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Las luces de las frías calles nocturnas iluminaban la entrada al público del gran teatro de Seul

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Las luces de las frías calles nocturnas iluminaban la entrada al público del gran teatro de Seul. Estacionado frente al edificio, los autos lujosos y la gente paseando se sumaban a la gran imagen que Hongseok miraba atentamente, sorbiendo de su café americano recién comprado. Tragó pesado, suspiró profundamente y soltó:

—"Y aquí estoy, otra vez"— como decía en el libreto. Se tomó su tiempo, tratando de recordar lo que había memorizado. —"otra vez, frente a tus cielos, preguntando un por qué"— Se miró en el espejito de su auto, enfocándose en la fuerza de sus ojos, el filo, la expresión que tenían. Se tenía que perder en el papel.

Hongseok jamás había olvidado una línea, mucho menos la final, que concluía con el inicio de la obra. Si lo hacía una vez más, ese Hyunggu tomaría su papel (que, por "ley", era suyo) y chau, arrivederci, perdería todo: su papel, sus sueños, su imagen. Por eso estaba ahí, treinta minutos antes, para llegar temprano a la práctica.

Antes que ese Hyunggu arrebata papeles.

Miró a su hoja, leyendo de nuevo las líneas de Youngsoo. Sólo era el inicio y era extenso, apenas podía recordar algunas palabras. Su mente estaba cansada de practicar todo el día.

Sólo... sólo debía cerrar los ojos.

Respiró hondo antes de continuar, tratando de perderse en ese papel. Youngsoo, él era Youngsoo.

—"Parado frente a tus cielos y no res–

*Toc, toc, toc, toc, toc...*

El hilo del barrilete casi estaba en sus manos, pero esos golpeteos en el vidrio de la ventana de su auto hizo que su barrilete vuele lejos, lejos, lejos, convirtiéndose en un barrilete cósmico.

De vuelta a la realidad, se encontró con una mirada alegre saludando y sonriéndole hasta con los ojos debajo de su flequillo rojo. Hongseok también la saludó, no tan emocionado, extrañado, porque nunca la había visto antes.

Poco a poco, bajó el vidrio, curioso de saber qué sucedía con la muchacha simpática de cabellos rojos.

—¿Hola?

—¡Hey— saludó la chica con ánimo —, tú...!— abriendo sus ojos un poco más y moviendo su mano izquierda en círculos, esperaba.

—Hongseok— completó, mirando extrañado a la jovencita por su gran alegría, sin saber qué quería exactamente. Ciertamente daba miedo.

—Entonces es cierto, ¡un Yang es nuestra obra!— aplaudió con alegría, sonriendo de ojos cerrados. —Bienvenido al elenco, es un honor tenerte— extendió su mano (muy bien decorada, por cierto) justo delante de él, pasando su brazo dentro del auto.

—Pero yo no...— murmuró, agarrando la mano de la chica para saludarla también.

—Yo soy Nicha, pero puedes decirme Minnie. Es un placer— le interrumpió apenas estrecharon sus manos. Movió su antebrazo arriba abajo con fuerza, haciendo ese saludo más energético de lo previsto para Hongseok. —Yo también estoy en el elenco. Changgu me dijo que estarías pero no le creí hasta que— (risita)—te vi aquí.

dadá | hongki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora