Capítulo 8: Otra cara con manchas

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Jasiri se ocultó detrás de la primera roca que se encontró. Asomó la cabeza con cuidado para asegurarse de que nadie la siguiera y, una vez que vio despejado el camino, corrió a internarse en el pasillo.

Habían pasado semanas de la partida de Aren, pero ella aún no tenía ni el tamaño ni la edad que Tanesha consideraba apropiados para poder salir del valle sola. Había muchos peligros, decía, como el clan de Fuvu o encontrarse con forasteros. Pero Jasiri no podía evitar sentir ese deseo por terminar de recorrer Las Lejanías. Era su hogar, ansiaba conocerlo por completo. Y el hecho de que poder salir legalmente solo ocurría en contadas ocasiones hacía que su curiosidad aumentara. Un poco de peligro siempre tornaba las cosas más atractivas. Así que, de cuando en cuando, en atardeceres como aquel en que su madre salía a patrullar, conseguía sortear la mirada vigilante de su hermana y escabullirse al peligroso laberinto que había allí afuera.

La hiena trepó con agilidad sobre una serie de piedras que parecían producto de un derrumbe y descendió dejándose deslizar ladera abajo. Una vez ahí, miró los caminos que tenía por opción y eligió el que estaba más a la derecha, ese que aún no había recorrido. Saltó hacia él y se dio a la tarea de explorarlo.

Tenía la firme de idea de querer conocer cada rincón, vuelta y recoveco que pudiera haber en su territorio. ¡Había tantos usos para ello! Podía encontrar atajos, cuevas secretas para vigilar en cubierto, incluso sitios dónde acorralar a posibles enemigos. No esperaba ser la primera hiena en encontrarlos, pero quizá sí la primera en darles un uso.

Saltó por encima de un pequeño geiser que constantemente arrojaba vapor, y el salir de la cortina blanquecina se topó con otro cuerpo de pelaje oscuro. Apenas sus patas tocaron la tierra, clavó las garras para detenerse antes de chocar. Era su hermano.

— ¿Qué haces afuera? — preguntó sorprendido y asustado.

— ¡Davu! ¿Qué haces afuera? — alzó la cabeza y relajó la posición de su cuerpo.

— Mi rutina — dijo como si fuera algo obvio. — Los adultos tenemos cosas que hacer... cosas importantes.

Jasiri sonrió y rodó los ojos.

— Como sea... no voy a tardar mucho — pasó a un lado de su hermano, aún en la misma dirección que tenía contemplada desde antes de encontrarlo.

— ¿A dónde vas?

— Solo... quiero dar la vuelta — sonrió por encima del hombro y siguió caminando.

— ¿Tú sola? — Davu avanzó con ella.

— Yo me siento cómoda yendo sola. No como otros...

— Soy cauteloso — retrajo las orejas.

La chica rió.

— ¡Eres un miedoso! Y no es la primera vez que salgo sola.

— ¿¡Qué!? — exclamó casi en un grito horrorizado, pero eso no detuvo a la joven. — Jasiri, sabes que desde que tía Aren se fue Fuvu ha estado viniendo más a nuestro territorio. Y los forasteros que a veces se aparecen por aquí...

La chica se detuvo y dio la vuelta para quedar cara a cara con su hermano. Aún tenía que levantar la cabeza para verlo a los ojos, pero estaba segura de que eso no seguiría siendo así por mucho tiempo.

— Oye, ya no soy una bebé — señaló. — Puedo cuidarme sola. Y si me encuentro con hienas forasteras o del clan de Fuvu me aseguraré de que no vuelvan.

Dio vuelta para continuar su camino.

Davu detrás de ella tiró de sus orejas con las manos en frustración.

I'll Be Good (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora