Llevábamos tres meses juntos, que se dice pronto, pero es tiempo suficiente para conocer a la otra persona... O eso pensaba en ese momento. Ahora sé que nunca se termina de conocer del todo a una persona.
Esos tres meses fueron... Los mejores de mi vida. Parecerá un tópico, pero Peter me hacía sentir única, feliz. En esos meses fuimos juntos a cenar, a bailar, lo invité a mi casa y él me invitó a la suya... (Que por cierto es un apartamento desordenado y mal decorado, pero olía a él...) Me encantaba el punto en el que estaba nuestra relación. Estábamos juntos, pero cada uno vivía en su casa, iba a su trabajo y hacía cosas por su cuenta. Querernos pero con espacio, como a mí me gustaba. Nos veíamos todos los días, si no era a la hora de comer era por la noche. Los horarios de trabajo nos coincidían un poco mal, él por la mañana y yo por la tarde, en "Angel's Cake".
Un día me sorprendió gratamente. Yo estaba trabajando y de pronto lo veo sentado, en la mesa de siempre, con una camisa, una sonrisa de galán y un regalo para mí. Era una chica con suerte. Me hacía feliz. Teníamos mucha confianza. Ya no solo porque nos contábamos las cosas, lo cual empezó casi al principio de nuestra relación, porque me inspiraba seguridad... Pero a parte, confianza de la de verdad, de la necesaria para estar cómoda en una situación.
Con él me atrevía a ser yo misma, podía decir lo primero que se me pasase por la cabeza, porque él no iba a juzgarme, podía decir si me molestaba o me dolía algo, él nunca se hartaba de mí, podía dar mi opinión, sin miedo a que se ofendiese, porque estaba abierto a todo. Hacíamos bromas, jugábamos a ver quién era el mejor en minucias, como... Quién llega antes a la puerta del gimnasio. ¡Eso! Otra cosa que nunca pensé que me atrevería a hacer, ir a un gimnasio con mi novio, porque sudas y... ¡agh! Él era guapo hasta en el gimnasio, así que no tenía problema, pero yo tenía unos pelos y unas pintas, que es mejor no ver. Pues él no se mostraba repugnado ni mucho menos.
Además al ser una persona tan transparente, me creía todo lo que me decía, porque veía en sus ojos que me lo decía con sinceridad. No veía maldad alguna en sus intenciones y en esos meses aprendí a confiar, a querer a alguien.
Un día cada cuatro meses, tenía libre, no iba a trabajar. Ese día, cuando llevábamos tres meses juntos y se podía decir que estábamos bien, decidí ir a darle una sorpresa a su casa. Mi antigua "yo" habría dicho: <<Mala idea, chica. ¡Te puedes encontrar con algo que te arruine la felicidad!>> Pero mi nueva "yo" decía: <<Tienes que demostrarle que lo quieres y que te preocupas porque esta relación salga bien>>. Por lo tanto, decidí ir hasta su apartamento. Había hecho unas galletas de chocolate, sabía que le gustaban, lo había dicho días atrás cuando, paseando, atravesamos una calle de confiterías y en un escaparate había galletas. Estaba sola en mi apartamento y dejé la cocina hecha un asco, más tarde la recogería, total Mar no había aparecido por allí en un par de días... Me dijo que no me preocupase. El pensamiento sobre Mar se disipó en cuanto el horno empezó a avisarme de que las galletas ya estaban listas. Un fino olor a chocolate y canela inundaba el ambiente. Respiré hondo por la nariz y fui a arreglarme.
Llevaba puesto un peto vaquero que me encantaba, me recordaba al tipo de vestimenta que solía usar en mi pueblo, debajo una camiseta blanca con florecillas rosas (mi color favorito) y unas zapatillas deportivas. Disfrutaba vistiendo de este modo, porque Peter siempre se metía conmigo, hacía bromas llamándome "granjera" o "chica del campo". Lo mismo hacía yo con él, le llamaba "niño rico" o "nene bien" cuando vestía con corbata o llevaba zapatos italianos. (De verdad, ahora lo pienso y objetivamente, es un tipo insoportable, pero es que ¡me gustaba tanto!).
Por la calle hacía mucho frío pero no nevaba, me había puesto un abrigo y lo agradecí mientras cruzaba las gélidas calles en las que vivía mi novio (¡Qué bien suena! Mi novio... Ay). Cuando llegué al portal de Peter, un pensamiento fugaz rondó mi mente... <<Hace días que no veo a Mar. No ha dormido en casa las últimas dos noches.>> Le dejé un mensaje en el móvil y me respondió que no me preocupe. Pero en ese momento me estaba preocupando, se formó un nudo en mi garganta y me dificultó la respiración. Estaba poniéndome nerviosa... Mar a veces se iba de fiesta con sus compañeros de trabajo y se quedaba "durmiendo" con alguno, ¿pero dos noches seguidas? Eso nunca había sucedido... Decidí hacer una llamada rápida, solo para asegurarme de que Mar está bien, así me quedaré más tranquila. Cogí el móvil del bolsillo de mi abrigo, tenía las manos tan frías que me costó agarrarlo. Marqué las teclas rápidamente y esperé a la señal...

ESTÁS LEYENDO
Nací para amarte
RomansaHace unos años me sucedió lo peor, y al mismo tiempo lo mejor, que me pasó nunca; enamorarme. Sí, ese sentimiento del que todos hablan... cuando llega te destroza por dentro, no sabes qué hacer, a dónde ir, qué sentir... porque solo eres capaz de pe...