Capítulo 8

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La oscuridad de la habitación era abrumante, el sepulcral silencio quemaba sus oídos. Las cuatro pareces roidas, de un tono blanco sucio, parecían querer deborarla. El tacto de las yemas de sus dedos contra la pared era áspero, causándola un escalofrío involuntario.

Al pensar en abandonar ese fúnebre territorio, un pinchazo irrumpió con sus deseos, congelando su cuerpo. Sintió aquel líquido vagar con libertad por sus venas, entrando más y más por aquella jeringuilla. Suspiró con desosiego, abandonando la idea de librarse de su destino.

La exaltación cuando despertó cubierta de sudor fue encubierta por las lágrimas que, sin permiso, bajaban por su rostro. Torció la boca, palpando sus mejillas con ironía, hacía tanto que no lloraba. Frunció el ceño al recordar la razón de su llanto, recurriendo a olvidarse de sus problemas camino al Instituto.

Sus toscos andares y el gesto serio de su cara repelía a las personas que a ellas se acercaban para charlar. Frustrada por desconocer la razón de su sueño, apretó los puños con indignación y aceleró el paso, olvidando los dolores de cabeza que sentía.

- Buenos días- saludó de forma habitual a sus compañeros, alcanzando su sitio.

Sus intentos por reprimir su enfado fallaron debido a la batería de preguntas que sus compañeros de clase emitían, provocando un aumento instantáneo del mal carácter de __.

-Chicos - llamó Kayano- Creo que la están molestando, hacer silencio, por favor - rogó.

Al ver la cara de aprobación de __, los chicos cayaron sus plegarias y evitaron más contacto con ella. Una mirada de agradecimiento hacía Kayako bastó para que abordara con un potente abrazo el cuerpo escuálido de la fémina.

- ¡ Entre nosotras nos ayudamos! ¡ No hay problema! - afirmó, disfrutando del cálido contacto que emitía la chica por unos segundos más.

Las horas se hicieron eternas para aquella mente llena de problemas. Ella misma se preguntaba internamente si el sueño tenía algo que ver con ella o si simplemente había sido una pesadilla más de esas que todos tenemos. Procesando esa información, perdió la noción del tiempo y cuando las clases acabaron, Karma la tuvo que alentar.

- Muévete- alegó con una sonrisa traviesa- Hoy has estado en las nubes, ¿ acaso pensando en mí?

__ negó.

- Era un tema importante- aseguró- Lamento haber estado ausente. Si no te importa, debo marcharme, Karma.

- No te recordaba tan educada.

Y sin reprochar por ese comentario, __ se marchó.

El frío agua de la ducha relajaba su piel, hundiéndose en aquel líquido que masajeaba sus músculos con cuidado. Se colocaba con delicadeza el champú sobre el pelo, haciendo pequeñas ondas para esparcirlo correctamente.

El dolor en su cabeza seguía palpitante, atormentando sus pensamientos con dureza. El acto que hizo antes de abandonar la escuela retumbaba en su mente. Se había encarado de forma Radical con su novio, quien sólo se preocupaba por su bienestar. Aún recordaba sus frías palabras.

- Eres idiota. Uno preocupado y tú, como siempre, una necia.

Sus palabras la habían tomado por sorpresa, por lo que abandonó la escuela lo más pronto que pudo. Se deshizo de la ropa, metiéndose en el agua según cruzó la puerta. Con la excusa de despejarse, había añadido piedras aromáticas al baño, las cuales emanaban un empalagoso olor que embriagaba sus fosas nasales.

__ frunció el ceño al sentir el agua humedecer su piel, rememorando de forma inconsciente terribles sucesos que se colaban en su memoria con rapidez. Al sentir su cuerpo más ligero a medida que su cerebro procesaba sus recuerdos, terminó por cerrar los ojos.

- Gakushuu... - susurró, antes de caer dormida de nuevo.

Aquel sueño recurrente había inundado su mente, repitiendo la misma situación una y otra vez. Mas ahora el entorno era diferente. Una camilla blanca era su lugar de descanso, rodeada por pitidos nulos que recurrían a sus oídos. Los bajos vocablos que oía parecían ser pronunciados en otro idioma alternativo, sus órganos auditivos se sentían poco familiarizados con ellas. Un fuerte pesar inundó su pecho al oír pasos aproximándose con fluidez, transportando a su cuerpo a un estado de desosiego. Algo iba mal.

Troncos voces depositaron su tranquilidad en un espacio remoto de su cuerpo, provocando temblores en el cuerpo de la chica. Sentía fuertes pasos aproximándose con decisión, tornando la puerta para exponer sus rostros, para __, extrañamente familiares.

Los pequeños rasgos característicos de los hombres, como una pequeña barba recubriéndole el mentón y una enorme barriga era los más destacable que los adefesivos podían mostrar.

Sin embargo, __ no chilló hasta que una tercera figura apareció, con sus ropas blanquecinas y su tono ensordecedor. Inconscientemente, aquel hombre la hacía delirar, quererse desatar y huir, cosa que en esas circunstancias era muy improbable hacer, para su mala suerte.

De nuevo, su pulso acelerado y su palpitante respiración la despertaron de golpe, dejando su cerebro en un estado psitico donde analizaba su sueño. Era consciente de lo sucedido, sin embargo, aquellos sueños recurrentes parecían querer comunicarla algo importante.

El agua anteriormente aromatizada y cálida de la bañera ahora era espesa y fría, obligándola a abandonar su baño sin oponer resistencia alguna. Sus ojos, cubiertos de jabón, se mantenían abiertos intentando olvidar las pesadillas.

Y cuanto las lágrimas volvieron a brotar como cascadas de sus ojos, sólo se le ocurrió una persona a la que llamar.

A pesar de su enfado, Gakushuu no la negó la entrada a su casa. __ balbuceaba cosas que sin sentido que hacían mancillar su perfecta imagen, deteniendo sus vocablos para mirar al chico con desesperación. Gakushuu aún no comprendía la melancolía de sus ojos ni la alteración en el ambiente, por lo que cuando __ habló, no pudo evitar alarmarse.

- Voy a morir.

Lamento haber tardado tanto, tuve algunos problemas personales y pues... Espero no me odien. Este capítulo es un poco aburrido :p yo lo admito. Sorry.

No soy perfecta, ¿sabes?  Asano Gakushuu y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora