Día 6

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Día 6: Primer encuentro después de la derrota de Naraku

...

Finalmente regresaría a la aldea de Kaede, tenía pocos meses sin ver al grupo de su hermana... Y de no ver a Rin. Luego de que el señor Sesshomaru la dejara con la anciana Kaede, le suplicó que lo entrenara y sorprendentemente no rechazó su suplica y dejó que lo acompañara.

Desde entonces era oficialmente su aprendiz, de eso unas once lunas lo que casi equivalía a un año más o menos, sin embargo, además de las técnicas apropiadas de lucha, también lo estaba educando, no como a un señor feudal, pero le explicaba dónde estaban los puntos débiles de un demonio, cómo y cuándo atacar, los tipos de veneno. Le tenía demasiado respeto al señor Sesshomaru, lo admiraba tanto como a su querida hermana.

Y por ello, guardaba cual tumba el gran secreto del Lord, no es que se lo confesara a propósito, pero una bruja a la que debía exterminar había lanzado un hechizo de la verdad en el señor en un último acto desesperado de supervivencia, lo cual terminó sin querer con el DaiYoukai confesándole su atracción por la señorita Kagome, de quien aún no había noticias, por lo que sabía.

Por eso, se encontraba de camino a visitar a su hermana, cuñado y sobrinas pequeñas, el señor Sesshomaru le dio una semana de descanso mientras el señor Totosai le forjaba una guadaña más fuerte usando un colmillo del Lord, aún no estaba seguro de por qué lo hizo, pero como decían por ahí; «A caballo regalado, no se le ve colmillo».

Ah Uh le dio un aventón, por lo que llegó más rápido. Su parada fue en la cabaña de su hermana, donde fue recibido por casi todo el grupo, disfrutó de las atenciones de su hermana mayor y jugó un rato con sus sobrinitas, escuchando con gran interés la noticia de que Shippo se encontraba también entrenando su Yoūki. Escuchaba todos los acontecimientos hasta que la curiosidad no le pudo más.

–Disculpen pero... ¿Y Rin? –sus mejillas se sentían calientes al notar las miradas pícaras que le dirigían los presentes. Tosió para disimular.

–Bueno, pequeño cuñado, tu lady se encuentra en la colina de la aldea recogiendo algunas hierbas. –El tono sugerente del monje le hizo poner los pelos de punta. Decidió salir de allí y buscarla, antes de que los demás hicieran comentarios raros.

Pensaba en lo que le diría, cómo reaccionaría al verle, después de todo se habían hecho muy buenos amigos y estaba ansioso por verla y llevarla a una feria que había visto días atrás, estaba seguro de que le encantaría. Casi llegaba a la cima cuando escuchó su cantarín tarareo mientras seleccionaba y limpiaba las hierbas.

Sonrió. –Hola Rin. –la joven niña volteó sorprendida, oyendo la gruesa, y aún en desarrollo, voz de su querido amigo exterminador.

Sus ojos se cristalizaron, soltando la sesta de mimbre, se levantó de un salto mientras saltaba a los extendidos brazos de Kohaku.

– ¡Te extrañé mucho! –Sí, él también la extrañó bastante, quizá demasiado.

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