Cómo una estrella inalcanzable

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-Es un lugar peligroso, Tauriel. Hace tiempo nuestro pueblo libró una guerra en estas tierras.....Mi madre murió allí-Tras decir esto, ella me miro compasiva y preocupada. Yo, abriéndola mi propio corazón, seguí continuando:

-Mi padre nunca habla de ello. No hay ningún solo recuerdo, una tumba....nada....

Yo agache la cabeza, triste y resignado, mientras ella me seguía mirando con dulzura. Nunca le conté eso a nadie, sólo a ella. La verdad, fue un duro momento para mí. No llegué a conocer bien a mi madre, y para colmo, mi padre casi nunca habla sobre ella.

Sentí que ella me seguía mirando fijamente, sin decir una sola palabra. Parecía que la preocupaba que yo le contara mis puntos débiles....por eso, es la única a la que se lo he hablado.

Tras unos cuantos segundos en silencio, ella me respondió, con una voz débil:

-Lo siento Legolas....Yo tampoco llegué a conocer a mi madre, y tampoco a mi padre....Pero, ¿Para qué nos caemos? Para volver a levantarnos. Seguro que ahora mismo nuestros antepasados nos están observando, mediante las puras estrellas en ese océano de oscuridad-Al tiempo que decía eso y levantaba su cabeza, observando el oscuro cielo de Gundabad, poso su mano izquierda en mi hombro y me dijo:

-Lo importante es que estamos aquí, vivos, gracias a ellos....

Yo, tras unos cuantos minutos consternado, en soledad, intentando recordar momentos con mi madre, volví en mí y la respondí:

-Supongo que si....Bueno, acamparemos aquí. Gracias a este punto estratégico podemos observar lo que planea la bestia Bolgo. Yo haré la primera guardia.

-¿Pero cómo vamos a acampar aquí? No me he traído nada para descansar.

-Yo sí. Siempre traigo en mi caballo un par de mantas y una almohada mullida.

-Que previsible eres-Me respondió Tauriel con una carcajada.

-Siempre-Al instante yo le devolví la sonrisa y me fui donde se encontraba mi caballo blanco con el que vinimos desde la Ciudad de Lago, o lo que quedaba de ella....

Tras una larga hora en esa tierra lúgubre y maldita, noté que Tauriel, sentía un poco de frío. Todo a nuestro alrededor estaba silencioso, sin ningún elfo o enano que nos molestara....Por fin solos, aunque por poco tiempo.

Yo supe que no podía pegar ojo aunque quisiera. Me acerqué un poco más a ella y la susurré:

-No puedes dormir, ¿verdad?

-Aquí hace mucho frío....Que raro que todavía sea de noche....

-Aquí siempre es de noche. Toma, cógela-A la vez que la decía esto, la ofrecí mi manta.

-¿Y tú?

-No te preocupes. No tengo frío.

-Muchas gracias-Tras decir esto, cogió mi manta dedicándome una mueca de felicidad y se volvió a tumbar.

Pasaron unos cuantos minutos y sentí de nuevo, que Tauriel seguía tiritando de frío. No se podía dormir, así que, me tumbe a su lado y la abrace con mis brazos por su espalda.

Ella, extrañada y sorprendida, me respondió:

-¿Qué haces?

-Dándote calor. Estas helada.

-Sí pero....

-Tauriel.... ¿Sabes por qué te he traído aquí, no?

Ella se giró sobre sí misma y me miro a los ojos. Yo le miro los suyos, y ella me respondió:

-Legolas.....no puede ser.

-¿El que no puede ser?

-Esto que sientes por mí....

Cuando dijo esto, se alejó de mí unos centímetros y borró la sonrisa de su cara. Yo no podía dejar escapar mi oportunidad. Si no la decía nada, podría ser que la perdiera para siempre....Armado de valor por un empujoncito en el fondo de mi corazón, me acerqué a ella de nuevo y la dije:

-Si Tauriel. Te amo desde siempre, desde que te vi. Mi corazón late por ti cada segundo de mi vida. No puedo verte en manos de otro que no sea yo.

-Tú y yo, no podemos estar juntos. Tu padre me dijo que no te diera esperanzas, que entre nosotros no hay nada. Hay muchas interferencias Legolas....

¿Cómo podía ser que mi propio padre se atreviera a juzgar mi felicidad? Creía que él estaría de acuerdo con cualquiera de mis decisiones, que mis deseos serian los suyos....

Yo, enfadado y rabioso, tras escuchar eso, pero más aún por su última frase, la respondí:

-Es curioso. Tienes muy claras tus diferencias conmigo pero, en cambio encuentras similitudes con un enano.

-No se "mellon"....tras el disgusto de saber que te tendría, pero siempre a la distancia, apareció él después. Abriéndome a conocer algo nuevo...Mi corazón me habló al verle y busco consuelo, cuando contigo no lo tendría.

Se quedó callada, sin saber que decir. Pero yo tenía las cosas muy claras, y mi objetivo, era ella.

-Tauriel....sé que tu también me amas....

-Legolas...mi corazón....

-Es mío. Siempre fue mío.

Tras decirla esto, ella me volvió a mirar a los ojos. Yo sentí dentro de mí, que ese era el momento para actuar, para volver a conquistar su corazón roto e indeciso.

Me acerqué aún más a ella, sintiendo su fresco y seductor aliento femenino, y, con mi mano izquierda la acaricié su suave pelo rojo como mi propia sangre.

Tras unos breves segundos callados, el recuerdo de mi propia madre se apoderó de mi, haciendo que cerrara mis ojos durante un momento, recordando una de las pocas frases que me dijo cuando era pequeño: "Lucha por lo que quieres, por quien quieres, por tus seres queridos".

La dulce melodía de su voz volvió a rondar mis oídos, diciéndome:

-Lo sien...

Y la besé, sin dejar que terminara la frase que ninguno de los dos quería oír. Me encontraba impaciente por saber sí me lo correspondía.

Cómo fue un beso rápido y precipitado, ella no se sintió muy cómoda al principio. Pero afortunadamente, yo me relajé y disfruté del beso. Ella, ante esto, se tranquilizó y me respondió el beso. Me agarró de la cintura a la vez que yo la acariciaba lo mejor que podía su hermoso rostro.

Tras un breve minuto, sin duda el más bonito y puro de toda mi longeva vida, nos apartamos, lentamente. Nos sonreímos a la vez, mirándonos y acariciándonos mutuamente.

Yo rompí el silencio:

-Tauriel, dicen que el amor es el dolor de no tener a la persona que amas cerca de ti. Yo cambiaré eso, porque no puedo vivir sin tu sonrisa, sin tu voz, sin tu cuerpo.... Sueño contigo todas las noches de mi vida, sin tenerte a mi lado....Pero eso no volverá a suceder.

-Legolas, te amo con toda mi alma pero si tu padre se entera de esto, me desterrará y no quiero saber que pasará contigo. Te quiero, pero eres tan inalcanzable para mí....

Tras decir esto, Tauriel agachó la cabeza, triste y desolada.

Yo, la levanté su barbilla con mi dedo pulgar y la volví a besar, esta vez más corto, y la dije, mientras la acariciaba dulcemente:

-Tauriel, no lo permitiré. Tú eras mi estrella inalcanzable...pero ahora que te tengo, no te volveré a perder, nunca.

-Legolas, tu padre....

-Él no sabe lo que es el amor verdadero. Nosotros si...y contra eso....no se puede luchar.

Tras finalizar aquello, nos tumbamos y nos abrazamos mutuamente, mientras podíamos. Porque se acercaba una batalla, la Batalla de los Cinco Ejércitos, y había mucho en juego.

Pero sé que con Tauriel, lo superaríamos y sobreviviríamos, juntos.

Legriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora