[Disponible en físico ✨📚]
Es verano, es Busan. Y Jungkook conoce a Kim Taehyung, y tiene la certeza de que lo que lleva por dentro se siente, por primera vez, como amor genuino.
Pero el verano se acaba y la suya es otra de esas historias entre mile...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Eran los primeros días del verano cuando Taehyung lo intentó por primera vez. Tenía dieciocho años y después de meditarlo durante mucho tiempo, concluyó que sus padres debían saber la verdad.
El temor a que alguien más supiera sobre sus elecciones no estaba directamente relacionado con lo que pudieran pensar y hablar sobre él a sus espaldas, eso era algo que lo tenía sin cuidado. Más que ser lastimado, lo que realmente lo asustaba era que las personas no lo considerasen suficiente una vez que se enterasen, que lo sintiesen tan incorrecto como para dejarlo solo; otra vez. Y esos reparos que él guardaba, no iban en la misma dirección que los que su abuela tenía y por los que le había pedido precaución; Taehyung lo entendió inmediatamente después.
En realidad, la idea de haber sido dejado en un orfanato con apenas unos días de vida, se le hacía comprensible; entendía de sobra que las miles de opciones posibles que hubiesen llevado a sus padres biológicos a eso, eran igualmente válidas. No era su culpa, por alguna circunstancia no había sido el momento para que sus progenitores se convirtieran en padres, y eso estaba bien. Taehyung fue acogido por alguien más, por personas dispuestas a formar una familia y aceptarlo desde lo profundo de su corazón como parte de ellos. Lo que más temía era esa sensación que fue aumentando en su interior mientras crecía, la de quedar completamente solo algún día. Para apalear esa sensación, Taehyung se concentraba en ser el mejor hijo que podía, luchando todo el tiempo por cumplir las expectativas que sus padres habían depositado en él. Y como cumplía, se aferraba a la idea de que era amado; y de que, una vez que lo dijera, que manifestara su verdadero ser, por ese amor profundo, sus padres volverían a aceptarlo tal cual como lo hicieron la primera vez.
Esas eran las preocupaciones de su abuela, tenía un hijo que había sido educado de una forma insensible y cerrada, que se había casado con una mujer a la que no quería solo porque eso era lo que le habían enseñado que debía hacer al llegar a la adultez; el padre de Taehyung había aprendido que para ser un hombre decente debía formar una familia y poder mantenerla, que eso lo haría un hombre realizado. El corazón de Suni había amado a su esposo en primera instancia, al hombre que había tenido las agallas de llegar con su padre a pedirle la mano; pero no reconocía en absoluto a ese hombre que educaba a los golpes y era frío como el hielo con ella y con sus hijos, y con el tiempo se había visto envuelta en un matrimonio en el que no tuvo voz ni voto.
Para desgracia de su abuela Suni y de Taehyung, su padre era exactamente igual, y su madre tenía la misma mentalidad, por eso, aunque vivían de discusión en discusión, encajaban y se justificaban mutuamente. Y cuando Taehyung lo soltó esa noche nefasta durante la cena, la alianza de ese matrimonio de cartón que su padre llevaba con orgullo en su dedo anular, hizo un moretón que se inflamó y dolió más en su alma que en su rostro.
Taehyung no quería mentir, no creía justo ni correcto ocultar lo que era a las personas que le habían dado seguridad y una vida; no lo aguantaba, porque sentía que fallaba y eso era lo que menos deseaba, lo que más temía. Después de ese único golpe potente, seco y sin remordimientos, entendió que ocultarlo, reprimirlo y no pensar en ello, era lo que en realidad debía hacer para no fallar.
