Capítulo 15: En las patas de la matriarca

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El crepúsculo llegó, y nadie en el clan parecía tener noticias de su hermano.

Jasiri estaba preocupada. Davu no solía meterse en problemas, ni atrasarse para la hora de comer. Tampoco era común que no respondiera a los llamados de Njeri, por sobre todas las otras hienas. Era de lo más extraño.

La joven hiena subió hasta la cima de los bordes de tierra que delimitaban el valle donde vivían. Desde lo alto, sintió el viento sacudir su pelo. Miró las estrellas, como si en ellas fuera a encontrar las respuestas que buscaba. Observó a lo lejos lo poco que lograba ver de Las Praderas. Sabía que Davu no era tan estúpido como para aventurarse a ir él solo, pero con tantas dudas como las que había, ninguna posibilidad debía ser descartada.

— Es suficiente — escuchó la voz de su hermana. Madoa había trepado hasta llegar con ella. — Mamá autorizó que una cuadrilla salga a buscar a Davu. Vamos.

— ¿Alguien tiene una idea de dónde está? ¿Nadie ha dicho nada?

— No, me temo que no — suspiró. — Tendremos que rastrearlo.

Jasiri se levantó y siguió a la mayor de regreso al clan. Todos estaban agrupados ahí, frente a su madre, siendo seleccionados y organizados por ella.

— ¿Quién más irá? — preguntó Jasiri.

— Mamá está en eso: solo dejará ir a los mejores. Debemos darnos prisa por si está en problemas. Está por anochecer y... ojalá se encuentre bien.

La menor entendió de inmediato lo que había entre líneas. Las Lejanías eran todavía más hostiles de noche que de día. Davu podía haberse topado con chacales, con algún grupo viajero de hienas como las que había conocido el otro día, o con cosas peores... pero prefería no pensar en ello.

— Estará bien — rio Jasiri, intentando reconfortarla. — Ya sabes cómo es, seguro solo se quedó atorado en una grieta de nuevo con ese enorme trasero suyo. ¿Recuerdas eso?

Madoa sonrió.

— Sí... tal vez deberíamos de llevarle algo de comida. La última vez estaba hambriento.

— Será mejor concentrarnos en encontrarlo, por ahora. Ya tendrá tiempo de comer.

Las hermanas se reunieron con su madre. Esta ya tenía organizada la cuadrilla que las acompañaría a buscar a su hijo. Tanesha se acercó a Madoa y le dijo:

— Esta será una de tus prácticas como matriarca. La mitad del grupo te seguirá a ti, y la otra mitad a mi. Demuéstrame que puedes guiarlos.

— Claro, mamá.

Entonces, Tanesha se dirigió a su hija más pequeña.

— Ve con tu hermana, necesitará ayuda. Cuando encuentren a Davu, avísame como te enseñé.

— De acuerdo.

La matriarca miró a su clan y dijo:

— Ya saben qué hacer — y corrió con dirección al pasillo por donde accedían al valle.

Las hienas que debían acompañarla así lo hicieron, y el resto se quedó esperando ordenes de Madoa. Todas las miradas recayeron sobre la joven y ella, recordando sus lecciones, ordenó:

— ¡Síganme! Vamos a encontrar a mi hermano.

Y corrió sobre las huellas de su madre. Jasiri y el grupo, otras siete hienas entre las que estaban Sauda y Radhi, la obedecieron. La cuadrilla siguió a su futura matriarca con dirección a la zona norte de su territorio, y una vez allí, anduvieron de forma individual. Olfatearon la tierra y las piedras, obteniendo escasa información sobre el camino que había seguido Davu.

I'll Be Good (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora