Un sueño caído

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Voy a toda prisa, corriendo como si de una persecución se tratase y llego rápidamente al patio exterior. Es tarde y hace frio. Y para colmo, no hay absolutamente nadie, sólo un par de escasos guardias vigilando las fronteras. Legolas me había dicho que viniera aquí, y que le esperara. Me dijo que me tenía que contar algo muy importante.

Pasan los minutos y Legolas no aparece, nadie en realidad. Ya, cansada y enfadada, decido dejar de esperarle y voy a trote al salón principal, dónde espero encontrarle y recriminarle que no haya ido. Es de noche para que esté perdiendo el tiempo. Se supone que hoy era mi día especial, pero nada ha cambiado respecto de los demás. La misma rutina....Pero bueno, no lo puedo tener todo.....A veces lo mejor es mantenerse alejada del epicentro de los problemas.

Cuando por fin llego a la puerta del salón del rey, veo que esta atrancada. Qué extraño. Todo el día ha sido muy extraño, cuando he realizado las mismas tareas que siempre...No sé, algo pesa en el ambiente...estoy incómoda.

Empujo y abro la puerta. Pero cuando entro con dos pasos, hay un silencio sepulcral. Basta decir que la oscuridad inundó mis retinas y me obligó a buscar alguna vela o cerilla. Pero, desgraciadamente, no consigo encontrar nada y el miedo me invade. Se supone que esta sala siempre está iluminada....Tras medio minuto paralizada, pregunto, desconsoladamente:

-¿Hola? ¿Qué ocurre?

En cuanto digo esto, la sala se ilumina por arte de magia. Entre tanta luz cegadora consigo ver delante de mí, a un montón de elfos. Muchos que conozco y otros que simplemente no me llevo. Consigo fijarme en que delante de toda esa tropa, Legolas y Thranduil sostienen en sus manos, globos y matasuegras. Al segundo de que yo pueda visualizar a todos ellos, los allí presentes gritan todos juntos y con fuerza:

-¡¡Sorpresa!!

Tal es mi sorpresa, nunca mejor dicho, que me quedo boquiabierta y muda. Todos me miran, esperando mi respuesta que no llega a salir de mi garganta. Es ahí, en ese momento, cuando Legolas se acerca a mí y me abraza con dulzura. Yo, le correspondo el abrazo pero, no puedo evitar preguntar, a trompicones:

-¿Qu-Que es esto?

-Hoy cumples seiscientos años Tauriel. ¿Creías que no me acordaría?

-Pero.... ¿Cómo?

Cuando pregunto esto, el rey elfo se acerca a mí, y me responde, a la vez que me sonríe:

-Yo lo organice todo. Legolas me conto que hoy era tu sexagésimo cumpleaños....Y, creo que ya era hora de que te prepara una pequeña sorpresa.

-De todo menos pequeña....

-¿No te gusta?-Pregunta Legolas ahora preocupado.

-Claro que si....Pero es que....

Yo todavía tengo un poco de vergüenza. Me siento vigilada por decenas de ojos puestos en mí ser. Pero Legolas no tarda en interrumpirme y me dice, cogiéndome de la cintura y llevándome al centro de la reunión:

-Venga no te preocupes. Sera divertido. Aquí todos te apreciamos mucho Tauriel....Disfruta.

En cuanto el príncipe me deja sola en medio de tanta gente, mis amigos y no tan amigos empiezan a hablarme. Eso da por entendido que ya ha empezado la supuesta fiesta....

Con el paso del tiempo, cada vez me siento más cómoda y me divierto más. Todos me dicen cosas bonitas, abrazos y felicitaciones. Me gusta....Me encanta...Al fin y al cabo, ser el ombligo del mundo no es tan malo....

Pasadas unas horas, y cómo no, después de comer, beber, reír y bailar, una mano desconocida me toco la espalda. Yo, me di la vuelta y visualicé a un elfo desconocido para mí, y que, desde luego, no pertenecía al Bosque Negro. Con cabellos rubios brillantes, de ojos marrones castaños y de portentosa estatura, me dijo:

Legriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora