XI

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Capítulo 11.

Cúmulos de estrellas pasaban por su mente, besando los lugares más inhóspitos con dulces palabras fervientes. Y es que de alguna manera, el arquero con sus bromas había logrado reactivar esa pequeña chispa de esperanza que le invadía de vez en cuando, dibujando en su rostro una mueca insana. No era valiente realmente la chica de cabellos color sangre, no era cobarde tampoco la mujer cuyas mejillas parecían estar en un permanente desastre, solamente sabía que si miraba atrás estaba realmente perdida entre niebla negra, estaba perdida entre demonios absurdos persiguiendo su melena.

Quizás era un león en lo alto de la montaña atemorizando a los ratones debajo de ella, pero ésta vez, ésta única vez se sentía como un ratón en miseria. Había perdido todo lo que realmente le importaba en momentos idílicos, había perdido su propia esencia entre millones de fantasmas con destinos fatídicos. Y no podía, no podía realmente olvidar ese último momento en el que sus ojos dejaron realmente de ver, ese momento en el que su cuerpo se quebró como cristal al caer y la angustia comenzó a nacer. Como bailarina siempre había estado acostumbrada a esa clase de caídas, sintiendo como sus fragmentos se separaban de su cuerpo como si fuera realmente quebrantable, como si su mentira más preciada era una falacia y no una verdad almendrada. Pero jamás había caído de esa forma tan colosal y a la vez tan mezquina, había caído de un acantilado por su familia y ni siquiera estaba completa una vez su venida era recibida.

Siempre permanecía en ella una clase de guerra interna, deseando poder desligarse de todo aquello que le hacía ser ella y a la vez abrazando su humanidad como si no existiera un mañana asegurado, una débil mariposa en tormentas de hielo, tormentas gélidas que se convertían en un desacato interno. ¿Por qué siempre que batía sus alas una de ellas quedaba ensangrentada? No era creíble el hecho de que estuviera destinada al sufrimiento, pero por dentro su mente solamente repetía con una melodía diabólica que en el mundo solamente perduraban las personas cuyos sentimientos afilados gobernaban sobre el dolor en cada demanda.

Se miró al espejo una última vez, sintiéndose desnuda al no notar pelucas o máscaras, viendo la realidad generando estragos en su mirada. ¿Era ella realmente aquella roja araña? ¿Era ella realmente la que se reflejaba? Porque parte de ella seguía pensando en que su cabellera realmente era negra, que su piel era tostada y que su sonrisa jamás en la vida había sido interceptada por la angustia. Rose Stone, el nombre que había sido creado por sus propias mentiras parecía ser la realidad que más buscaba, ese instinto asesino que intentaba silenciar con dulces palabras.

— ¿Te resulta extraño?— Una pregunta inundó sus oídos, viendo como recostada sobre el marco de la puerta estaba aquella pelinegra con dotes artísticos, aquella cuyas visitas eran recurrentes cuando su martirio había sido iniciado.— Me refiero a verte en el espejo, sin todo eso que te ponías.

— No, no es eso.— Respondió mientras se giraba para encontrarla a ella que le observaba con determinación. Elektra siempre había sido una aliada con diferentes definiciones de comunicación humana.

— ¿Entonces por qué estás con esa mirada de muerte, Romanoff? Es irónico, porque realmente moriste.— Notó la forma en la que la pelinegra sonreía de forma burlona mientras tomaba asiento en la que solamente hacía horas había sido su cama. No había querido realmente salir de aquél lugar y encontrarse con fantasmas de su pasado, pero sabía que era tiempo y la asesina se lo marcaba con sus ojos.

— Sí. Supongo que lo hice.— Elevó sus cejas rojizas mientras relajaba su postura, no le era realmente necesario el hecho de tensarse cuando se encontraba con tal atleta frente suyo.

— Yo también lo he hecho, y siempre vuelvo.— A ese punto no sabía si la chica le mentía o se burlaba de ella, aunque algo en su tono de voz parecía estar perlado de luminosa verdad vertiginosa.— No estamos hechas para morir, y lo sabes.

BLUE STORM─ Romanogers.Where stories live. Discover now