Fue imposible que la confusión no abrumara mi mente. Desde mi llegada esta mansión mi mente no ha obtenido un solo instante de tranquilidad; "Eres un esclavo sexual". Aquellas fueron las palabras con las cuales fui recibido, ese había sido el motivo para yo ser traído aquí, y, sin embargo, todo ha cambiado desde aquel momento. De las fiestas a la reclusión. Del maltrato, al cariño y aun punto medio entre ambos. Del deseo a lo pasional. Este lugar no posee lógica. Sirvientes, Sebastián, Dastan, el amo Kendrick, nadie aquí posee un mismo comportamiento por mucho tiempo, cambian tan fácilmente como un día soleado puede pasar a ser uno lluvioso.
Tras haber descubierto aquellos extraños libros, por un instante tuvimos intenciones de tomar uno y sacarlo, pero hacerlo sería exponernos a ser descubiertos por Dastan, aquel chico de cierta forma con sus miradas constantemente parece estar juzgando cada movimiento que Sebastián hace, es obvio que duda de la aparente, acuerdo de paz, que sostiene conmigo. Pese a la enorme cantidad de información que contienen los libros dejados por Adei, me molesta un poco no poder leerlos, hubiera sido más fácil comprenderlos si su escritura hubiera sido similar a otros libros que he podido leer. Aunque según Sebastián, yo no podría comprender libros distintos a los centrados en contar historias donde hay magia, seres mágicos y demás cuentos comprensibles para mi inmadura mente. ¿Acaso en esta mansión existe alguien que tenga la mente libre sanamente estable? ¡Yo lo dudo!
Sintiéndome algo inquieto, he optado por pasar un día en tranquila paz, dudo haber podido tener algún momento para no estar pensando en cosas tan problemáticas. Sin deseos por abandonar la habitación, he decidido sentarme junto a la ventana. Contemplando los jardines, sin quererlo, mi vista se ha fijado en unos hombres que caminan por el patio junto al amo Kendrick—. ¿Me pregunto si irán a comprar a algún esclavo?
—Veo que tú también sabes de aquello —mi corazón súbitamente se ha detenido al momento que escuche la voz de Dastan resonando en mi oído izquierdo, sin pensarlo, mi cuerpo ha dado un ligero brinco. Intentando tranquilizarme, me he tensado al momento en que una divertida risa escapo por los labios del chico frente a mí—. Perdona, no pretendía asustarte —sus palabras no coinciden con su acción, a esta habitación nunca se tiene permitido pasar a menos que lo permita el amo Kendrick o yo, cuando nuestro amo no está cerca, Dastan siempre comienza a comportarse como si él fuera el dueño del lugar. Sin ofrecer ni pedir disculpa alguna, Dastan, con toda confianza, ha tomado asiento al otro extremo de la ventana—. Debe tener muchos contactos, de otra forma, no sé cómo el amo Kendrick lograría tener su propio mercado de "mascotas" humanas.
No consigo pronunciar palabra alguna, esta persona me causa gran miedo, así como nunca puedo tener certeza sobre que piensa el amo Kendrick, Dastan tampoco me permite comprenderlo; habla cuando desea, obedece cuando debe hacerlo, aparece sin anunciarse. En esta mansión donde todo está establecido por Kendrick, esta misteriosa persona se pasea con libertad, sin meter al dios que todos los que aquí vivimos obedecemos.
—¿Cuánto tiempo más me seguirás mirando así? —escucho a Dastan preguntarme, mientras me mira con una gélida tranquilidad.
Sintiéndome aterrorizado, intento juntar valor para hablar, más apenas consigo mover mis labios para expresar un—. ¿Qué... quieres decir?
—Como si fuera un enemigo.
—¿Eh?
Dejando escapar un suspiro, Dastan ha plasmado una sonrisa maliciosa en sus labios, como si algo pareciera estarle resultando gracioso—. Eres interesante —expresa sin abandonar esa expresión risueña—. Aunque tienes todo para huir, no te atreves a hacerlo —en un segundo, algo pareció hacerlo irritar, pues se ha levantado repentinamente con una gran ira dibujada en su rostro—. Tu. Él. Ambos son igualmente idiotas.
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Esclavo (YAOI R-18)
DiversosMi mundo perdió la luz aquel día, ese cruel momento en que fui vendió a cambio de un poco de dinero, poco podía imaginarme sobre lo que estaba por vivir; mi libertad, mis sueños e inclusive mi propia vida ya no me pertenecían; mi mente, cuerpo y alm...