Fourteen

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•:Crucio:•

Estábamos atrapados en esta fortaleza que albergaba mis peores pesadillas

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Estábamos atrapados en esta fortaleza que albergaba mis peores pesadillas.

Crucio

No estamos solos, era obvio que no lo estaríamos. Mis oídos están aturdidos y aún así puedo escuchar el grito de Draco.

Algunas manchas negras cubren mi vista, sin embargo puedo ver algo acercarse a nosotros.

Es muy extraños que hace solo unos momentos estuviéramos celebrando la navidad. No se cuento tiempo ha pasado, pues todo se volvió negro y volví a perder la conciencia y ahora solo ruego que no le haya pasado nada a mi bebé.

—Fue muy mala idea traicionarnos— escuchaba la voz, pero no lo veía por las manchas negras de mis ojos—. Son unos bastardos

Cuando la persona se acerca, un miedo horrible y desesperado se apodera de mi.

—Hola, hija— mi cuerpo se tensa ante esa palabra y puedo distinguir la voz.

—Átala— ordena, me arrastran por el suelo al ver que no podía moverme. Draco está al otro lado de la habitación tirado y ensangrentando.

—Por favor... déjame ir...— dije entre sollozos

El joven, que había terminado de sujetarme, no contestó: estaba demasiado ocupado comprobando la firmeza de las cuerdas.

Luego, sin decir una palabra, me dio la espalda y se marchó a toda prisa. No podía decir nada, ni podía ver adónde había ido.

Algo salpicaba al suelo, y era más grande que ningún caldero que él hubiera utilizado nunca: era una especie de pila de piedra capaz de contener a un hombre adulto sentado.

La mujer tenía un bulto en el suelo, el cual se agitaba con más persistencia, como si tratara de liberarse.

En aquel momento, la mujer hacía algo en el fondo del caldero con la varita. De repente brotaron bajo él unas llamas crepitantes.

El líquido que contenía el caldero parecía calentarse muy rápidamente. La superficie comenzó no sólo a borbotear, sino que también lanzaba chispas abrasadoras, como si estuviera ardiendo.

—¡Date prisa!

La entera superficie del agua relucía por las chispas. Parecía incrustada de brillantes.

—Ya está listo, mi señor

—Ahora... —dijo la voz fría.

La mujer abrió el lío de ropa, que parecía una túnica, revelando lo que había dentro, grite.

El mismo bulto de la noche en la que Cedric murió.

—¡Hueso del padre, otorgado sin saberlo, renovarás a tu hijo!

Sin importar que... (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora