xxi. where nothing stays buried

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capítulo veintiuno: donde nada se queda enterrado

capítulo veintiuno: donde nada se queda enterrado

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El mensaje de Kol la dejó un poco alarmada, pues él demandaba su presencia en el St. James sin mucha más explicación que agregar. Eso la llevó a abandonar el recinto a altas horas de la madrugada, cuando aún el cielo de Nueva Orleans estaba pintado de un naranja tenue. Al empujar las puertas que conducían a la parte de adentro buscó con la mirada a Kol, y no tardó en encontrarlo, este se hallaba en el suelo apoyado contra la barra mientras sostenía un cuerpo acunado hacía su pecho. Cuando él la vio, solo le dio un beso en la coronilla al cuerpo mientras las lágrimas no dejaban de caer por su rostro.

Una vez que Alexandra se acercó, la angustia en Kol creció.

Y por su rostro lo pudo descifrar, aquello le parecía tan irreal como a él.

Era el cuerpo sin vida de Davina.

Alexandra miró a Kol una vez más. —No sabía a quien más llamar... —murmuro entre sollozos. Alexandra asentía repetitivamente mientras intentaba entender que todo aquello era real —. Te juro que no la quería lastimar. Los Ancestros se apoderaron de mí, perdí el control. Nunca la hubiese lastimado —repetía tratando de que Alexandra comprendiera lo sucedido. Un par de lágrimas cayeron por la mejilla de la loba —. Hice que me apuñalara. ¡Nada funcionó! —un pequeño grito salió ahogado en su garganta. Los ojos del Alfa pasaron de un ensangrentado Kol a una fallecida Davina.

Eso no podía estar pasando.

—La amaba. Lo juro. —prosiguió aún con lágrimas en sus ojos. Él le había quitado la vida a la persona que más amaba en ese mundo, eso era algo que jamás se perdonaría. Quería despertar de aquella amarga pesadilla.

—Lo sé, lo sé —habló finalmente para cuando paso su mano tranquilizándolo por su antebrazo. La ira pronto nació en Alexandra, pues los Ancestros no los dejaban en paz ni un segundo, miró a Kol —. Sé que jamás quisiste lastimarla.

—Debí irme, como Marcel me dijo, debí irme. —se reprochó en murmuros a lo que Alexandra negó mientras trataba de caer en tierra. Sintió su celular vibrar, sin embargo, lo ignoró. Pasó su mano por su boca antes de colocarse de pie.

—Esto es lo que haremos —trató de buscar el aire que comenzaba a faltarle. Pero debía enfriar su mente, por Davina —. La consagraremos.

—¿Qué? —dijo casi sin falta de aliento. Tomó el cuerpo de Davina con un poco más de fuerza mientras comenzaba a negar con movimientos de cabeza —. No, no. Los Ancestros la odian, si la consagramos, cuando esté en sus dominios ellos la destruirán.

Alexandra asintió repetitivamente, no obstante, no tenían otra opción.

—Es la única manera de traer a Davina de vuelta —recalcó lo que él ya sabía, pero que en aquel momento no veía. Todo estaba nublado, su cabeza no podía pensar en otra cosa que no fuese el cuerpo de Davina entre sus brazos sin vida —. Kol —llamó su atención cuando volvió a colocarse de cuclillas para tomar la mano del chico. Él la miró con los ojos llorosos —. La traeremos de vuelta.

³ 𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora