Cuánto más lo pensaba, menos me convencía la idea de estar saliendo con Peter. ¿Novios? Eso conlleva mucha responsabilidad; acordarte de esa persona para todo, hacerle regalos en los aniversarios, controlar que sea fiel... Pero ¡qué tonterías estaba diciendo! No tenía que controlarlo yo, tenía que controlarse él. Estaba segura de que no duraríamos ni una semana... Él era tan guapo y yo tan... inexperta. No tenía ni la menor idea de cómo se hacía el papel de novia. Esa mañana me desperté pensando en eso... No estaba preparada, quedaría con Peter y se lo diría.
"¿Te estás echando atrás, morena?" Seguro que me diría eso, con esa boquita tan dulce, la cual me muero por besar. Por una parte no era tan mala idea ser novios... Sería todo mío. Y podríamos pasar más tiempo juntos. Mientras estos pensamientos me invadían, Mar apareció en mi habitación.
- Oye... ¿tú no deberías estar en el trabajo? - Le pregunté sorprendida, todavía estaba en pijama y ya eran las 10 de la mañana.
- No, hoy tengo el día libre, están fumigando la asociación. Venga ¡vamos a hacer algo juntas! Te dejo elegir entre yoga, salir a correr, tomar un café, ir al cine... - Mientras Mar decía una innumerable lista de actividades yo seguía dándole vueltas al tema del noviazgo. Tenía que distraerme.
- Vamos a correr y luego nos tomamos un café ¿te parece? - Le pregunté disimulando que había escuchado la lista entera de propuestas, cuando en realidad solo me había quedado con esas dos.
- ¡Genial! Voy a ponerme el chándal y salimos. Por cierto, acabo de coger el correo y, debajo del felpudo estaba esta carta para ti... - Mar salió de la habitación animada y dando saltitos. Yo, por mi parte, solo tenía ganas de tirarme en la cama y dormir todo el día. Pero... ahí estaba la carta, otra prueba más de que Peter era un gran chico. La carta estaba perfumada también, pero el perfume no era tan fresco, se notaba que había estado ahí días. Me sentí mal por no creerle, pero una parte de mí estaba feliz. Remoloneé un poco y unos minutos más tarde me preparé para salir a correr. Con el frío que hacía no nos vendría nada mal.
Corrimos durante una hora, acabamos agotadas, pero nos sentimos realizadas. Terminado el ejercicio, subimos a casa para ducharnos y vestirnos decentemente, estábamos sudando y yo odiaba sudar. Al salir del baño miré para mi armario. ¿Qué podría ponerme? Me decanté por unos vaqueros y una camiseta básica blanca de manga larga, una chaqueta de lana, una bufanda y un abrigo. Bajamos a la cafetería que estaba a dos manzanas de nuestra casa, nos gustaba mucho porque al pedir un café te ponían un dulce de regalo. Allí estábamos, sentadas dentro de la cafetería, en una mesa pegada a la ventana, hablando de maquillaje (un tema que me es realmente indiferente...), cuando de pronto apareció Peter. Me atraganté con el sorbo de café que estaba bebiendo, me había sorprendido gratamente verlo a través del cristal.
No podía apartar los ojos de él. Estaba guapísimo, bueno, como siempre. La perspectiva que tenía de él era inigualable: detrás de él las calles nevadas, tan alto y tan fuerte como lo había sido siempre, era especial, tenía algo que...
- ¡¡MADDIE!! Deja de ignorarme, llevo un rato preguntándote y no me contestas... ¿Qué es lo que miras tan atentamente? - Mar giró su cabeza bruscamente hacia el cristal y pudo observar a Peter desde mi privilegiada perspectiva. Era la primera vez que veía a mi chico (He dicho "mi chico"... Quería decir "el chico"...) y me preocupaba que le gustase demasiado. - Vaya... ¿quién es ese? - Preguntó muy interesada. - ¿No será... el chico que te gusta tanto? - Una sonrisa apareció en su rostro y eso me alivió, no se había fijado en él de esa manera que tanto me preocupaba. La verdad, si le hubiese interesado pero yo le dijese que era Peter, habría dejado de interesarle, Mar era una buena amiga.
ESTÁS LEYENDO
Nací para amarte
RomanceHace unos años me sucedió lo peor, y al mismo tiempo lo mejor, que me pasó nunca; enamorarme. Sí, ese sentimiento del que todos hablan... cuando llega te destroza por dentro, no sabes qué hacer, a dónde ir, qué sentir... porque solo eres capaz de pe...