Capítulo 11. El paso.

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Los días seguían pasando, Mar estaba recuperándose de su leve adicción al tabaco, fue al médico (que le recetó unos inhaladores fuertes) y se puso mejor. Peter y yo estábamos bien, como siempre. El invierno se había acabado y se podía ver cómo florecían los campos y cómo los árboles volvían a estar llenos de hojas. Había dejado de nevar, ya no hacía tanto frío, la primavera había llegado y con ella mi buen humor. Mi carácter dependía mucho del tiempo atmosférico, los días de lluvia me deprimía, los días soleados, estaba más alegre... Y eso me pasó aquella primavera. Pasear por la calle, tanto yendo hacia mi trabajo como al ir a la compra, era un momento muy feliz.

Peter había estado un tanto desaparecido esas últimas semanas, me llamaba de vez en cuando, hablábamos horas por teléfono, (aunque detesto con todo mi ser hablar por teléfono, me provoca entre vergüenza y hartazgo, con él lo hacía muy a menudo, era el único que me hacía sentir lo suficientemente cómoda), pero no nos veíamos mucho... Él decía que estaba muy ocupado con las clases de la Universidad, corregir exámenes, recuperaciones... Pero una parte de mí no se creía nada de lo que decía. Desconfiaba a todas horas, si me decía: "Estoy en la facultad corrigiendo exámenes", aparecía un ardor en el pecho, celos. No soportaba la idea de que me estuviese engañando con otra, que todas esas excusas fuesen una invención para traicionarme. Pero entonces me decía: "Ven si quieres y me haces compañía mientras corrijo" y todos los miedos se desvanecían, desaparecían los celos y sonreía de inmediato. Me quería y yo parecía rechazar ese amor que me proporcionaba. No sabía porqué pero nunca era confiada del todo. 

Durante una semana entera no hablé con Peter, no escuché su voz y no supe nada de él. Ahí me di cuenta de que lo extrañaba, lo echaba de menos y mucho. Solo una semana me llevó saber que quería estar con él todos los días de mi vida. A cada rato me imaginaba su presencia, cuando veía algo gracioso en la televisión, algo de los dos, miraba hacia un lado para reirme con él, pero no estaba. Esto me pasaba seguidamente, necesitaba volver a estar con él, por lo menos un ratito cada día. 

Era sábado por la tarde, me dirigía a "Angel's Cake", vestida con un sencillo pantalón vaquero, un jersey de algodón fino y unos zapatos informales. Salí de casa contenta, unos rayos de sol relucían en la puerta de mi casa, empecé a caminar y no me paré hasta llegar allí. 

Entré en la tienda, no había nadie como de costumbre a esas horas, así que entré en la trastienda y me puse el uniforme. Entonces empecé a escuchar voces, la gente estaba entrando. Me asomé a través del mostrador levantando la cabeza y vi algo inesperado, que me alegró la tarde.

- Peter... ¡cuánto tiempo! - Me acerqué corriendo a nuestra mesa y sonreí feliz, realmente me salió esa sonrisa del alma, me alegraba mucho verlo de nuevo. Olía a ropa nueva y a su perfume de siempre, ¡cómo había extrañado ese olor! Y qué guapo estaba... Tenía su sonrisa habitual, esa que al principio me ponía de los nervios, ahora me enamoraba.

- Sí, demasiado tiempo diría yo... - Su voz era grave pero dulce, me gustaba tanto que... - Te eché de menos. Mucho. - Bueno, ya está, definitivamente era perfecto. Se levantó de la silla y me agarró por la cintura, me aproximó a él y me besó apasionadamente, fue un beso que había esperado una semana, mereció la pena.

- Yo también te extrañé mucho, Pitt. - Él cerró fuertemente los ojos y respiró hondo. Parecía preparado para decirme algo, eso me ponía nerviosa. - ¿Qué sucede? - Le miré a los ojos y le cedí una sonrisa comprensiva. 

- Bueno... Yo, quería hablar contigo... - ¡Oh no! Este sueño no podía durar mucho tiempo... Sabía que tenía un final, me va a dejar. Estaba claro, iba a romper conmigo. ¡Qué horror! No estaba preparada. - No quiero que te enfades ni que te sientas... Si no... Bueno, a ver cómo me explico... ¿Sabes esos momentos en los que te sientes... Que estás en el lugar equivocado? - En el lugar equivocado, conmigo ¿no? Mi mente no podía parar de alarmarse, me estaba dejando. Las ganas de llorar iban en aumento. - Cuando ves que... ¿estás perdiendo el tiempo? ¿Me estás entendiendo? - Peter parecía confuso y no paraba de decir palabras sin sentido. No entendía lo que me decía pero podía interpretarlo. Adiós al novio perfecto. 

Nací para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora