16: Galiana

57 7 7
                                    


Marcos regresó con la noticia de que toda la familia de Galiana, mi hija, estaba en proceso de ser convertida, excepto la madre por ser una bruja.

―Tuve que negar tu existencia y decir que no tengo clan ―me explicó―, les dije que me había enviado una vieja amiga.

―¿Y eso?

―Cuando iba en camino, Estrella me lo dijo. No sé bien la razón, solo obedecí.

―Está bien, seguramente es para ponerlos a salvo de mi persona, Catalina puede saber dónde están ellos a través de mí.

―Sí, es lo más probable.

―¿Qué debes hacer ahora?

―Esperar.

―¿Esperar a qué?

―A tener nuevas instrucciones, mucho me temo que tendré que dejar tu clan, debo ir a reclutar más gente y, además, tengo que separarme de ti si queremos que esto funcione. Yo debo ir y venir por el mundo.

Me quedé en silencio. Una separación más por la estupidez de Catalina.

―Siento mucho tener que dejarte, si no fuera necesario...

―Lo sé, Marcos, no lo sientas por mí, lo siento yo por haberte metido en este lío.

Me dedicó una agradecida sonrisa.

―No lo sientas, esto es lo que quiero, así me siento vivo, tú sabes que me gusta la aventura, además, así tendré posibilidades de sacar afuera lo que soy.

―Tienes razón, estoy seguro de que lo harás muy bien.

―Eso espero.

Nos dimos un abrazo fraterno. Ese muchacho sería muy importante en mi vida y en la de mi hija, aunque es ese momento no me imaginaba el cómo.

―Adiós, Medonte, ya nos veremos por ahí.

―Seguro que sí, si me necesitas, sabes cómo encontrarme.

―Claro. Gracias.

―Gracias a ti.

Se fue.

Debo admitir que me sentí solo. Más solo de lo que nunca había estado. Corrí por varios kilómetros y me senté a la orilla de un acantilado. De pronto, allí pude percibir una energía. Tuve una visión. Una hermosa muchacha, a mi hermano y a Catalina. Esa joven era arrastrada por Licurgo, mientras Catalina hacía callar a un perro que los seguía, ladrando y gruñendo.

Las Lunas de Abril IV : Luna eternaWhere stories live. Discover now