Taehyung tenía veinte años ese verano en el que sintió que la poca alegría de su vida se desmoronaba. Cuando lo supo, la verdad se reveló obvia frente a sus ojos. Sus pensamientos recapitularon desde el instante en el que se encontraba hacia un par de años atrás, y fue evidente que sí, que su abuela no estaba bromeando con eso.
Los dos lavaban los trastes en la cocina pacientemente, entre risas y conversaciones repetidas, y Taehyung no pudo ver el momento exacto, pero oyó con claridad cuando un cuenco resbaló de las manos de Suni y se hizo añicos en el fregadero; y a él, que los estaba acomodando en sus respectivos sitios, se le cayó el repasador que utilizaba cuando su abuela lanzó un quejido lastimero.
—Déjame ver —le dijo tomando su muñeca y examinando el corte del que emanaba un hilo de sangre que se mezclaba con sus manos mojadas. Taehyung lo sostuvo bajo el grifo y notó una herida alargada y no tan profunda en la palma de su abuela —Lo trataré para ti —le avisó, cerrando la llave y arrastrándola hasta la mesa —¿Estás bien?
Suni lo miró en silencio, y a Taehyung esa mirada vacía y perdida le puso la piel de gallina. Lo supo en ese instante, que algo no estaba bien.
—Osito, tengo que hablar contigo —ella murmuró cuando Taehyung terminaba de vendar la herida con cuidado.
Desde que era pequeño él había creído que su abuela era invencible, su abuela que arrastraba de la oreja y les deba reprimendas a los niños que eran malos con su mejor amiga, su abuela que lo protegía a él y a una niña de los golpes y de las palabras hirientes de las personas en las que más confiaban. Su abuela representaba la seguridad del hogar, del amor paciente que espera con los brazos abiertos, que se brinda sin preguntar. Su abuela era para él, para ellos, como una coraza que los volvía fuertes y donde podían mostrarse vulnerables sin tener miedo a nada. Su abuela siempre escucharía, su abuela siempre entendería.
Nunca, a pesar de las constantes declaraciones de vejez y de la asunción del tiempo desapareciendo, Taehyung pensó que hubiese algo sucediendo más allá de la vida cambiando, de él haciéndose mayor y buscando algún rumbo posible. Su error más grande no había sido ver a su abuela como una superheroína, había sido asumir que cada vez que él dejaba Busan todo se detenía y lo esperaba en las mismas condiciones hasta que volviese. Cada vez que pisaba esa casa, Taehyung tenía la sensación de que la vida solo avanzaba en verano, que el resto del año pasaba muy lento y no traía demasiado consigo. Su abuela y él vivían esos meses juntos, y disfrutaban todo lo que no podían el resto del año, y se volvía intenso y dulce. Se llenaban de recuerdos y conversaciones que perduraban para después, para esos momentos en los que eran necesarias e importantes. Mientras él no estaba allí, su cabeza no procesaba la posibilidad de que cosas importantes estuviesen ocurriendo, porque ese era su refugio y no se suponía que en los refugios pasasen cosas malas.
—Estoy enferma —su abuela dijo —He estado enferma por un tiempo.
Fue como si la sangre se hubiese congelado en cada rincón de su cuerpo, la capacidad de procesar y pensar se extinguió y lo único que pudo hacer fue parpadear intentando darle algún sentido a las palabras que acaba de escuchar.
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Como en aquel verano - Taekook (kookv)
Fiksi Penggemar[Disponible en físico ✨📚] Es verano, es Busan. Y Jungkook conoce a Kim Taehyung, y tiene la certeza de que lo que lleva por dentro se siente, por primera vez, como amor genuino. Pero el verano se acaba y la suya es otra de esas historias entre mile...