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Una mañana en el teatro

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Una mañana en el teatro. Yanan caminaba por los pasillos del edificio, paseando para matar el tiempo. Llevaba unos largos años sin trabajar en aquel lugar en el que había asistido varias obras de su viejo amigo, el director. Dadá era una nueva oportunidad.

Sí, el teatro tenía algunos cambios. La pintura era nueva; había un par de habitaciones nuevas, nuevos muebles. Incluso el telón del escenario era nuevo.

El teatro de Seul debía tener sus cuidados. Era muy elegante y sofisticado.

Paso a paso, se fue acercando al muro de recuerdos. Una pared llena de fotos enmarcadas de viejas presentaciones que se llevaron a cabo en aquel lugar. Había algunas que se le hacían conocidas.

—Qué tiempos— soltó el pelirrosa con un tono nostálgico, viendo una de las fotos colgadas.

Una típica toma grupal, con todo un gran elenco posando. Si buscabas bien, entre ellos, estaba Yanan abrazando a Jinho para la foto. Unos ocho años atrás. Cuando eran sólo ellos dos: director y asistente. Antes de que llegue...

Bufó al recordarlo.

Así pasó la vista a la siguiente foto. Esa había sido un año antes de irse a China nuevamente; dos años después de la anterior. Otra foto grupal pero esta vez ya estaba Wooseok en ella, un poco apartado, pero –sin que Yanan lo note– acercándose paso a paso.

Miró con un poco más de detalle aquella foto, tratando de ignorar la molesta presencia de ese muchacho en la foto. Entonces, algo llamó su atención en el grupo de personas que posaban para la foto: una cara conocida. Se acercó un poco, tratando de verla con más detalle. Quizás se trataba de un engaño de sus ojos.

—¿Ese es...?— murmuró para sí.

Y antes de que pudiese recordar el nombre que se relacionaba con esa cara, una presencia se paró justo al lado suyo, exaltándolo un poco.

—Buenos días, Yanan— Jinho volvía a pasar apurado. —Tenemos que hablar con el director del teatro, vamos, vamos.

Y aunque el nombre de aquel muchacho estaba en la punta de la lengua, se fue, olvidándolo.
 
Pero dejando a la organización del teatro atrás, yendo al escenario, un alegre Changgu tarareaba una alegre canción mientras sacaba cosas de su mochila. Sacó una botella de agua, su libreto y...

—¿Una sábana?— soltó Hongseok extrañado. Changgu asintió energético.

—¡Sí! Blanca, ¿no es linda? ¡Combina con tu remera!

Hongseok lo miró con duda una vez más, pero no preguntaría. Se limitó a suspirar e ignorarlo, para releer su libreto en mano. Yeo era un muy buen actor, pero no entendía su sistema. Fue más extraño cuando el muchacho rubio se puso la sábana encima de sus hombros.

—Los ángeles se ven algo así— decía, moviendo las alas que había formado con la sábana blanca.

Yang negó con la cabeza, riéndose un poco.

dadá | hongki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora