Janja supo que algo raro había pasado cuando, a los pocos días del encuentro con el clan de Tanesha, las patrullas enemigas simplemente desaparecieron. No había rastros frescos en la frontera, ni ruidos, ni avistamientos de ningún tipo. Ni siquiera de Jasiri.
Una parte de él se sentía aliviada de no tener que lidiar con el clan de Tanesha por unos días, pero estaba casi igual de intrigado por su repentina ausencia... así como por ese olor acre que el viento traía desde la dirección opuesta al valle de la matriarca. Janja y su clan habían ido pocas veces por esos rumbos: por una parte, las hienas que vivían de ese lado eran bastante hostiles, y además, no había mucho para cazar, de modo que no valía la pena el viaje.
El chico observó el panorama desde el exterior del volcán, delante del hueco que usaban para ingresar. El cielo estaba despejado y la brisa seca golpeaba con fuerza, y le extrañaba que, a pesar de todo, no se viera ninguna silueta en lo alto. ¿Dónde estaban esos estúpidos buitres para cumplir su parte del trato?
— ¿Vas a dejarnos aquí todo el día? — preguntó la voz de Jake a sus espaldas, cuando el sol empezaba a bajar.
Janja no se molestó en voltear a verlo. Solo con escuchar los pasos del otro sabía que pronto estaría lo suficientemente cerca como para poder hablarle sin girar la cabeza.
— Espero a que llegue Mzingo — respondió una vez que la hiena llegó a su lado. — Ese pajarraco debe saber algo.
— Sí, pero... hace hambre — chilló Cheezi sobre su otro flanco.
Y su estómago rugió como si intentara mostrar una evidencia.
Solo entonces Janja apartó la mirada del horizonte para ver a sus compañeros. Todo el clan estaba detrás de él, pidiendo con los ojos que salieran a buscar algo de comer. El joven no recordaba cuándo había sido su último bocado. Quizá tendría un par de días de antigüedad... después de la división de territorios no habían tenido mucha suerte rastreando las pocas presas que había.
Pero el olor dulzón del lado oeste parecía muy prometedor...
Janja sintió su propio estómago vibrar, seguido de uno de esos retorcijones a los que ya se había acostumbrado.
— Bien, iremos a buscar algo — se puso de pie. — Pero esta vez exploraremos cerca del Cementerio... algo me dice que tendremos más suerte con esas hienas que con Tanesha.
Con cautela, el líder los condujo a trote en la dirección marcada. Otro enfrentamiento con un clan que los triplicara en número era lo último en su lista de cosas que deseaba hacer.
Pero a medida que se acercaban al Cementerio, más extraño le resultaba todo: llevaban varios minutos caminando y aún no se habían topado con algún vigilante del clan de Jasiri... ni del clan del Cementerio. Todo estaba inquietantemente silencioso, y tampoco de ese lado de Las Lejanías podía olfatear rastros recientes de otras hienas, ni siquiera del lado más cercano al reino del león. Sin embargo, lo que sí podía oler era ese aroma que el viento arrastraba hasta el volcán, mismo que parecía cobrar intensidad y que, a medida que se acercaban, se tornaba más bien fétido.
Al instante supo de qué se trataba. Reconocería el olor de un cadáver en cualquier tipo de condición, pero la magnitud que ese aroma presentaba era mucho mayor a cualquiera con el que Janja se hubiera topado.
¿Qué sería aquello que estaba pudriéndose en las entrañas del laberinto? ¿A caso un búfalo enorme que había caído por alguno de los despeñaderos? ¿Una manada de antílopes que se habían perdido y muerto por el calor? ¿O quizá solo eran restos de la comida de alguien que habían sido olvidados por mucho tiempo?
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I'll Be Good (Español)
Fanfiction(Basada en la película de Disney The Lion King, y en la serie The Lion Guard) Un grupo de hienas extranjeras llegan a Las Lejanías y Jasiri, intrigada, decide observarlos. Con el pasar de los días, y los breves pero intensos encuentros entre clanes...