Capítulo 2. Insomnio.

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El día había pasado volando, ya eran las 2 am. y seguía sin poder dormir. No paraba de pensar.

Al salir del trabajo mi mente estaba dispersa... Fui de compras con Mar sobre las 20.00, hablamos un montón, o más bien hablaba ella, yo me encontraba en mi mundo, pensando en mis cosas, como me pasa habitualmente. Tanto que llegó un momento en el que me olvidé de dónde estaba. Mi mente no paraba de darle vueltas a esa situación, cuando nuestras miradas se cruzaron... Parecía que nos entendíamos, no hacían falta palabras, fue raro pero... me gustó. Nunca me había pasado con nadie. De pronto se había hecho de noche, Mar había arrasado con toda la ropa de la tienda y yo no había comprado nada. Cogí lo primero que vi, un bolso marrón y lo pagué. Mar, con una cara de extrañada, me dijo: "Te pasa algo, ¿verdad? Se nota mucho cuando estás dándole vueltas a algo". Me conocía demasiado bien, se había dado cuenta. Opté por mentirle, me parecía una estupidez hablarle de un desconocido con el que había intercambiado un par de palabras... Cuando llegamos a casa me hice un café y me metí en la cama. Mar se quedó viendo un programa de moda, le solían gustar esos reallyties que a mí, personalmente, me espantaban.

Y ahí estaba, horas y horas tumbada en mi cama sin poder cerrar un ojo. No podía olvidarme de ese chico, era tan guapo... y me había parecido bonito el gesto de ayudarme a recoger las servilletas. Además pensaba que tenía los ojos preciosos.... Preciosos... Una sonrisita se dibujó en mi cara. En cuanto me di cuenta, me puse seria. ¿Qué me pasaba? Si me viera alguien... Aquí sola, pensando, sonriendo por pensar en ... ¡en un chico! Mi vida nunca ha girado en torno a los chicos, no consentiría que a partir de ahora uno de ellos me quite el sueño. 

- Maddie ¿estás despierta? - un susurro me distrajo de mis pensamientos. Era Mar, que había entrado en mi habitación con sigilo. 

- Sí, dime - le respondí incorporándome y mirando para ella. Llevaba puesto el pijama que le había regalado yo por su cumpleaños, era de seda azul. 

- Venía a ver cómo estabas... Hoy te vi preocupada y no sé... Quería saber si te pasó algo en el trabajo. - Mar se sentó a mi lado, en mi cama y me abrazó. Yo no solía empezar las muestras de cariño, era más bien una persona fría, pero Mar siempre me daba abrazos y besos y yo lo agradecía. Era una buena amiga, se estaba preocupando por mí. Le continué el abrazo y sonreí. Olía a fresas, sería por esa colonia que se echa antes de dormir.

- Estoy bien, en serio... Solo que, hoy en el trabajo, me pasó algo inesperado. Una tontería. No me hace falta hablar... - Intené esquivarle el tema, para que se fuera a dormir y yo pudiese guardarme esto para mí, en secreto. No me gustaba hablar de mis sentimientos.

- ¿Que no hace falta? Chica, sé cómo van los sentimientos y tú tienes que hablar de esto. Son casi las 3 de la mañana y sigues despierta, cuando fuimos de compras no te fijaste si quiera en el escaparate rosa que había... Estás pensando en algo gordo y quiero saber qué es. - Mar tenía toda la razón, yo estaba en otro mundo. El color rosa era mi favorito y hasta ese momento ni me había dado cuenta de que habíamos pasado por un escaparate de cosas rosas. Parecía tonta, estaba más distraída que nunca... Por un estúpido chico al que ni conocía.

- Bueno... está bien, ando despistada. Pero me parece ridículo darle importancia a algo tan... banal. - Mar frunció el entrecejo y me miró de reojo.

- ¿Banal? Si fuese banal, no ocuparía todo tu tiempo. ¡Cuéntamelo ya! 

Respiré hondo y empecé a narrarle a Mar toda mi aventura, con lujo de detalles. Cómo Peter apareció de la nada, lo guapo que me pareció, cómo me puso de los nervios pero luego nuestras miradas conectaron... Y su reacción fue bastante previsible.

- ¡Estás enamorada! - soltó con emoción y una amplia sonrisa. - Es obvio, no paras de pensar en él, porque es misterioso y... ¡se ha fijado en ti! Qué bonito Maddie, vas a tener novio...

- ¡Eh, eh, eh! Para un momentito... ¡No estoy enamorada! Solamente me pareció atractivo y bueno... un poco misterioso, pero no va a ser mi novio. No vamos a ser nada, te estás yendo por las ramas. - Una expresión de decepción apareció en el rostro de Mar. - ¿Qué pasa? - dije con una pizca de desprecio. Me froté los ojos y crucé los brazos. A ver qué tenía para decirme.

- Pues... que te cierras al amor. No puedes ser así. El amor es lo más bonito que hay. Y tú lo has encontrado, amiga. ¡Te gusta ese chico! ¿Cómo se llamaba? - Mar agitó su melena rubia y me miró con una carita de inocencia que, por un momento, me dio envidia. No la envidia mala de "te odio y quiero ser como tú", sino la envidia de "como agite esa melena delante de Peter, se va a enamorar de ella". Bueno, basta, ¿qué estoy diciendo? Es mi amiga y... ese chico me da exactamente igual.

- Se llamaba Peter. - Dije con paciencia. - Y no me cierro al amor, solo hablé con él un día, ¿entiendes? Un día no da para enamorarse.

- ¡Claro que sí! ¿O no estás esperando a que llegue mañana para poder verlo de nuevo? - Mar me miró llena de razón. La verdad... era que sí. Estaba deseando volver a verlo.

- Bueno... un poco... ¡Qué más da! Es solo un chico. Venga vete a tu cuarto, vamos a dormir que es tardísimo. - La empujé con la almohada y entre risas, Mar salió de mi habitación entonando "Te gusta, te gusta, te gusta..." como si fuera una colegiala. La verdad es que me gustaba... Pero no quería que me gustase. Lo mejor sería dormirme. Mañana sería un nuevo día.

 

Nací para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora