Capítulo tres. "Confesiones, publicidades y desilusiones"

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-A Londres...-hice una mueca de tristeza mientras le confesaba a mi amiga el porqué de mi constante comportamiento de "chica moco" con ella.

-No puedo creerlo.-negó lentamente con su cabeza.

-Yo tampoco.-Suspire.-Me negué a ir, pero ya sabes “La decisión está tomada”.-imite la voz de mis padres.

-Mierda, te extrañaré tanto.-dijo triste.

-Yo a ti.

-Sera difícil no tenerte todos los días conmigo.

-Lo sé.-dije abrazándola.-Aun tenemos tiempo juntas, y ¡Nos vamos a España cariño!-dije dándole un poco de alegría a esta horrible conversación. Logré hacerla sonreír feliz.

-Aprovecharé este tiempo al máximo.

-Te quiero mucho.-mis ojos se aguaron.

-No te pongas cursi please.-reí

-¡No seas tan dura!

-No lo soy.

-Si lo eres.

-No.

-Sí.

-No.

-Sí.

-Esto es estúpido.

-Concuerdo.-Reímos las dos.

-Bien... ¿Te ayudo a empacar?-dijo emocionada

-¡Sí!

-Okay.-las dos nos paramos y comenzamos a empacar mi ropa. Anne tenía sus dos maletas armadas desde hace una semana. Sí, estaba emocionada.

-No puedo creer que mañana viajemos a Barcelona.

-Sera genial.-suspire feliz.

Mientras empacábamos mis cosas escuchamos One Direction y cantamos a todo pulmón, haciéndole un show gratis a mis peluches.

Mi morocha amiga no dejaba de hablar de los que haríamos durante la estadía en España. Estaba súper emocionada por ir al concierto de su ídolo. La entiendo, estaba a punto de cumplir su sueño. El mayor sueño de toda chica a esta edad es conocer a esa persona que es tu modelo a seguir. Él de ella es un rapero como lo son cinco chicos para mí. Era algo que no sucede todos los días en chicas comunes y corrientes como nosotras. Por esa razón entendía su emoción y no le decía nada. Aunque a veces debía calmarla o hiperventilaría.

Ya cansadas nos echamos en el sofá y prendimos la TV. Daban mi película favorita Titánic.

Es una película demasiado triste y siempre lloro cuando la veo. Dos chicos jóvenes pasaron por muchas cosas para estar juntos, y eso es lo que me gusta de la historia. No hace falta ser del mismo status social, la misma edad, el mismo color de piel, distintos sexos o del mismo continente. El amor lo puede todo. Y esta película lo demuestra. A pesar que al final Jack muere, el amor duró por muchos años más en el corazón de Rose. Siempre quise encontrar una amor que sea feliz a pesar de los problemas. Las parejas de ahora al mínimo conflicto se separan y terminan. No quiero eso. Quiero que mi futura relación dure años y que sea como películas. Pero vamos sabemos que amores duraderos, tiernos y románticos solo existen en las películas. Ahora solo se basan en el sexo y decir “Te amo” irreales. En fin, la película se terminó junto al tazón de pochoclos en mis manos. Mi cara era un mar de llantos. Si ponías una foto de las cataratas del Niagara junto a mí era jodidamente difícil encontrar las siete diferencias.

Mire a mi amiga. Estaba de lo más normal terminándose sus palomitas. Después de tres años de conocerla no logro entender como puede ser tan fría una persona. Y con eso me refiero a fría en algunas cosas porque cuando Anne se lo propone puede ser más cursi que dos adolescentes enamorados. Según ella llorar por la melodía y letra de alguna canción, gastarse un sobre de pañuelos enteros en dos horas por una película, pasar horas diciendo cursilerías con tu novio era algo que definía como patético y absurdo. Si te pones a pensarlo capas suene, y se vea, ridículo llorar por esas simples películas o canciones. Después de todo es solo ficción y miles de letras reunida hasta formas frases. Pero, a veces, es algo inevitable. Y teniendo en cuenta que soy Mackenzie Wilkins, la cosa se volvía más difícil de evitar aun. Ese es mi defecto, bueno, uno de ellos. Soy terriblemente sensible. Soy capaz de estallar en llantos cuando veo a un inofensivo pez siendo atrapado por una red. Y es algo que no es bueno en una chica. De por si somos algo lloronas de naturaleza, sumándole mi sensibilidad y mi gran ojo para cometer errores que me harán sentir mal, es aún peor. Pero había veces que la Jeannette cursi se le escapaba de lo más profundo y podía ser hartante.

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