi.

Y durante las siguientes horas, solo se escucharon gritos y gruñidos.

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