Capítulo 14.
No había salido de su boca ni una sola palabra, y no había tenido intención siquiera de hablar con nadie en aquél transporte de vidrios ahumados cuyo blindaje no podía ser descrito como nada más que indudable, tan seguros como la certeza de que ninguna persona era de fiar en un mundo ausente de transparencia. No existía en ella ápice de interés en el arte de gesticular una oración soberana sobre aquél grupo de personas que solamente le miraban, como si fuera un monstruo o una máquina, una desconfianza que era completamente palpable, discriminada. Y no sabía si se trataba de su tinte rojo recubriendo su piel blanca, o de sus enormes ojos esmeraldas que interpretaban cada pequeña acción como amenaza.
El arte de la guerra era el lenguaje que manejaba, el lenguaje que era capaz de doblar de formas mordaces en busca de una sensación que le devolviera a la vida completamente, sin sentirse tan irreal cada acción diaria. Deseaba, con todo su corazón, que el anhelo furibundo de sentir el aire recorrer ese viaje entre sus labios y garganta se volviese realidad, nutriéndose en su alma con una burbuja simplemente, una burbuja de aire o vida, de posibilidades infinitas. Y clavando sus uñas contra sus palmas solo provocaban que hilos diminutos y escarlatas se encontraran con facilidad a la vista de cualquier ser humano.
— ¿Tan nerviosa?
Elektra había vociferado aquella pregunta que más que ser una cuestión era una afirmación más. No sabía si debía contestarle y exponerse a que la atención de todos en aquél lugar recayera sobre sus hombros delgados, o si solo debía dejar ir el tema con una mirada neutra y una sonrisa sin significado alguno. Sabía que no hubiera sido capaz de decidir siquiera con rapidez, pero Steve estaba atento a cada una de sus acciones, incluso a aquellas que no llegaba articular.
— Todos lo estamos, o eso creo yo.— El rubio había hablado con una sonrisita tímida posándose en sus labios, sonrisa que no había sido entregada a la pelinegra, sino a ella.
La rusa entendía las formas sutiles en las que él intentaba acercarse a ella, incluso cuando ambos no estaban seguros de lo que sea que existiera entre ellos. Aun no decidía si se trataba de una efusiva emoción o de una atracción sentimental, pero sabía que fuese lo que fuese, todo estaba atado a la inestabilidad emocional que había presentado desde el día en el que había vuelto a nacer con una máscara integrada a su rostro.
— Yo no.
Elektra respondió con una actitud tranquila, denotando como en ella se encontraba un profundo aburrimiento que lograba brillar desde su postura hasta el brillo que emitía. Había contado ya las veces que su pie había repiqueteado en el suelo en un intervalo de diez segundos, y siempre era igual, seis toques al suelo en diez segundos, de forma repetitiva, simultánea e implacable.
La pelirroja sin embargo apartó su visión de la pelinegra y sus inquietos pies de asesina, y se centró en ver al soldado que le había visto todo el camino sin parar, dudando acerca de su comportamiento tan inusual. Sabía que estaba mal el actuar de tal modo fugaz, siendo mutable e irascible cada vez que se le apeteciera, pero no podía evitarlo. La cápsula roja palpitante que yacía en el centro de su pecho le lograba dominar y le entorpecía, aun cuando intentaba evitarlo con toda la fuerza que podía reunir.
Le dedicó una pequeña sonrisa y se animó a cambiarse de asiento, escogiendo el que estaba a un lado del de él, y era evidente que esas acciones eran sorpresivas inclusive para ella pero no podía evitarlo después de todo, tenían asuntos pendientes, le gustase o no admitirlo.
— Pensé que me odiabas y no querías estar cerca.— Escuchó cómo el rubio susurraba en su oído mientras acercaba su rostro lentamente a su perfil, dispuesto a responder si ella lo hacía.
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BLUE STORM─ Romanogers.
FanficNatasha Romanoff, una ex agente fallecida en batalla, vuelve repentinamente a la vida dejando consigo un maraña misteriosa ante un mundo impactado al notar una clara victoria de parte de la vida hacia la muerte.