Esa noche, el volcán cercano estaba más activo que de costumbre. Fuera de Las Praderas, ahí donde no había árboles que aminoraran la fuerza del viento o que protegieran a los animales de los proyectiles calientes, el espectáculo era mucho más impresionante. Las explosiones, aunque a una distancia segura, podían verse perfectamente en el horizonte. Fragmentos de roca caliente se elevaban cientos de metros antes de volver a la tierra, por obra de la gravedad, y aterrizar en los alrededores. El estruendo que hacían al salir era ensordecedor aún en el sitio donde vivían las hienas. El cielo estaba negro como boca de lobo, y a lo lejos podía observarse el fugaz brillo de los rayos que el vapor volcánico provocaba.
Madoa observaba esto desde el interior de la guarida donde su familia pasaba las noches. Se escondía temerosa entre las paredes rocosas y el cuerpo de su hermano mayor, un adolescente que respondía al nombre de Davu. Aunque las erupciones asustaran a ambos cachorros, ninguno de los dos se atrevía a volver la mirada al interior de la cueva. Los gritos de dolor de su madre resonaban más alto que las explosiones.
Desde que los primeros rugidos del volcán hicieron eco en la oscuridad, Tanesha la hiena había entrado en labor de parto. Sus amigas más cercanas, Mzisi y Ashura, la anciana que sabía de medicina, Ragana, y su hermana mayor, la matriarca Aren, entraron con ella a la cueva antes de que la actividad se intensificara, y no se irían de ahí hasta asegurarse que el nuevo cachorro llegara sano. Llevaban así toda la noche, y ningún miembro del clan había sido capaz de cerrar los ojos. Todos estaban en vela, preocupados por el parto. Y era que, si para las hembras de otras especies era un proceso difícil, para una hiena lo era el doble. Muchas eran las madres que habían dejado hijos huérfanos en el proceso, y el compañero de Tanesha, Jabari, había muerto recientemente en una disputa contra el clan enemigo que vivía en el Cementerio de Elefantes. ¿Qué sería de sus hijos si ella también se iba?
— Anda, querida, no es tu primera vez.
— Eso no lo hace más fácil — jadeó Tanesha.
Madoa retrajo las orejas y abrazó a su hermano.
— Davu, tengo miedo — chilló.
— Tranquila. Mamá ya pudo con nosotros, saldrá bien de esto.
— ¡Ya puedo verlo! — gritó una de las hienas al fondo de la cueva. — Estás muy cerca, Tan, ya viene.
Los cachorros escucharon un alarido de la garganta de su madre, y luego todo quedó en silencio. Temiendo lo peor, ninguno de los dos se atrevió a voltear. Se pegaron más uno al otro, y con el corazón latiéndoles en la garganta, esperaron a que alguien les informara los resultados.
— Niños — habló por fin su tía. — ¿No van a venir a conocer a su hermana?
— ¿Una hermana? — preguntó Madoa con curiosidad.
Ambos hermanos miraron detrás de ellos. Aren los observaba a la espera de que se acercaran. Su madre estaba tumbada al lado de ella, respirando rápidamente mientras un pequeño cuerpo oscuro buscaba a tientas algo en su vientre. Los hermanos se acercaron con paso tambaleante.
Madoa observó a la nueva cría, alimentándose de la leche de Tanesha. Sonrió.
— ¡Tengo una hermana!
— ¿Escuchaste eso, Tan? — preguntó una de las hembras a la hiena, acariciándole el rostro con el hocico. — Es una chica, ahora tienes dos niñas.
— ¿Cómo vas a llamarla? — preguntó la vieja partera.
— Debe ser un nombre fuerte, si se atrevió a nacer en medio de este escándalo — rio una tercera.
— Un nombre que honre su valentía — asintió la matriarca. — Pero que sea también delicado para una cachorra.
— ¿Qué tal Bisa? — propuso una.
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I'll Be Good (Español)
Fanfiction(Basada en la película de Disney The Lion King, y en la serie The Lion Guard) Un grupo de hienas extranjeras llegan a Las Lejanías y Jasiri, intrigada, decide observarlos. Con el pasar de los días, y los breves pero intensos encuentros entre clanes...