Jasiri había tenido que dar muchas explicaciones al volver a casa después de ayudar al chico extranjero. El aroma del forastero se había quedado impregnado en su pelaje y eso no había pasado desapercibido por su clan. Sin embargo, para su buena suerte, también lo había hecho el olor de la sangre, y le fue sencillo inventar una historia donde había conseguido atacar y ahuyentar a un macho joven.
Tanesha la miró con suspicacia y no hizo más preguntas. Pero, para desgracia de la cachorra, había decidido mover la zona por donde podía explorar a una sección más cercana al valle. Eso le dificultaría volver a buscar a Janja y los otros forasteros... al menos mientras su madre bajaba la guardia.
Jasiri tuvo que esperar algunos días en silencio. Cada mañana, cuando salía del valle, se preguntaba si ese sería el día en que por fin podría acercarse a curiosear. Temía que, si tardaba mucho, cuando tuviera oportunidad de acercarse al volcán de nuevo fuese demasiado tarde y los extranjeros se hubiesen ido. Ella sabía que existían algunos clanes errantes que a veces aparecían en Las Lejanías. Pero ninguno de ellos se quedaba ahí por mucho tiempo, y temía que el grupo de Janja, Chungu y Cheezi fuera otro de ellos porque eso significaba que no podría estudiarlos.
Su oportunidad llegó algunos días después cuando Tanesha por fin dejó de seguirle la pista para continuar entrenando a Madoa como próxima alfa. Jasiri se escabulló entre los pasillos con rapidez y de la forma más silenciosa posible para evitar que Davu la descubriera.
Pero al llegar al sitio donde había visto a Janja por primera vez, no encontró nada. Olfateó las rocas y el aire, solo para descubrir que tampoco había rastros nuevos de él o sus compañeros. Se debatió un momento entre ir en su búsqueda o volver a casa, y finalmente decidió que lo segundo era lo más sabio para evitar más problemas con su madre.
Pero Jasiri empezaba a mostrar tintes de terquedad en su personalidad, y no se dio por vencida tan fácilmente. Los días siguientes volvió y recorrió la zona a conciencia, buscando cualquier indicio de la presencia de otras hienas. Además, quería memorizar bien el lugar por si llegaba a encontrarlos y las cosas no salían bien. Los encuentros con Fuvu la habían hecho aprender que siempre era bueno tener más de una vía de escape.
El segundo día que se acercó lo dedicó a esto. Descubrió una gruta secreta que pasaba por debajo de una pila de rocas y conducía a una pequeña charca, así como un segundo corredor que la llevaba de vuelta al área de patrullaje de su hermano. Después de algunas vueltas notó también una forma más sencilla de llegar al nido de águilas del otro día, que a su vez conectaba con la parte más alta de la roca, desde donde podía tener una mejor vista. El volcán se veía muy lejano desde ahí.
El tercer día decidió que recorrería tanto como pudiera a nivel del suelo. Notó que, a medida que se acercaba al volcán, el terreno cambiaba. La roca se volvía más porosa, y la tierra más rica en algunas zonas. Había, para su sorpresa, pequeños valles tapizados de hierba e incluso algunos árboles. Imaginó que con las lluvias debían de verse preciosos, y memorizó las ubicaciones para volver cuando el agua llegara.
El cuarto día por fin tuvo señales del clan forastero. El corredor por el que decidió aproximarse ese día tenía ese particular aroma que había olfateado en el pelaje de Janja la última vez combinado con otros similares, seguramente de los otros integrantes de su clan. Más adelante descubrió restos recientes de alguna presa: mechones de pelo marrón y fragmentos pequeños de huesos perfectamente limpios. Debían tener al menos una hora bajo el sol, y eso le dio altas esperanzas.
Para el quinto día ni siquiera tuvo que adentrarse demasiado en la zona. Al dar vuelta a un montículo grande de tierra, por fin los encontró. Janja los encabezaba, y todos avanzaban olfateando el suelo. La chica se asustó, temiendo que quizá la habrían descubierto, y se ocultó en el nicho de roca más cercano que encontró. Aún era pequeña, y no tuvo muchos problemas para deslizar su cuerpo en el interior de hueco. Los vio desfilar delante de ella, a escasos metros de su posición. Consiguió contar catorce hienas, todos machos y todos de edades que rondaban la de Janja. Y luego desaparecieron, siguiendo su camino. Si a caso habían olfateado su rastro, ninguno le dio importancia. Esperó algunos minutos antes de por fin atreverse a salir, y volvió a su posición tan pronto como pudo. Si el grupo llegaba a toparse con su familia, estarían en problemas. Corrió hasta la frontera para ser ella la primera hiena con la que se cruzaran cuando pasaran por ahí, y así poder advertirles para que dieran vuelta y se marcharan. Jasiri esperó durante horas, observando desde lo alto de las paredes de roca y olfateando al nivel del suelo. Pero los forasteros nunca aparecieron.
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I'll Be Good (Español)
Fanfic(Basada en la película de Disney The Lion King, y en la serie The Lion Guard) Un grupo de hienas extranjeras llegan a Las Lejanías y Jasiri, intrigada, decide observarlos. Con el pasar de los días, y los breves pero intensos encuentros entre clanes...