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Es verano, es Busan. Y Jungkook conoce a Kim Taehyung, y tiene la certeza de que lo que lleva por dentro se siente, por primera vez, como amor genuino.
Pero el verano se acaba y la suya es otra de esas historias entre mile...
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La última noche que pasaron juntos en Busan a Taehyung le había costado conciliar el sueño, a pesar de los brazos de Jungkook envueltos alrededor de su cintura y su pecho adhiriéndole una cómoda calidez a su cuerpo, durmió mal, teniendo incluso un par de pesadillas que no pudo recordar después. Despertó, un poco contracturado, por el frío que le produjo la cama vacía; en el instante en el que volteó y contempló la soledad de las sábanas arrugadas, sintió la tensión creciente en su estómago.
Caminó con cuidado por el silencio de la casa, y cuando vislumbró las maletas de Jungkook cerca de la puerta pudo respirar un poco mejor. Fue entonces que notó la luz y el ruido amortiguado proveniente de la cocina. Lo primero que notó al ingresar fueron los recipientes y bolsos desparramados sobre la mesa, y luego, a Jungkook todavía a medio vestir, trabajando sobre algo que no alcanzaba a divisar. Una sensación de calma peculiar lo atravesó, Taehyung iba a descubrir más tarde que la misma estaba asociada solo a ese chico y a lo sincero que había podido ser con él, a la urgencia de contarle verdades incluso en las primeras veces en las que la curiosidad lo había atacado.
—Me asustaste —Jungkook suspiró riendo al sobresaltarse cuando las manos de Taehyung le recorrieron la espalda en la que terminó por recostarse al abrazarlo, pegando la mejilla a su piel.
—Es muy temprano —protestó con voz rasposa, prestándole atención por primera vez a esa claridad serena que delataba que el sol apenas comenzaba a salir.
—Lo sé, te iba a despertar cuando todo estuviese listo. Todavía me falta un buen rato —Jungkook dijo, y Taehyung pudo oír el golpeteo metódico que hizo el cuchillo contra la tabla cuando volvió a la tarea.
—¿Y qué se supone que es esto? —le preguntó dejando caer un par de besos sobre su omóplato.
—Oh. Pensaba en que como es mi último día aquí, tal vez podríamos desayunar en la playa ¿Sabes? En el sitio que nos conocimos. Hará bastante calor hoy.
—Te ayudo —Taehyung dijo soltándolo por fin, encantado con la idea.
—No, tú te sientas y bebes té ¿Quieres? —Jungkook le ofreció volteándose a verlo por fin. Le besó la nariz y los labios de forma suave, y cuando intentó profundizar el contacto él lo detuvo.
—No he lavado mis dientes —protestó en un susurro.
—No me importaría.
—A mí sí. Eww —protestó y ambos rieron por la mueca arrugada de su rostro.
Taehyung bebió su té con las piernas dobladas sobre la silla, observando a Jungkook trabajar, quien tuvo que permitirle colaborar cuando terminó y volvió a husmear sobre su hombro. No era la gran cosa, mucha fruta, panecillos tostados y dulces, un par de sándwiches caseros y un bote grande del mismo líquido que acababa de tomarse, esta vez frío. El plan de Jungkook era partir en alguno de los trenes del mediodía, ya que creía que, si lo retrasaba un poco más, el correr de las horas colaboraría en hacerlo más difícil y corromper su voluntad.
