Capítulo 18

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El sol martilleaba la ventana. Sus ojos fueron expuestos a una claridad inédita que tensó sus sentidos, mientras su cuerpo yacía gélido y rígido. Tornó su mirada son desosiego, alterada, con un profundo vacío en su pecho. Estaba desnuda sobre la cama de Asano, con él a su lado, con nervios y resignación de lo sucedido. Rememoró como trato de negarse, de imponerse, de negar la profanación, mas su desdichado cuerpo falleció entre los brazos del chico. Con asco, se abrazó a sí misma, en un acto reenconfortante. Miró el reloj, apenas eran de madrugada, pero aún así se levantó, para después ponerse las delgadas telas de las que había sido despojada con tanta desvergüenza. Sintió el cuerpo del joven moverse tras ella, por lo que se apresuró a vestirse y salir de allí.

Lamentó que fuera lunes, primer día de clases, y caminó hasta la escuela. Nadie la esperaba allí, sus compañeros compartían una relación medianamente aceptable con ella y sus profesores la veían lo suficientemente cualificada como para faltar a clase. Se planteó la idea de no asistir, estando en medio camino, y cuando la opción la cautivó, regresó a su casa. Esta estaba fría, con un aroma a sándalo que siempre la encandilaba. Los muebles portaban polvo y el mantenimiento era escaso; era notable que apenas visitaba su hogar.

Las habitaciones eran disparejas y extravagantes, con tamaños y colores bizarros para otorgar simpleza y alegría a su caótica vida. En cierta parte, el decorado la agradó por primera vez, por lo que sintió los ánimos suficientes como para remojarse en agua, adentrandose en el escueto cuarto que ella llamaba baño.

Limpió en profundidad las zonas que Asano había tocado, y aunque en otra época la encantase que rozara su piel, ahora de la hacia violento y repudioso. Su situación había cambiado, ambos lo sabían, sin embargo, ninguno tenía conocimiento como para arreglarla. __ tenía la certeza de que ella padecía dependencia y que hacia todo lo que el chico solicitara, aunque tratase de negarlo, y que él era un probable narcisista que ejercía manipulación sobre las personas, y que al contemplar que su manipulación sobre __ no funcionaba, cambió de forma radical su visión.

¿Qué podía hacer ella, sino era matar a Koro-sensei? ¿Qué otro propósito la motivaba? Ninguno. Por eso Asano cumplía un papel primordial en su vida, en su sistema, en su monotonía. Estaba realmente apaciguada, navegando entre sus pensamientos y sobre el agua de la bañera, cuando la puerta de su vivienda rechinó. Era obvio que era Asano, aún así, suprimió cualquier palabra o insulto que en una situación cotidiana hubiese preferido. Tras envolverse en una toalla, abrió la puerta.

- __...

La voz de Asano era entrecortada, cansada, fatidica, como si hubiese recorrido todo ese camino corriendo. Y, para acierto de sus deducciones, así había sido. Entonces, a la conciencia de __ golpeó una realidad abrumadora de la cual no se había percatado anteriormente. Asano era tan dependiente de ella como ella de él, en ese proceso mutuo se basaba su relación. Y dado que la manipulación sobre un solo lado había sido asertiva, __ también podría extorsionar al muchacho con especulaciones diversas que alteraran su conciencia. Una de ellas, el enamoramiento de Karma, manteniendo una cercanía extraña con él. Suprimió una altiva sonrisa, antes de permitir la entrada a Asano.

- ¿Sucede algo? -cuestionó la fémina.

- ¿Por qué no estás en clase?

- Estaba cansada.

El impulso la obligó a suspirar, dejando adentrarse a Asano en su casa. No era la primera vez que él estaba allí, pero el ambiente se sentía extrañamente más pesado, recargando toda la tensión acontecida en las últimas semanas en una sola habitación. __ no esperó que el chico afirmara que se ausentaría de las clases, con su hasta presencia allí, erguido y con una enigmático mirada, la bastó para deducir que Asano tenía algo pendiente que comentar. Por primera vez, atisbó como el muchacho se envolvía en nervios, contrayendo su cuerpo y desviando con vergüenza la mirada. Para aliviar la tensión y la ansiedad que experimentaba, __ propuso tomar una infusión.

Se alejó unos pasos hasta llegar a la cocina, tomando entre sus manos la tetera con el agua hirviendo, vertiendo el contenido en dos pequeños vasos antes de depositar un pequeño sobre de manzanilla y otro de té de menta. Conocía bien los gustos de Asano, a él jamás le había agradado el té, prefería café y otro tipo de bebida, por lo que la joven optó por aquel líquido tibio y amarillento que tantas veces había degustado a su lado. Sin quererlo, formó una expresión nostálgica, tomando las tazas volviendo al salón.

- Hay algo que quiero decirte - intervino Asano, mientras __ depositaba las tazas sobre la mesa- He estado investigando por mucho tiempo. Aquella noche que llegaste llorando a mi casa, diciendo que ibas a morir, me exalté. También lo hice cuando supe que Shiro te había atacado, o cuando te encontré llorando en el patio trasero de la escuela. No entendía nada, y cada vez que te preguntaba, te negabas a hablar. Le comenté la situación a mi padre, le cuestioné si conocía la razón de tu ímpetu en el traslado de clases, recibiendo una respuesta afirmativa. Se negó a decirme más.

- Le pedí que no te dijera nada.

- También comentó eso, se excusó diciendo que así tú lo habías requerido. Traté de cuestionar a tus compañeros, a tus profesores, hasta a antiguos alumnos con los que compartías relación. Nadie sabe nada sobre ti, sólo saben que eres alguien sagaz, impulsiva y contundente, egoísta y que sólo mira por si misma. Nadie conoce tus gustos, tus preferencias, ni siquiera tu dirección- Asano respiró con una dificultad abrumadora-, entonces, no ví más opción que preguntarle a Shiro al respecto.

Asano contó como había acudido al lugar donde se encontraron la última vez, cuestionando sobre los datos que poseía sobre __. La fémina escuchó con una expresión sosegada todo lo que el chico relataba, cómo había tomado la explicación y qué había pensado al obtener la información que quería. Le escuchó decir como estaba aturdido, temeroso, y como experimentó la suficiencia que tenía por la muchacha.

- Dije que tú eres dependiente de mí, pero al separarme, he notado que la dependencia que desarrollé por ti es igualitaria a la tuya. Nos necesitamos, __, lo sabes.

__ no mencionó nada, limitándose a sonreír con complicidad. Ahora que conocía esa, quizá podría volver a llamarlo Gakushuu.

Hola, mucho tiempo. ¿Me odian? Espero que no :> Tardé tanto en escribir esto por asustes personales, sé que parece una excusa, pero necesitaba resolverlos, y ahora que todo se ha asentado, puedo volver a retomar todo. Creo que mencioné que haría un especial con una festividad, así que elegid una. No sé. ¿Navidad? ¿Halloween? ¿Un cumpleaños? Está en vuestra elección. Espero no me odíesis, bye bye.

No soy perfecta, ¿sabes?  Asano Gakushuu y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora