Estaba sentada en mi cama cuando recibí la noticia. No sabía cómo reaccionar. No entendía nada... La llamada de teléfono había sido corta pero contundente.
" - Buenos días. ¿Es usted familiar de Peter Woodstone?
- Bueno... Soy su novia, pero no tiene más familia. ¿Quién habla?
- Llamamos desde la clínica hospitalaria. Su novio ha tenido un accidente grave, intentamos reanimarlo pero no lo conseguimos. Lo lamento mucho.
- ¿Qué quiere decir eso? ¿Cómo que un accidente? - Las manos me temblaban.
- Un coche lo atropelló y no ha sobrevivido. Lo siento.
- ¿QUÉ? No es posible... No, no, no puede ser...
- Si quiere venir hasta la clínica para firmar unos papeles y ... - Yo ya no escuchaba nada. En mi cabeza solo resonaban las palabras: "No ha sobrevivido". Colgué el teléfono y respiré hondo."
Lloré con todas mis fuerzas, durante muchas horas seguidas. Seguía sin entenderlo. Habíamos llegado hace dos días de Hawaii. Estábamos tan bien... Peter solo había bajado a devolver los libros a la biblioteca. No tenía sentido... ¡NO ERA POSIBLE! No podía estar muerto...
Después de deshacerme en lágrimas, gritar, patalear y romper y tirar todo lo que encontraba a mi paso, decidí ir hasta la clínica donde estaba Peter. No podía resignarme a perderlo. Una parte de mí albergaba la esperanza de que, al llegar, él estuviese esperándome con los brazos abiertos. Tuve que caminar bastante, hacía calor y yo iba vestida con la misma ropa que tenía en nuestro apartamento. Muy básica, pero nada me importaba en esos momentos.
Llegué al hospital y la espera se me hizo eterna. Cuando, al fin, pude pasar a la habitación donde descansaba Peter, rompí a llorar. Estaba ahí, pálido, conectado a mil máquinas... Eso creó en mí una pequeña ilusión... Si estaba conectado a máquinas, significaba que seguía vivo. Corrí hacia una enfermera y le pregunté desesperada.
- Disculpe... El paciente, Peter... ¿Está vivo, no? Tiene que estarlo... - Mi respiración era entrecortada y las lágrimas se resbalaban por mis mejillas.
- Señorita, tranquilícese. Será mejor que se siente... - La enfermera me cogió del brazo y yo lo aparté violentamente. Mi cara enfurecida provocó que la enfermera diese un paso atrás. - No. Lo siento mucho, pero el paciente Woodstone no ha logrado sobrevivir.
- ¡No! No tiene sentido... ¿Por qué está conectado entonces?
- Las normas indican que debe estar conectado al respirador artificial hasta que un familiar suyo llegase. Ahora lo desconectaremos. Puede despedirse si quiere. - La enfermera se dio la vuelta y siguió escribiendo un informe. Parecía tan fría, tan despreciable... No entendía por lo que estaba pasando. Peter... Mi novio, el amor de mi vida... Estaba... Muerto.
Me acerqué a su cama y lo miré fijamente, él permanecía tan quieto, como si estuviese dormido. No podía hacerme a la idea de perderlo. No.... Fue el peor momento de mi vida. Volví a llorar, las lágrimas caían sobre su rostro y mi mano se aferraba a la suya. No quería soltarlo. Nunca.
- Mi amor, Peter... No puedes hacerme esto. No puedes dejarme. Yo te quiero... Siempre te voy a querer. - Le susurré al oído, entre sollozos. - ¿Qué voy a hacer sin ti? No voy a poder seguir viviendo si tú no estás... Pitt, te amo. - Un médico y la enfermera de antes entraron en la habitación.
- Vamos a desconectarlo. El señor Woodstone ha fallecido. Usted tiene que firmar aquí y todo acabará. - <<¿Todo acabará? ¿Quién se cree que es? No quiero que nada acabe...>>
- Está bien. - Me limpié las lágrimas y firmé el dichoso papel. Desconectaron a Peter y el mundo se me vino encima. Todo careció de sentido. Estaba sola.
Se lo llevaron y yo me encargué de su funeral y su entierro. Dejé su apartamento tal y como estaba, no toqué nada. Cada objeto en el mismo lugar donde él lo había dejado, su armario lleno de su ropa, con su olor... Solo me llevé mi ropa y volví a la casa que tenía con Mar. Ella me acogió, me comprendió, me apoyó y me ayudó a superarlo poco a poco. Aunque yo sabía que jamás iba a superar esa pérdida.
El primer año lo pasé muy mal. Me quedé metida en mi casa, viendo películas, leyendo libros, visitando el apartamento de Peter una vez a la semana y llorando, cada día. Perdí mi trabajo pero no me importó.
Con el tiempo, las cosas fueron mejorando. Mar conoció a un chico, un músico bohemio y empezaron a salir. La hacía muy feliz, por lo que teminaron casándose y viviendo juntos.
Yo seguía enamorada de Peter, pero las visitas a su apartamento eran cada vez más espaciadas. Me estaba haciendo a la idea, tras cinco años, de que él no volvería.
Terminé abriendo mi propio quiosco, el sueño que Peter siempre había apoyado. Continué viviendo en la vieja casa que compartía con Mar en un pasado e intenté ser feliz. Nunca lo conseguí, porque me faltaba algo. Me faltaba él.
Hoy en día estoy contenta. Tengo mi quiosco, con clientes habituales a los que se les coge cariño, Mar y su marido, que son muy buenos amigos míos y un perro labrador, Wood. Él es mi mayor apoyo, mi mejor amigo... Pero pase lo que pase, nunca olvidaré mi primer amor. Ese chico engreído, con una sonrisa increíble que me espera sentado en la misma mesa de Angel's Cake.
Enamorarme fue lo mejor y lo peor que me pasó nunca. Me alegró la vida y me destruyó por dentro.
Gracias Peter, porque antes de conocerte nunca había sido tan feliz, pero todavía no entiendo por qué te fuiste tan pronto.
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Nací para amarte
Roman d'amourHace unos años me sucedió lo peor, y al mismo tiempo lo mejor, que me pasó nunca; enamorarme. Sí, ese sentimiento del que todos hablan... cuando llega te destroza por dentro, no sabes qué hacer, a dónde ir, qué sentir... porque solo eres capaz de pe...