Capítulo 5: El sabor de la independencia

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Los primeros días fueron los más difíciles para el pequeño grupo.

Habían acordado que debían alejarse todo lo que pudieran del territorio de su manada antes de poder concentrarse en el nuevo viaje. Se levantaban muy temprano por las mañanas, previo al amanecer, pero después de que los grandes depredadores se hubieran ido a descansar de nuevo. Caminaban todo el día, avanzando furtiva y temerosamente entre los pastizales y las praderas, deseando no ser vistos por nadie. Cuando el sol caía, buscaban un sitio donde amontonarse unos con otros y esperar a que la hora más peligrosa pasara. Solo entonces podían dormir, antes de que fuera momento de volver a levantarse para seguir huyendo.

Janja notó que pronto Fisi empezó a tener esa actitud de hiena dominante que lo clasificaría como líder. Era él quien marcaba el camino a seguir, el que calculaba los tiempos de descanso, y el que organizaba al clan para ponerse en marcha. Y aunque esto disgustaba un poco al joven, no ponía demasiada resistencia para obedecer. Después de todo, Fisi era el mayor de todos y el que había tenido la idea inicial, sin mencionar que lo había ayudado a escapar de su hermana aquella noche. Además, parecía hacer bien su trabajo: la comida no era abundante pero nunca escaseaba, no se metían en problemas, y si bien los horarios que imponía eran estrictos, les permitían descansar lo suficiente.

¿Qué era lo peor que podía pasar si mantenía la cabeza baja solo durante el viaje?

Esa situación no podía durar para siempre...

*      *      *       *      *

El paisaje se distorsionaba tras una calima. Aún con eso, podían ver que no había más depredadores cerca. Podían andar con confianza al menos durante algunos minutos.

El clan contempló el cuerpo de la cebra. Ninguno de ellos podía creer lo que habían conseguido. Pelear con un león nunca había parecido tan sencillo, era como quitarle un hueso a un cachorro. Solo habían tenido que asustarlo un poco y el indefenso gato había huido olvidándose de su presa. La caza estaba entera: el felino no había tenido oportunidad de probarla siquiera. La boca se les hizo agua y el estómago les rugió de solo verla.

— ¿Se dan cuenta de lo que esto significa? — dijo Fisi.

— ¿Que somos ladrones? — preguntó Cheezi.

— Que somos supervivientes — corrigió el primero. — Esta cebra no solo es nuestra primera comida decente en meses: es la prueba de que podemos hacer todo lo que queramos, de que fuimos pisoteados y humillados, tratados como un puñado de inútiles... pero nada de eso es cierto. Somos más de lo que el clan nos hizo pensar.

— Al diablo con el clan — masculló Moja.

— ¡Al diablo con las hembras! — rio Tatu.

— ¡Al diablo con todo! — declaró Fisi. — A partir de ahora, haremos todo lo que queramos, vamos a disfrutar todo lo que nos dijeron que no podíamos.

— ¡Sí! — dijo el grupo a coro.

— Esta cebra es por nosotros, y por todo lo que viviremos a partir de hoy.

Y el grupo clavó los colmillos en la carne fresca.

*     *     *     *     *

El sol empezaba a caer.

Janja corría detrás de Fisi, con intención de alcanzarlo. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, sus extremidades eran más cortas que las de él, lo que le hacía imposible realizar la tarea. El resto del grupo corría detrás de ellos, chillando y riendo a su antojo. Todos estaban felices. Nunca antes habían podido correr durante tanto tiempo y, aunque sus cuerpos sin condición se cansaron rápido, no tenían intenciones de parar.

I'll Be Good (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora