Capítulo 18: Imparables

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El clan estaba reunido en torno a ellos, dentro del volcán, ansiosos porque empezara la acción. Janja cruzó mirada con la de Jake, reconociendo por fin el brillo de anticipación que le confirmara que estaba preparado. Entonces, se abalanzaron uno contra el otro para colapsar en el aire. El clan aulló con emoción cuando el sonido metálico de las dentelladas llegó hasta sus oídos. 

Probablemente era un gasto de energía innecesario, pero Janja estaba convencido de que el clan necesitaba algo más que suerte si querían sobrevivir. Necesitaban organización, estrategias... y un buen entrenamiento. Y la única forma de lograrlo sin poner en riesgo a nadie era practicando entre ellos.

Jake tacleó sus brazos con un golpe certero que lo dejó en el suelo, y él aprovechó su nueva posición para atrapar a su oponente de una pata. El mayor respondió a esto tomándolo por la nuca y tirando con fuerza de su piel. Janja lo liberó solo para poder levantar la cabeza con fuerza y asestarle un golpe en la garganta al contrario. La hiena, sofocada, tuvo que retroceder algunos pasos para recuperarse.

Janja se lo permitió. No iba a dejar que Jake le ganara, aún si era solo un entrenamiento, pero tampoco quería obligarlo a tirar la toalla. Llevaba un par de días con una actitud más relajada desde la muerte de Fisi. Había empezado a socializar de nuevo, y se le veía más interesado en las actividades del clan. Janja pensaba que aquello era una buena señal. Para Jake, para el clan, y para su propia posición como nuevo alfa.

Permitió que Jake diera el siguiente golpe. Este corrió en dirección a Janja con intenciones de atacarle el cuello, pero justo un segundo antes de que sus colmillos lo tocaran, Jake agachó la cabeza e intentó morderle un brazo. Janja tuvo apenas un instante para saltar fuera de su trayectoria, aterrizando sobre el flanco derecho de Jake. Se lanzó contra él para morderle el pliegue de piel entre el codo y las costillas. El otro se apartó con un chillido. Janja lo liberó de inmediato, preguntándose si había dado una dentellada demasiado fuerte. Jake se miró el área herida, y después miró a Janja con perplejidad.

— ¿La axila? ¿En serio?

Una carcajada discreta recorrió las filas de hienas. Janja sonrió con sorna, limpiándose con la pata el pelo que se le había quedado en el hocico con el último mordisco.

— Jefe, Mzingo acaba de llegar — interrumpió Nne.

El clan completo giró la cabeza hacia la brecha de entrada. El viejo buitre estaba ahí, parado firmemente sobre sus dos patas, con el cuerpo recto y la mirada seria. 

Janja rodó los ojos, ligeramente irritado por su presciencia, y se acercó a él.

— Espero que tengas una buena razón para interrumpir nuestro entrenamiento — bufó.

— Una bastante buena, de hecho — Mzingo sonrió de costado, mirándolo pícaramente. — Mi parlamento descubrió una manada de antílopes cerca del límite con el Cementerio de Elefantes. Si nos damos prisa, podremos alcanzarlos antes de que crucen la frontera con el reino.

El clan a espaldas de Janja se acercó a ellos un par de pasos, con orejas atentas y ojos hambrientos. El propio Janja lucía hambriento.

— ¿Hay suficientes?

— Puedes contar con ello — la sonrisa del ave se ensanchó al ver el interés de la hiena. — Te guiaré hasta el rebaño y ustedes se encargarán. Iré a buscar mi parte más tarde.

Antes de que nadie pudiera agregar nada más, Mzingo dio la vuelta y se lanzó al vacío para alzar el vuelo. Janja lo observó un segundo, antes de mirar a su clan.

— Bien chicos, ya escucharon al pajarraco. ¡Vamos!

El grupo salió corriendo con desesperación del cubil, haciéndose agua la boca con la promesa del buitre.

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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