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Es verano, es Busan. Y Jungkook conoce a Kim Taehyung, y tiene la certeza de que lo que lleva por dentro se siente, por primera vez, como amor genuino.
Pero el verano se acaba y la suya es otra de esas historias entre mile...
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El golpe fue totalmente limpio, exacto y perfecto, y cuando los demás jugadores quisieron pararlo, la pelota se les resbaló entre los dedos. Unas pocas personas que se habían acercado a ver también aplaudieron en aliento al equipo de Jungkook, y él se rió en modestia. Miró a Taehyung y alzó los hombros, dando a entender que no comprendía el alboroto que un partido entre amigos había causado, él asintió en apoyo.
—Es el último —Jungkook avisó a todos.
La gente se dispersó cuando finalmente ganaron y el grupo se dividió entre los que entraron al mar al refrescarse y los que se arrojaron en la arena agotados, ansiosos por una bebida fría. Jungkook volvió a sentarse a su lado, respirando de forma irregular apenas.
—No tenías qué... —Taehyung le dijo negando.
—Viniste hasta acá a tener un buen rato, solo porque te lo pedí ¿Cuál sería el sentido de dejarte solo todo el tiempo? —preguntó retóricamente mientras aceptaba la botella que él estaba tendiéndole.
—Te diviertes. Me gusta verte jugar —Taehyung afirmó — Mucho más cuando la pelota no está en mi cara —Jungkook escupió lo que intentaba beber.
—Nunca vas a parar con eso —murmuró tosiendo, Taehyung negó riendo y golpeando su espalda despacio.
—¿Hay algún otro lugar que quieras ver? —Taehyung preguntó después de un momento de silencio, Jungkook lo observó con atención —No habrá sol mañana, y tampoco hará tanto calor. Así qué pensé que tal vez te gustaría-
—Por supuesto, claro —Jungkook asintió con convicción —Tú deberías elegir, cualquier cosa que quieras mostrarme estaría bien. Confío en ti —le dijo, y sonrió.
Las burbujas en el estómago de Taehyung se manifestaron otra vez, y ya había perdido la cuenta de cuantas veces había pasado eso en el día. Y entendía, lo sabía. Había algo en la sonrisa de Jeon Jungkook, suave, pura, un poco tímida y encantadora. Algo que lo hacía sentir totalmente cálido y a gusto. Y por eso él estaba tomándose todos esos atrevimientos, sintiéndose tan libre.
—Podemos ver el mercado, y pasear en bicicleta —dijo pensativo, considerando la naturaleza inquieta del chico.
—Suena bien —Jungkook asintió en acuerdo, palmeando su rodilla.
La electricidad recorriéndolo de principio a fin cuando esa mano finalmente quedó instalada con delicadeza y soltura sobre su pierna.
Sonaba perfecto y prometedor.
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