¿Amrálime?

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-Tauriel...

La elfa finalizó, mientras intentaba darle la espalda al enano:

-Debes irte. Tu pueblo te necesita.

-¡Kili, nos vamos!-Gritó Fili a lo lejos. Pero su hermano no le hizo caso y paró a la elfa con sutilidad.

-Ven conmigo. Se lo que siento. No tengo miedo. Tú me haces sentir vivo....

-No puedo....-Respondió Tauriel desviándole la mirada e intentando apartarse de él. Pero fue frenada por la mano de éste:

-Tauriel...."Amrálime"....-Tras oír esto, Tauriel le volvió a mirar y dijo:

-No sé qué significa....

-Yo creo que si-Diciendo esto, Kili le mostró una de sus más sinceras sonrisas. Tauriel se quedó de piedra, al igual que Fili, que presenciaba a lo lejos aquella curiosa conversación.

Tauriel se acercó aún más a él, pero fue frenada, esta vez, por una silueta que ella reconoció al instante, sin la necesidad de mirar atrás.

-Mi señor Legolas....

El príncipe elfo había estado observando la escena detrás de Tauriel, en silencio, con detenimiento....Tenía sus ojos azules llenos de rabia y envidia....su rostro mostraba a la perfección evidentes signos de celos e impulsos frenados por la curiosidad tal vez....No pudo intentar no aparentar su enfado justificado, tampoco lo pretendía...y dijo, sutilmente:

-Deja al enano. Te requieren en otro sitio.

Esa fue la única frase que se le paso por la cabeza en ese instante. Pensó que así sonaría más autoritario, al fin y al cabo ella la debía sumisión.

Kili le miró con rabia y desesperación. Y se fue, ante las atentas miradas de todos, incluido la de su hermano Fili.

Pero, con gran valor y deseo, se dio la media vuelta y se acercó nuevamente a ella. Legolas, en cuanto vio esto, se temió lo peor. Se llevó uno de sus dedos a su carcaj, y delicadamente esperó a la actuación del enano. ¿Qué se imagino? No lo sé, pero seguro que nada bueno.

La cogió la mano y le dio una piedra con runas talladas en ella, mientras la dijo de nuevo:

-Guárdalo, como promesa....

Tras decir esto, Kili se fue hacia la barca, con sus amigos. Tauriel observaba con detenimiento la piedra, la misma que cogió en las celdas. Cuando dejó de mirarla, soltó unas leves lágrimas.

Mientras la barca se marchaba de la orilla, Tauriel y Kili se miraron con fervor. Un suspiro de alivio salió de la garganta del príncipe elfo a la vez que mostraba una gran plácida sonrisa. Lo tenía claro, ese enano ya no sería problema, pero aún seguía consternado por las inexplicables, para él, reacciones de su....amiga. La conocía demasiado bien y había vivido muchos momentos con ella....y conocía a la perfección esas miradas de afecto y rubor.

¿Es que a caso se ha olvidado de mí? ¿Estoy aquí por ella y no ha sido capaz ni de darme las gracias? El elfo seguía dolido y apartado, sobre todo después de lo ocurrido la pasada noche. Poco más y el elfo casi decae brutalmente ante Bolgo, pero eso no sucedió, y no fue por la ayuda de Tauriel....

Legolas decidió dejar a la elfa en la orilla para hablar de otros temas más importantes con el gobernador de la ciudad. Pero a quien se encontró, fue a un hombre de pelo largo y oscuro, con bigote, que estaba hablando con todos los supervivientes del ataque de Smaug. Por lo que había oído, se llamaba Bardo y él había matado al dragón. Bardo, estaba aconsejando que buscaran refugio en la Ciudad de Valle:

Legriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora