El cálido manto que brindaba la primavera envolvía la estancia, cubriéndola de pequeñas y exóticas flores matizadas de tonos cálidos, contrastantes con la opacidad perpetúa de las calles. Asano, con el temor de que el tiempo se resolviese y sus prendas se acuasen, sostenía un rígido paraguas a su lado, rememorando con impaciencia lo que este significaba. Años atrás, su madre se le había obsequiado, a principios de año, cuando su cumpleaños arribó y su progenitor olvidó la fecha. Él estaba enfadado, frustrado quizá, pero el cálido sentimiento que causó aquel paraguas le llevó a comprar un regalo para la chica.
Era el cumpleaños de __, él lo sabía, pero había evadido el tema con la excusa de que reportaría con facilidad su regalo, aunque sabía que evitaba mirarla para no causar decepción cuando nadie le brindase un regalo. Asano lo sabía, la fémina no tenía a nadie, nadie la obsequiaría un regalo, y el chico quería avivar su ánimo, como tiempo atrás su madre lo hizo con él. El regalo que había comprado no era costoso, no era algo que __ necesitase, pero la exaltación que padeció el joven al sostenerlo le hizo saber al instante que ese sería el regalo idóneo para la chica.
No tardó en arribar la calle donde la joven vivía, en una casa acústica de grandes dimensiones, aunque sólo ella habitase en aquella gran vivienda en las afueras de la ciudad. Con la llave que con anterioridad había conseguido, ingresó en la casa, descubriendo el abrumador silencio que embargaba a la misma. Buscó por varias habitaciones, tratando de hallar a __, pero su presencia parecía no encontrarse en la casa, por lo que Gakushuu optó por preparar otro obsequio para la misma.
Se dirigió a la cocina, rebuscando entre los muebles erguidos a metros del suelo, impolutos y deslumbrantes, como si __ habituase a limpiarles con demasiada frecuencia. Asano halló los ingredientes necesarios para cocinar una tarta, algo que deleitase el paladar de la fémina, y aunque repudiase cocinar, quería alegrarla, y cautivando su estómago era la mejor manera.
Elaboró con arduo trabajo la masa para un pastel que, tras meditar donde cocinarle, volcó en un molde verdoso que había untado con mantequilla para evitar que el postre se adhiriese a las extremidades del mismo. Metió el molde en el horno, anotando con precaución la temperatura y el tiempo de coción, y cuando todo estuvo ajustado a su gusto, engulló el resto de la masa que había quedado en la cuchara, cerciorándose de que el sabor de la masa fuese correcto.
Después de aguardar un tiempo sentado frente al horno, decidió que buscar algo con lo que decorar el pastel no era mala idea, por lo que reabrió los armarios, escrudiñando cada mínimo espacio para encontrar algo con lo que volver aquel simple postre en algo exótico difícil de olvidar. Halló fondant de variados colores, cremas pasteleras en buen estado, y para su sorpresa, extravagantes frutas deliciosas resguardadas en el gélido frigorífico.
Cuando el pastel estuvo listo, no demoró más de diez minutos en colocar las decoraciones sobre la flácida textura del postre, con el único anhelo de que aqueo esfuerzo fuese recompensado y agradecido por __. Minutos después, cuando, exhausto, recogía la cocina, la puerta de la entrada se abrió, mostrando a una desconcertada muchacha con un rostro acaramelado por el inconfundible aroma azucarado.
-¡Gakushuu!
__ corrió en su dirección, palpando las mejillas harinosas que el chico había olvidado lavar, y tras recoger lo que restaba del desorden que Gakushuu había causado, la fémina dirigió su regocijada mirada al joven, quien aguardaba a que ella detuviera sus movimientos para comunicarle la noticia.
-¿Qué haces aquí? -cuestionó, con una mueca sorprendida, __, algo alterada por el desorden que el muchacho había provocado.
-Feliz cumpleaños -se limitó a conmemorar, estirando sus frígidos labios en una tensa sonrisa que __ no advirtió.
-La tarta, ¿es para mí?
Gakushuu cabeceó con delicadeza, vislumbrando como las mejillas de __ se ocultaban tras una retórica sonrisa dichosa.
-¿La hiciste tú? ¿Podemos probarla? ¿Seguro que no es tóxica?
-Si lo es, miles de personas han muerto ya -estableció Asano, sarcástico-. Seguí un tutorial de Google con más de tres mil visitas, y no lo han demandado. Creo que sobreviviremos.
La pasmosa ilusión que fluyó por el ambiente fue suficiente para que la incertidumbre que __ sentía por si alguien iba a rememorar su cumpleaños se apaciguase. Se encontraba jubilosa al saber que al menos una persona había gastado unas horas de su día en dedicarla una sorpresa, y ella lo agradecía con gestos tan efusivos como abrazar con constancia al contrario y sonreír complacida en demasía. Aún así, cuando su paladar ya había degustado la maravillosa elaboración de Gakushuu, y este se había auto-halagado con parsimonia, sus ojos no evadieron aquel caótico brillo al ver el regalo que el chico la tendía con sus palmas abiertas y una sonrisa formada en sus labios.
__ arrebató el envoltorio de las manos del chico, apresurándose para que los papeles la permitiesen divisar el objeto que Gakushuu la había obsequiado. El envoltorio azotó el suelo, mas ninguno de los dos jóvenes se preocupó por él, puesto que uno estaba centrado en la reacción que expondría la fémina al contemplar su regalo, y la otra era carcomida por los nervios de una forma tan exaltante que no podía disolver su atención del objeto que recaía en sus manos.
-Es una caja de música -profirió, con voz ahogada-, de color celeste y con una pequeña bailarina en el centro.
La expresión de Gakushuu se tensó.
-¿No te gusta? -preguntó con pavor-. Como alguna vez mencionaste que te gustaba la música, la compré. También pensé en comprar insectos, pero no soportaría venir a tu casa y ver orugas arrastrándose por el suelo. Pero si no te gusta, creo que comprar una pequeña oruga tampoco es mala idea. Sólo no la dejes suelta cuando yo venga.
__ pensaba responder ante la primera frase que el chico había mencionado, pero sus vocablos se atoraron en su garganta el escuchar la melodiosa música que emanaba del objeto. Una melodía a piano, con notas sinfónicas y armoniosas que conjuntaban a la perfección. La muchacha esbozó una sonrisa genuina, apretando el obsequió entre sus manos.
-Es perfecta, Gakushuu. Gracias.
Mucho tiempo desde que no nos vemos, creo que debería actualizar más seguido. Pero tengo una buena noticia (creo). Debido a la popularidad del fanfic, pensaba abrir una cuenta en tiktok haciendo vídeos sobre la historia y los personajes, y me gustaría saber cuál es vuestra opinión frente a esto. Me pone nerviosa pensar que vais a responder. No me odies hasta muy tarde. Bye.
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No soy perfecta, ¿sabes? Asano Gakushuu y tú
Duchowe__ es lo más lejano a perfecta. Sí, tiene un cuerpo bonito y una increíble inteligencia, pero era su personalidad lo que la hacía ser especial. En esta historia, nuestra protagonista tomará el papel como la novia de Asano Gakushuu, dejando a todo e...