Estoy aquí

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Todo lo que necesitas es encontrar un lugar para volar, y uno para brillar.

Celos, esa podría ser una palabra que definiera lo que sentía en ese momento. Pero tal vez, no le llenaba por completo; envidia, podría ser.

De todas formas, cualquiera fuera el sentimiento que la asaltaba, solo supo que quería algo como eso.

Sakura también quería ser abrazada con tanto cariño y anhelada con tanta vehemencia.

Quería ser esperada, como Shino había buscado a Hinata en las puertas de la aldea; solo porque quería verla.

Quería que la miraran como él miraba en ese momento a su amiga; atento, fijo y como si fuera lo más importante del mundo.

Quería que la sujetaran con seguridad, como si ella lo fuera todo, dejando de lado la timidez y la reserva. Que nada fuera más importante que sacarte una sonrisa; tal como el Aburame había hecho mientras elevaba a Hinata en sus brazos y reía con ella, olvidándose de los demás.

Naruto miró a otro lado al ver aquello, Kiba simplemente avanzó sonriendo y se acercó mientras Shino bajaba a Hinata y le decía a su compañero que a él no lo abrazaría de esa forma; haciendo que el Inuzuka le gritara que era un idiota y que Akamaru aullara divertido. Y Sasuke, el hombre que ella había amado toda su vida, mantuvo su mirada en la Hyuga y apretó los puños con frustración.

Nuevamente, ella sabía que significaba aquello, aún cuando esta era la primera vez que lo veía actuar así.

Sasuke quería a Hinata.

El hombre de sus sueños finalmente abría su corazón y no era a ella, que lo había anhelado por tanto tiempo.

Dolía.

Dolía un océano completo y no sabía como contenerlo.

A duras penas logró mantenerse compuesta y disimular para despedirse, luego correr a su casa, su refugio. Pero en su interior, su corazón se caía a pedazos.

Y la tormenta se desató.

El torbellino de emociones contenidas se liberó al descubrir la verdad. Al saber que jamás sería correspondida y no podía hacer nada al respecto; porque ya lo había hecho todo.

Había luchado por traerlo de vuelta.

Había luchado por sacarlo de la soledad.

Había luchado por ser alguien a sus ojos.

Pero aquel corazón, no parecía ser destinado a corresponderla.

Aquellos ojos oscuros que adoraba, jamás la mirarían como ella lo deseaba.

Y su corazón explotó, en un llanto firme y ahogado.

En un llanto libre que le desgarraba el alma y expulsaba todo aquello que siempre guardó. Porque ahora las ilusiones dolían, los recuerdos herían y la verdad pesaba.

Sasuke no la amaba, ni la amaría algún día.

Había otra luciérnaga que comprendía que siempre había volado en el lugar equivocado; sola.

Quiso gritar de rabia, con odio, pero no podía.

Simplemente no podía, porque él jamás la había ilusionado, ni había dado una señal; las ilusiones las había creado ella, y las señales jamás habían aparecido.

Quiso detestar a Hinata, gritarle que ella no podía hacerle esto, que eran amigas; pero eso tampoco podía hacerlo.

Hinata siempre había tenido ojos para Naruto, y ahora, vagamente veía a Sasuke como un amigo; probablemente ni siquiera había notado que él siempre la acompañaba con la mirada y que seguía cada uno de sus pasos.

LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora