Capítulo 14. La persistencia.

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No me cansaba de pasar tiempo con Peter. Yo solía ser una persona reservada, que necesitaba tiempo para estar sola, pensar en sus cosas... Y él me proporcionaba ese tiempo, podía compaginar mi mundo con el suyo. Todo era maravilloso. Yo normalmente, cuando pasaba mucho tiempo con alguien me acababa hartando, sí, me cansaba de las personas. Pero con él no me pasaba. Llevábamos casi un año juntos y seguía queriéndolo como el primer día.

Cuánto más se aproximaba la fecha del viaje, más nerviosa estaba. Tenía ganas de ir a Hawaii con mi novio, parecía una broma, cuando se lo conté a Mar no se lo podía creer. Ella siempre culpaba a Peter de ser poco romántico, pero con ese detalle se había ganado la confianza de Mar. En mi opinión era un hombre muy detallista, no entendía esa aficción de Mar por buscarle defectos. 

Llevaba semanas pensando qué ropa llevar, qué bikinis, qué libros... ¡Tenía que prepararlo todo pronto! Salíamos en unos días. Estaba tan emocionada que cada vez que lo pensaba, una sonrisa aparecía en mi cara.

- ¡Ey, Madd! ¿Crees que debería llevar el bañador blanco o el bañador rojo? - Me quedé mirando para él, era demasiado guapo. Los ojos le brillaban intensamente, estaba feliz, tenía unas pequeñas arrugas en las mejillas por sonreír y tenía las cejas alzadas, esperando mi respuesta. Estábamos en nuestra habitación, el sol entraba por la ventana mientras hacíamos las maletas. Respiré hondo. Me encantaba que me llamase Madd. 

- El blanco, sin duda. Pero... ¡Llévate los dos! - Exclamé pensándolo mejor. - Vamos a estar varios días, necesitarás más de un bañador. - Respondí entre risas. Me estaba imaginando por un momento la situación: Peter y yo en una playa paradisíaca, él con su bañador blanco, con su musculado torso y su habitual sonrisa... 

- Tienes razón, como siempre. - Me estaba haciendo la pelota, a veces lo hacía, me resultaba repugnante, pero como lo hacía de broma, me daba igual. - ¿Tú vas a llevar toallas? Yo creo que nos darán allí ¿no?

- Eso pienso yo. Es un hotel... Lo normal sería que nos diesen todo allí. - Continué mirando la ropa en mi armario mientras Peter canturreaba una melodía alegre y bastante pegadiza. De manera imprevista, empezó a bailar. No a bailar de manera profesional, sino a moverse al ritmo de la música. No sabía muy bien porqué, pero le seguí el juego. Bailamos juntos un rato mientras entonabamos un ritmo inventado, resultó ser una situación realmente estúpida pero nos lo pasamos tan bien... Acabamos dándonos un gran beso. Estos momentos eran los importantes, los momentos que verdaderamente me hacían feliz, con él.

Terminamos de hacer las maletas y nos fuimos a la biblioteca. Cogimos unos cuantos libros para llevar al viaje, leer en una playa de Hawaii era algo que me apetecía muchísimo.

Cuando llegó el día del viaje, los nervios se apoderaban de mí. Me comía las uñas inconscientemente, soñaba con el viaje las noches anteriores y hablaba del tema con Peter a todas horas. Llegamos al aeropuerto, hacía mucho calor ese día.

- ¡Tengo tantas ganas de viajar! - Peter estaba tan ansioso como yo. Iba vestido con una camiseta blanca de manga corta, unos pantalones vaqueros y unas gafas de sol. Yo llevaba un vestido corto azul claro de tirantes. Llevaba un bolso de mano, las maletas ya las habíamos facturado.

- Yo también, va a ser perfecto. - Nos abrazamos y nos sentamos en unos asientos a esperar la apertura de nuestra puerta de embarque. El tiempo pasó rápido y en unos minutos ya estábamos sentados en el avión. Olía a nuevo y no iba muy lleno. Peter y yo mirábamos a cada persona que iba entrando en el avión. Entonces se acercó la azafata. 

- Tenéis que abrocharos los cinturones, despegaremos en unos momentos. - Dijo con tono serio y se alejó tranquilamente. Era alta, rubia y guapa. Por un momento sentí que una amenaza se cernía sobre mí. Peter la miraba... No paraba de mirarla mientras hablaba. Cuando se marchó los ojos de mi novio la seguían. 

- ¿Qué miras? - Le pregunté enfadada. - ¿Te gusta? 

- ¿Qué? No... Para nada. - Respondió Peter rápidamente. No podía evitarlo, pero no me fiaba. Él la había mirado... 

- La estabas mirando fijamente... ¿Era guapa no? - Miré a sus ojos y esperé un "no" como respuesta. Peter tragó saliva. 

- No, Maddie. Nos habló y yo la miré... ¡Como miraría a cualquier otra persona! - Peter estaba empezando a realizar un gesto de enfado. - ¿Por qué te pones así? No hice nada...

- Vale Peter... Como siempre, no te enteras de nada. - Cerré los ojos furiosa y miré por la ventana. El avión estaba moviéndose y decidí ponerme el cinturón. 

- Madd... No quiero viajar así. Peleados no. Por favor, perdóname. No sé qué viste, pero no me gusta esa azafata. - Me cogió la mano y me acarició la cara suavemente. La azafata volvió a pasar por nuestra zona del pasillo y él ni si quiera se dio cuenta. 

- Está bien, perdona. Tal vez he exagerado un poco... - Esbocé una pequeña sonrisa y le di un beso en los labios.

- Te quiero, disfrutemos del viaje. - Apoyé la cabeza sobre su hombro e intenté olvidarme de todo.

El vuelo se me pasó rapidísimo, seguramente porque me quedé dormida. Hawaii parecía precioso a simple vista. Todo era playa, sol, palmeras... Y lo íbamos a vivir juntos.

Los días eran perfectos. Nos levantábamos sobre las 10, porque nos encantaba dormir a los dos, bajábamos al desayuno, comíamos un montón y después íbamos a la piscina del hotel. No había mucha gente, por lo que se estaba más a gusto, nos tumbábamos en unas hamacas, juntos, tostándonos al sol, bañándonos en la fría piscina y tomando unos batidos de piña riquísimos. Pasábamos tanto tiempo juntos que nos estábamos conociendo cada vez más. Yo había descubierto que a Pitt le encantaba comer en bañador y él se enteró de mi secreta aficción por coleccionar conchas de la playa.

Y lo mejor de todo fue que, en cuatro días enteros, no hubo ni una escena de celos, nada. Supe controlarme y, por suerte, él también. Estábamos realmente felices y nos habíamos puesto muy morenos en poco tiempo. Todo iba bien... De momento.

Nací para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora