-¡Vamos Tauriel!-Me ordenó Legolas a la vez que abandonaba la casa, dirigiéndose hacia la puerta.
-¡Le perdemos!-Me suplicó el viejo enano a la vez que Kili chillaba de dolor.
Legolas puso su mirada en Kili y me dijo de nuevo:
-¡Tauriel!-Tras decir esto, abandonó la casa.
Yo, como capitana de la guardia obedecí y me dirigí a salir por la misma puerta. En ese instante, algo me detuvo. Los chillidos de dolor de Kili penetraban en mis oídos como cuchillos en mi corazón.
Miré de nuevo hacia donde estaba Legolas, pero pronto mi mirada se fijó en los enanos desesperados.
Tenía que tomar una decisión, y rápido. Si me iba con Legolas, Kili moriría y su muerte quedaría en mi conciencia. Pero, si intentaba salvarle la vida a Kili, desobedecería a mi príncipe y Legolas no me lo perdonaría.
De repente, para despejar mis dudas, apareció otro enano subiendo las escaleras a toda prisa. Llevaba un racimo de Hojas de Reyes, Athelas.
Le cogí el racimo y mientras las observaba con detenimiento, dije:
-Athelas....
-¿Qué vas a hacer?
Al instante mi corazón habló:
-Voy a salvarle.
Entré en la casa con paso decidido. Una hija de Bardo me ayudó a preparar las hojas.
Kili no podía evitar chillar y moverse de dolor...del veneno de la flecha de Morgul. Le quedaba poco tiempo y yo era su única esperanza para salvarle.
-¡Sujetarle!-Ordené a los enanos que estaban confusos y temerosos.
No estaba muy segura de lo que iba a hacer. Necesitaba a Legolas a mi lado. No porque fuera un experto en el campo de la curación sino porque su presencia me otorgaba fuerza y protección.
Los enanos le tumbaron en una gran mesa y le sujetaron con todos sus brazos. Hasta las hijas de Bardo lo hicieron. Sentí en mí que podía curarle, que podía salvarle.
Recordé las clases de una elfa mandada por Elrond desde Rivendell. Cuando era pequeña, no sólo me enseñaron a luchar, sino que Thranduil se encargó de que aprendiera la curación, de la que muy pocos elfos eran capaces de aprender....Se necesitaba un don. Y ese don no era muy usual en una elfa Silvana como yo.
Mantuve la pierna derecha de Kili y divisé la gran herida que tenía en su rodilla. Toda llena de sangre. Después de localizar la herida, cogí unas cuantas Hojas de Reyes y las apreté con presión en su rodilla.
Entre tanto gritó y nerviosismo por los allí presentes, pude también recordar unas palabras élficas que me ayudarían a completar la curación.
-¡¡¡"Mellon nín a hûn. Ui el i na dannen Ann nín. O' leithon gurth"!!!
Repetí estas frases una y otra vez durante un largo minuto. Sentí que todos me miraban con asombro y detenimiento. También noté que Kili se calmó un poco y se quedó callado, mirándome fijamente. Fue muy extraño, pasó de sentir un dolor terrible a sólo permanecer en silencio mirándome obnubilado mientras yo le salvaba del veneno orco.
Cuando por fin terminé y me encontraba recogiendo mis cosas, oí al hermano de Kili y al de pelo blanco murmurar:
-Ha sido increíble-Dijo Óin.
-Había oído cosas sobre la medicina élfica, cosas impresionantes....-Respondió el hermano, Fili.
Yo, simplemente les ignoré y seguí recogiendo mi equipo.
-¿Tauriel...?-Preguntó Kili a trompicones.
Yo le sonreí y le respondí:
-Estas a salvó. Descansa.
-No....no puedes ser ella, ella está muy muy lejos de mi....Una estrella inalcanzable...Fue sólo un sueño...
Sentí mi corazón moverse a una velocidad increíble. Sólo pude quedarme callada ante aquello. Aquella frase me descolocó todos mis sentimientos. Empezaba a amar a otra persona muy distinta de mí, llegué a sentir cosas por otro que no fuera Legolas.
De repente, para mi sorpresa, me cogió suavemente de los dedos. Yo, asombrada y nerviosa, escuchaba callada:
-¿Crees qué me podía haber amado?
Al instante la mano de Kili fue apartado fríamente de la mía. Una mano muy familiar....Era Legolas. Mientras miraba con rabia y asco al enano moribundo, respondió:
-No. Las estrellas no aman a seres como tú. Apártate de ella....si no quieres volver a sentir una flecha incrustada en tu carne.
Yo, sólo pude respirar profundamente. Desvíe la mirada de ellos e hice caso omiso a Kili. Los ojos azules de Legolas brillaban de furia y envidia en aquella casa.
Amenazó a Kili, pero yo no dije nada, sabía que no sería capaz de matarle si yo estaba allí.
Se dio la vuelta y me miró:
-Ven. Tengo que decirte algo...-A la vez que decía esto, me cogió de la mano y me sacó de la casa, ante las atentas miradas de las niñas y los enanos.
Mientras salíamos, note que mi cuello estaba desnudo.....No estaba el collar que me regaló Legolas, de su difunta madre. Era la cosa material más valiosa y bonita que me habían regalado jamás. La llevaba siempre conmigo, para recordar quien era la persona más importante para mí....
Me soltó de las manos y me miró, todavía un poco nervioso, al mismo tiempo que me hablaba:
-Ese orco grande y fuerte llamado Bolgo, ha huido con sus secuaces de aquí....Rumbo hacia el norte. No se con que propósito pero tenemos que averiguarlo.
Yo, le miré extrañada y confundida,esperando a que me dijera algo más. Incómodamente le respondí:
-Legolas....¿Eso es todo?
-No...
Se sacó del bolsillo un colgante brillante y blanquecino. Me cogió de las manos y me lo dio.
-Esto te pertenece....
Miré el collar con atención y detenimiento. Era mi collar, mi joya. Yo, feliz y mostrando ahora una sonrisa, me lo puse de nuevo y le pregunté:
-¿Dónde estaba?
-Te lo dejaste en las puertas principales de nuestro reino, cuando me abandonaste...
-Gracias, muchas gracias Legolas. No me lo puedo creer...-Al decir esto, le abrazé con fuerza y cariño. Él me devolvió el abrazo y respondió:
-Pero a mi me pertenece otra cosa...
Yo, le volví a observar y le pregunté, extrañada:
-¿Cuál?
-Tú corazón.....
Yo, no pude respirar en ese momento. No sabía que hacer. Sólo pude observar como Legolas se acercaba a mi lentamente, mirándome a los ojos y los labios, dispuesto a darme el beso que tanto tiempo había estado deseando.
Yo ante esto, no pude evitar quedarme quieta, olvidándome completamente de mi caprichoso deseo del enano y recordando que él, Legolas Hojaverde, era quién amaba de verdad.
Antes de juntar sus labios con los míos, notamos un ligero brote en el ambiente.
Nos apartamos y miramos al cielo. Era un dragón, el dragón Smaug el Dorado. Siempre fuí consciente de las historias que contaban acerca de su enormidad y el terror de infundía con su presencia. Pero, era más grande de lo que pensaba.
Se acercaba volando, hacia nosotros....
-Tenemos que irnos-Dijo el príncipe.
-Acompáñame-Le respondí señalando la casa de Bardo.
-Tauriel....
-No les voy a dejar sólos Legolas....te necesito a mi lado.
Él suspiró y respondió:
-De acuerdo. Vamos.
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Legriel.
Fanfiction¿Que hubiera pasado si Legolas hubiera sido más...atrevido? ¿Que paso antes de los acontecimientos de Bilbo, en el Reino del Bosque? ¿Como tendría que haber terminado BOTFA? Atención: Por sí acaso no sabéis como va la "línea cronológica" de este fic...