Te extraño

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Era increíble como a veces el mundo, la realidad, puede desplomarse en un par de segundos.

Como las ilusiones desaparecen.

Como el terror, el miedo y la angustia se abren camino más rápido que cualquier otro sentimiento y nubla cualquier rayo de luz.

— ¿Dónde? ¿Dónde está?

Su voz sonó más desesperada de lo que alguna vez se oyó, pero no le importó.

El Aburame ahora mostraba expresiones con más facilidad de la que hubiesen imaginado.

Y mirar el rostro de Hanabi solo lo hundía más y más en el pánico terrible de saber que Hinata no estaba ahí.

Miró al Hyuga que la acompañaba buscando respuestas, pero Ko se veía tan alterado y culposo como Hanabi.

— Creemos que fue secuestrada — respondió el Hyuga mayor.

— El mismo hombre que la atacó, nos encontró cuando íbamos camino a Kirigakure y ella nos ordenó volver, mientras... mientras se quedaba a luchar— Acotó Hanabi.

Su corazón se detuvo al escuchar aquello, él había ido por ese hombre y no lo había encontrado.

Joder, se había confiado demasiado.

— ¿Cuándo?

Su voz se escuchó seca, dura y llena de ira.

— Tres semanas atrás — Informó —se reunirán en la oficina del Hokage en unos minutos.

No necesitó más, ingresó de vuelta a su dormitorio, se vistió rápidamente y volvió junto a los Hyugas para partir.

Ko aún se mantenía ahí y Hanabi ya se había marchado.

— Dime todo— pidió mientras corrían a la oficina del Hokage.

El Huyga apretó un pequeño bolso que llevaba, mientras miraba al frente y saltaban de tejado en tejado.

— Hinata-sama, detectó el ataque y ordenó que volviéramos a Konoha— comentó con pesar.

— Tardaron demasiado en avisar.

— Lo hicimos ese mismo día, pero Hiashi-sama lo manejó como un asunto interno y hoy volvió el equipo que envió, sin respuestas.

Quiso gritar.

Golpear algo de pura frustración, porque él había estado pacientemente esperando cuando ella estaba perdida y probablemente sufriendo.

Estúpidos clanes y sus políticas internas. Habían perdido demasiado tiempo.

— Hinata-sama... estaba temblando cuando nos ordenó no volver por ella.

Frunció el ceño y apretó los puños con desesperación, porque él conocía a Hinata demasiado bien para entender que eso era un sacrificio.

Ella se había quedado para salvar a su hermana y el resto de su familia.

Mierda.

Maldito sentido del deber.

Maldito orgullo Hyuga.

¿Dónde quedaba él?

¿Acaso había pensado en lo que pasaría con él al tomar esa decisión?

La extrañaba, la quería, la amaba, ¡Joder!, ¿No había pensado en lo que él sentiría?

¡Tres semanas era mucho tiempo!

Y ella....

No.

Ella no podía haberse rendido, se negaba a creerlo.

LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora