La infancia de __ había sido cruda, despojado de inocencia y regocijo. Tenía un progenitor estricto, de carácter tosco que priorizaba el dinero a su propia felicidad, alguien que no empatizaba con sus seres cercanos y sólo se había unido en matrimonio por el beneficio que obtenía de ello. Su madre, por su parte, era una mujer elegante y sumisa que se sometía a todo tipo de torturas psicológicas con tal de complacer a su esposo sin recibir regaños de su parte.
__ había vivido bajo la disciplina autoritaria de su padre y bajo el desinterés perpetuo de su madre. Podría jurar que fue criada por la sirvienta que acicalaba la cama cada vez que ella se levantaba, quien era la persona más empática que la joven conocía hasta el momento. Nunca compartió el interés de su padre por el dinero, ni atendió cuando su madre trataba de explicar los beneficios otorgados por contraer matrimonio con un buen hombre. Aún recuerda cuando expuso su opinión sobre el compromiso ante ella.
-Madre, yo no me quiero casar -admitió con pudor, con las mejillas matizadas por aquel rosada nítido.
-¿Qué dices, __? -encolerizó, mientras sus ajustados tacones martillaban sobre el suelo-. ¿Piensas quedarte soltera, sin conseguir un marido? ¿De dónde nos vas a dar dinero? ¿A caso te ves apta para trabajar?
-Pensé que podría estudiar una carrera.
-No, ni lo pienses.
__, en ese entonces, era aún un niña, y los vocablos que su madre había difamado sobre su futuro no lograron asentarse en su cuerpo. El matrimonio era lejano para ella, algo que no deseaba, que creaba una sensación de repudio en su interior. No quería casarse por amor, no se creía capaz de soportar tantos años enamorada de una persona. Tampoco quería casarse por dinero, a ella no la hacía falta aquel suministro fundamental. La idea de un matrimonio arreglado tampoco la convencía, ya que sus padres expusieron con nitidez la sumisión que debía ejercer ante su marido.
Para una niña de apenas seis años, el matrimonio dictaminaba su futuro, y eso a ella no la agradaba. Sus padres la presentaron decenas de hombres con los cuales emparejarse, desde niños sagaces con una frialdad gélida hasta jóvenes aturdidos por la belleza de la fémina. Ella rechazó a cada uno de ellos, mostrando la aversión que experimentaba cuando su madre la notificaba que un nuevo muchacho se presentaría en su casa. Sin embargo, la paciencia de sus padres se colmó cuando, con ocho años, __ abofeteó a Yusei Nishikori, un joven que había depositado su mano en su muslo izquierdo sin pudor alguno.
__ no tardó en desahacer el agarre, sometiendo al chico a una ardua paliza donde quebró su nariz, lastimó su ojos y reventó su labio. Aún cuando la sangre se impregnaba en los nudillos de la joven, esta se aferraba al cuerpo de Yusei con firmeza, alegando que no se detendría hasta que su cuerpo quedase recubierto de moratones y la mano con la cual la había rozado aislada de su cuerpo. Tuvieron una gran discusión tras de eso.
- __, eres una desgracia para la familia.
A la muchacha no la desconcertó oir esas palabras que su madre siempre replicaba en su contra, sosteniendo sus mechones con rudeza. Después de tantas reprimendas por negarse a aceptar a un chico, __ creía, inocentemente, que todo desembocaría en lo mismo: una semana sin la atención de sus padres, para después recibir a otro muchacho con el cual encararse. Sin embargo, todo fue diferente aquella vez.
-Queríamos sacar dinero a través de tu matrimonio, __ -expuso su progenitor, alejando el curvado cuerpo de su mujer de la niña-, pero no nos dejas más opción. No estamos dispuestos a perder todo el dinero que invertimos en ti, por lo que te venderemos al mejor recaudador.
En ese momento, los ojos de __ ya se habían impregnado de lágrimas. El simple hecho de alejarse de todo lo que alguna vez consideró su hogar martillaba con fiereza en su pecho, pero aún más la dolía el hecho de que sus padres, aquellas personas que, en los libros, decían que debías depositar tu confianza, la vendiesen como un vil objeto, la ardía en el alma. A pesar de sus profundos sollozos, de los gritos encarnizados que quemaron en su garganta por semanas, de las súplicas de rodillas donde se despojó de su dignidad, sus padres encontraron un comprador.
-Él hará lo que quiero contigo -espetó su progenitora, con la indiferencia marcada en sus facciones. __ aguardaba, que almenos en su despedida, se mostrase resentida por sus acciones, mas solo veía orgullo de librarse de ella-. Si quiere golpearte, te dejas. Si quiere dañarte, te dejas. Si quiere violarte, te dejas. Si quiere matarte, te dejas. Ahora eres de su completa propiedad.
-No, mamá, no.
Las manos temblorosas de la niña se crisparon en torno a la falda de su madre, mientras hundía sus dedos entre los hilos de la prenda con el propósito de que la mujer notase la desesperación que la embargaba. Sin embargo, la mujer solo la apartó con una mueca de asco, limpiándose posteriormente la zona que __ había tocado. A los ojos de la niña, una infante que iba a ser vendida sin piedaz, el mundo era una mierda.
-Espero no volver a verte, __ Yoshiro.
Un hombre tomó el menudo cuerpo de la joven entre sus brazos, mientras esta se revolvía y pataleaba con todas las fuerzas que sus brazos y piernas contenían. Golpeaba todo lo que alcanzaba, y aunque su mísera fuerza parecía dañar momentáneamente al hombre que la sujetaba, no parecía ser suficiente. Recurrió a morder la mano del hombre, hincando con agonía los rígidos dientes en la piel que bordeaba sus dedos, pero tampoco resultó.
El hombre, aunque estaba encolerizado por los reproches de la niña, la arrastró hasta un coche, donde la aferró a unas tiras blancas que envolvieron su cuerpo. Cuando una estirada aguja se aproximó a su cuello, __ comenzó a negar, cohibida u aterrorizada, sintiendo como el líquido tibio penetraba en su piel, causando un abrumador sueño que la aturdió por completo.
Cuando despertó de nuevo, la única figura que __ aún rememora es la de un hombre vestido completamente de blanco con una voz ronca que la saludaba con sorna.
- Bienvenida a nuestro laboratorio, espécimen 2.
¡Sorpresa! Volví con el pasado de __, sólo para que compartais el odio que tengo por los padres de la misma. También quería agradecer el éxito de este fanfic, en serio, os amo. Aunque aún una cosa que amo más. Me encanta cuando los lectores habláis entre vosotrxs por los comentarios, me siento como una mamá que ve a sus hijos socializando.
Es como: "Oooooh, mis bebés se están conociendo". Es una sensación muy bonito causaba únicamente por ustedes, muchas gracias. Bye bye :)
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No soy perfecta, ¿sabes? Asano Gakushuu y tú
Spirituelles__ es lo más lejano a perfecta. Sí, tiene un cuerpo bonito y una increíble inteligencia, pero era su personalidad lo que la hacía ser especial. En esta historia, nuestra protagonista tomará el papel como la novia de Asano Gakushuu, dejando a todo e...